miércoles, 9 de febrero de 2011

Apuntes de Historia de España

2. LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA


2.1. El proceso de hominización en la Península Ibérica: Nuevos hallazgos.
Se entiende por proceso de hominización el proceso evolutivo mediante el cual cierto grupo de homínidos (antepasados del hombre actual) va adquiriendo progresivamente los rasgos anatómicos y mentales que son exclusivos de nuestra especie (posición bípeda, capacidad craneal, fabricación de instrumentos...). Este proceso se produjo durante la primera parte de la Prehistoria (Paleolítico).
Empezó con toda seguridad en África (de donde proceden casi todas las especies), y abarca desde hace 3.000.000 de años hasta el 50.000 a. C. Especies como el australopithecus o el homo habilis solo habitaron en África. Los primeros en migrar fueron homo ergaster y homo erectus, que llegaron hasta Europa y Asia. En la Península Ibérica solo vivieron algunas de las últimas especies de esta cadena evolutiva.
PALEOLÍTICO INFERIOR. Hasta hace poco teníamos muchos restos de instrumentos (cantos, bifaces) pero pocos restos humanos. Esto cambió con el estudio del yacimiento de Atapuerca. El homínido más antiguo de la península y de Europa aparece en la “sima de los huesos de Atapuerca”. Se trata del llamado “Homo antecessor”, fechado hace 780.000 años. Este homínido podría proceder de la migración del homo ergaster africano hasta Europa, a través del Caúcaso. Sus características físicas le convierten en antepasado del neandertal, aunque algunos afirman que podría ser antepasado común de neandertales y hombres actuales.
PALEOLÍTICO MEDIO. El hombre de Neandertal aparece en la península en torno al 125.000 a. C. No son antepasados del hombre actual, y forman una línea evolutiva que se extingue. Encontramos sus restos en Gibraltar, Cantabria y Bañolas, así como de sus instrumentos (denominados industria Musteriense).
PALEOLÍTICO SUPERIOR. El hombre actual (homo sapiens sapiens) entraría en Europa Occidental hace sólo 50.000 años, arrinconando y sustituyendo al Neandertal. En la Península Ibérica pueden encontrarse sus enterramientos en la costa cantábrica y levantina. También restos de su arte (Cueva de Altamira) y de sus instrumentos, pertenecientes a la industria Solutrense y Magdaleniense (uso del hueso).



2.2. Los pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses.
Estos pueblos eran el resultado de tres factores: herencia de las culturas de la Edad del Bronce, invasión de los indoeuropeos (celtas) a partir del 1.100 a.C. y la mayor o menor aculturación por parte de los colonizadores griegos y fenicios (a partir del siglo VIII a.C.)

-INVASIÓN DE LOS PUEBLOS INDOEUROPEOS 1100 A.C. Estos pueblos (preferentemente celtas) conocían la fundición del hierro, el carro de guerra e incineraban sus cadáveres (Cultura de los campos de Urnas).
-CULTURA DE TARTESSOS. Esta enigmática cultura se considera el primer ejemplo de pueblo aculturado en la península. La influencia fenicia de Gadir gestó una cultura muy desarrollada que logra su apogeo en torno al siglo VI a.C. y estaba basada en la agricultura y el comercio de metales. Prueba de su desarrollo son los tesoros de Aliseda y Carambolo.
-PUEBLOS IBÉRICOS. Son en realidad una amalgama de pueblos muy diferentes, que serían autóctonos y herederos de la edad del bronce. Pero su punto en común es la enorme influencia de los colonizadores griegos y fenicios. Vivían en la costa mediterránea. Llegaron a crear ciudades con una cierta organización política. Conocían la escritura y acuñaban moneda. La “Dama de Elche” es una buena muestra de su desarrollado arte.
-PUEBLOS DEL CENTRO. Incluye a los lusitanos, carpetanos, vetones, arévacos, vacceos y celtíberos. Recibieron escasa influencia de los colonizadores. Eran seminómadas, vivían en sociedades tribales y en núcleos fortificados y se dedicaban a la agricultura y la ganadería.
-PUEBLOS DEL NORTE. Ocupaban toda la cornisa cantábrica. Se mantuvieron aislados y conservaban la herencia cultural de los invasores célticos. Vivían en poblados fortificados o castros y su agricultura era muy rudimentaria (galaicos, cántabros, astures y vascones).

A partir del siglo VIII a. C., pueblos procedentes del este llegan a la península ibérica después de fundar colonias a lo largo de todo el mediterráneo.
FENICIOS. Llegan en el s. VIII a. C. Procedían de ciudades estado de Próximo Oriente. Eran expertos comerciantes y buscaban yacimientos de metales. No realizaron un poblamiento masivo. Se limitaron a crear factorías costeras en Andalucía y Levante. Su principal fundación urbana es Gadir (Cádiz). Entre sus colonias destacan Malaca, Sexi y Abdera, todas en Andalucía.
GRIEGOS. Llegan en el s. VI a. C. Debido a la crisis que vivían en sus polis, eran emigrantes que buscaban tierra fértil para establecerse. La rivalidad con los fenicios les arrinconó en la costa catalana. Allí fundaron Rodhes y Ampurias, que acabaron siendo polis independientes.
CARTAGINESES. También llegaron en el s. VI a. C. Procedían de Cartago, colonia fenicia que consiguió una gran prosperidad y un importante imperio. Los cartagineses se asentaron en Ibiza (Ebussus).
Los colonizadores, trajeron novedades que provocaron la aculturación de los pueblos costeros, generando la cultura ibérica (escritura, nuevos cultivos como vid y olivo, moneda e influencia artística).



2.3. Conquista y romanización: La pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.
En el s. II a. C. los romanos ya habían reparado en la importancia estratégica y económica de Hispania. Pero solo a partir de la guerra con Cartago, comienza la ocupación efectiva de la Península. Fases:
1. La Segunda Guerra Púnica (218-206 a.C.). Los Cartagineses conquistaron casi toda la península hasta el río Ebro y fundaron Cartago Nova. El tratado del Ebro con Roma frenó esta expansión (226 a. C.). Sin embargo, el ataque cartaginés a la ciudad de Sagunto, inició la guerra. A pesar de las peligrosas campañas de Aníbal, los romanos lograron derrotar y expulsar a los cartaginenses de la Península. Cuando acabó el conflicto, Roma solo dominaba las costas mediterráneas, habitadas por los pueblos iberos.
2. Anexión de la Meseta (siglo II a.C.). Una vez superados sus propios enfrentamientos civiles, los romanos se plantearon dominar a los pueblos del interior. En algunos casos se pacto con ellos, en otros hizo falta enfrentamientos militares. La guerra contra celtíberos y lusitanos se prolongó durante veinte años. El caudillo de los lusitanos, Viriato, fue asesinado. Los celtíberos, arrinconados en Numancia, fueron sitiados y derrotados. A finales de este siglo fueron vencidos los piratas baleáricos y anexionadas sus islas.
3. Las guerras cántabras (83-19 a.C.). Los pueblos del norte (cántabros, astures y vascones) se habían resistido fieramente a los romanos. Octavio Augusto movilizó un importante ejército y logró derrotarles (25 a. C.), pero nunca llegaron a ser dominados de manera efectiva.

Se denomina romanización a la progresiva desaparición o transformación de las estructuras sociales, lengua, cultura y religión de los indígenas en la península, frente a la poderosa influencia de la cultura romana. El efecto de este proceso no es igual en toda la península. Las zonas costeras (habitadas por los pueblos ibéricos) son romanizadas con facilidad. Las zonas interiores de la Meseta, habitadas por pueblos de escaso desarrollo, necesitarán más tiempo. Los pueblos del Norte apenas serán romanizados hasta la expansión del cristianismo.
Entre los factores que influyen en la romanización destacan: La incorporación de tropas indígenas al ejército romano; fundación de numerosas ciudades y campamentos militares, bien comunicados por calzadas; extensión del Derecho Romano; extensión del uso de la moneda romana y desarrollo del comercio; uso del latín como lengua oficial; extensión de los cultos romanos (paganismo y cristianismo).
El legado cultural romano da lugar a la cultura hispano-romana, que subsiste bajo el dominio visigodo. Este importante legado incluye: el derecho romano como ley fundamental que pasará al “fuero juzgo” visigodo y medieval; el cristianismo; agricultura latifundista de explotación; el latín, cuya evolución dará lugar en la Edad Media a la eclosión de las diferentes lenguas romances (gallego, portugués, castellano, catalán).



2.4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: Instituciones y cultura.
A partir del siglo III, la profunda crisis del Imperio Romano impedía proteger las fronteras. A principios del siglo V numerosos pueblos bárbaros (germánicos), como los Suevos, Vándalos y Alanos, atravesaron y asolaron la Península Ibérica. Fueron los visigodos, un pueblo germánico ya romanizado, los que pactaron con Roma (federados) para proteger y poner orden en Hispania. Al principio colocaron su capital en Toulouse (Reino de Tolosa) pero acabaron siendo expulsados de la Galia por los francos, y se consolidaron en Hispania (Reino de Toledo). Consiguieron unificar la Península tras derrotar a los suevos (instalados en Galicia) y a los bizantinos (asentados en la costa mediterránea), pero no lograron dominar a los pueblos del norte (astures, cántabros y vascones).
La monarquía visigoda era de carácter electivo (costumbre germánica que los visigodos conservaron). Esto generó una fuerte inestabilidad política, ya que eran constantes las luchas entre varios candidatos al trono. El monarca se apoyaba para gobernar en el Aula Regia (consejo formado por altos funcionarios, aristócratas y clérigos) y los Concilios de Toledo (Asambleas de carácter religioso que presidía el rey y que intervenían en asuntos legales).
Desde el punto de vista religioso, desde el principio hubo una convivencia entre visigodos arrianos e hispano-romanos católicos. Ambas comunidades vivían separadas y estaban prohibidos los matrimonios mixtos. Esto se debía a que los visigodos eran escasos en número y temían ser asimilados por la mayoría hispano-romana. Pero durante el reinado de Leovigildo se derogó esta prohibición. Su hijo Recaredo, acompañado de numerosos nobles visigodos, se convirtió al cristianismo romano, colocando esta religión como oficial del estado. Recesvinto promovió una ley única para ambas comunidades, denominada Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo) que derivaba del derecho romano y pasó a los reinos medievales peninsulares.
Los judíos, sin embargo, fueron mal asimilados y en muchos casos perseguidos.
La cultura visigoda estuvo marcada por la influencia romana. Sus representantes máximos difundieron la cultura clásica y utilizaron el latín. Destaca San Isidoro de Sevilla y su gran obra Etimologías.


3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-ÁNDALUS


3.1. Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba.
Los árabes, bajo el mandato de los califas Omeyas, habían conquistado todo el norte de África en el s. VIII. Se toparon con un Reino Visigodo en decadencia y en plena guerra civil por el trono. Los musulmanes pudieron llegar a la península para apoyar a uno de los bandos (witizianos).
LA CONQUISTA. En el año 711 Tarik desembarcó con 10.000 hombres. El rey Rodrigo fue derrotado en la batalla de Guadalete. Las tropas de Tarik lograron tomar Toledo, capital del reino visigodo. En el 712 Muza, gobernador de la provincia de África, desembarcó en Algeciras con 18.000 soldados más. Desde Toledo, Tarik y Muza completaron la conquista de la Península, excepto los pueblos del norte (Astures, Cántabros, Vascones) que se resistieron. La conquista fue muy rápida (sólo 5 años). Los musulmanes firmaron “capitulaciones” con nobles visigodos dispuestos a pagar para mantener sus propiedades (Todmir en Murcia y Ajuán en Portugal). El poderoso avance musulmán fue frenado por los astúres en la batalla de (Covadonga 722) y por los francos (Poitiers 732).
EMIRATO DEPENDIENTE (714-756).Al-Ándalus fue primero un emirato, es decir, una provincia del Califato Omeya de Damasco. Veintiún emires se sucedieron en el gobierno de la provincia desde Córdoba (que convirtieron en su capital). Los dominadores (árabes, sirios y bereberes) eran una minoría y chocaron entre ellos por el reparto de las tierras, ya que la élite árabe se quedó con las mejores. La conversión en masa, dio lugar a nuevos musulmanes o muladíes. Cristianos (mozárabes) y judíos fueron pueblos protegidos.
EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929). En el año 750 los Abasíes sustituyeron a los Omeyas en el gobierno del Imperio Árabe. El príncipe omeya Abderramán, que contaba con una numerosa clientela política en Al-Andalus, proclamó la independencia del Emirato Omeya de Córdoba, pero admitió la preeminencia religiosa de los califas de Bagdad. La presión cristiana era muy fuerte (nuevo reino de Asturias y Carlomagno). Por ello se crearon 10 provincias y tres marcas militares fronterizas (Badajoz, Toledo y Zaragoza). En la segunda mitad del siglo IX se produjo una aguda crisis política y social por una sublevación general de muladíes, judíos, mozárabes y bereberes contra la minoría árabe.
CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1030). A principios del siglo X, Abderramán III logrará acabar con todas las revueltas y reunificar Al-Ándalus. Además, tras la creación del Califato Fatimí en el Norte de África, decidió proclamarse califa, inaugurando el Califato de Córdoba. La segunda parte de su gobierno estuvo dedicada a combatir a los nuevos reinos cristianos del norte, que fueron sometidos a vasallaje. Le sucedieron Al-Hakem y el débil Hisham, que fue arrinconado por el hachib ALMANZOR. Almanzor se ganó la admiración y el respeto del ejército con sus campañas (aceifas) que obtenían un amplio botín para las arcas califales y para el mantenimiento de un enorme ejército de mercenarios. Almanzor saqueó León, Barcelona y Santiago de Compostela. A su muerte se derrumbó el Califato de Córdoba.





3.2. La crisis del siglo XI. Reinos de Taifas e imperios norteafricanos.
A la muerte de Almanzor se desmoronó el Califato de Córdoba. Surgen numerosos reinos independientes, llamados reinos de taifas.
PRIMERAS TAIFAS (1030-1086)
Según el grupo gobernante los reinos de Taifas se dividieron en tres tipos:
-Andalusíes: gobernadas por muladíes o árabes. Fueron las más extensas y ricas, incluyendo las marcas (Sevilla, Córdoba, Badajoz, Toledo, Zaragoza...).
-Bereberes: dominaron toda la costa andaluza y las zonas montañosas (Málaga, Granada, Ronda...).
-Eslavos: descendientes de esclavos europeos que habían luchado como oficiales junto a Almanzor. Ocupan la costa mediterránea (Almería, Valencia, Denia...).
Los reinos de Taifas mostraron una gran debilidad política y militar. Lucharon constantemente contra los cristianos, pero también entre ellos. Esto motivó que buscaran ayuda militar de los reinos cristianos para sus enfrentamientos. Al final, para garantizar su supervivencia, se vieron obligados a pagar un impuesto de vasallaje a los cristianos, denominado “paria”, ya que a pesar de su debilidad militar eran superiores económica y culturalmente a los cristianos. Tras la toma de Toledo por Alfonso VI de Castilla (1085), los reinos de taifas llaman en su ayuda a los almorávides.
Almorávides y Almohades mantienen rasgos comunes: eran una amalgama de pueblos diversos unidos por un movimiento religioso; construyeron grandes imperios africanos con capital en Marrakech; su visión del Islam era muy estricta e intolerante con judíos y cristianos; hablaban dialectos africanos que resultaban extraños a los andalusíes; su dominación generó un enorme descontento en la sociedad andalusí.
IMPERIO ALMORÁVIDE (1086-1140)
Derrotaron a Alfonso VI de Castilla en la batalla de Zalaca, pero no lograron recuperar Toledo, ni evitar que el rey aragonés Alfonso el Batallador, conquistara Zaragoza en 1118 Su intolerancia provocó la persecución de los judíos (matanza de Lucena) y la rebelión de la poblacion andalusí.
SEGUNDAS TAIFAS (1140-1147)
Todavía más débiles y enfrentadas que las anteriores, no pudieron aguantar el empuje cristiano y pidieron ayuda a los almohades.
IMPERIO ALMOHADE (1147-1212)
Derrotaron a los castellanos en la batalla de Alarcos, y se convirtieron en un grave peligro para todos los reinos cristianos. Su intolerancia provocó fuerte resistencia en algunas zonas de Al-Ándalus (Granada). Un ejército conjunto de todos los reinos cristianos, les derrotó en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212).
TERCERAS TAIFAS (siglo XIII)
Muy débiles, fueron conquistadas fácilmente por los cristianos a lo largo del siglo XIII. Los castellanos ocuparon los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y Murcia. Los aragoneses se anexionaron los reinos de Valencia y Mallorca. Solo sobrevivió el Reino Nazarí de Granada.






3.3. La organización económica y social

ECONOMÍA ANDALUSÍ. Frente a lo que ocurría en el mundo feudal cristiano, el motor principal de la economía andalusí no giraba en torno al campo, sino alrededor de la ciudad y el comercio, aún cuando la agricultura fuera riquísima.
En la AGRICULTURA predominaba el latifundio cultivado por aparceros, ya que tanto el Estado como la minoría árabe dirigente se convirtieron en importantes propietarios. Los musulmanes mantuvieron la vieja trilogía mediterránea (trigo, vid, olivo) y fueron expertos en el regadío (introducción de la noria) en Levante, Murcia y los valles del Ebro y Guadalquivir.
Introdujeron nuevos cultivos de uso artesanal (morera, lino, algodón) o alimentario (arroz, cítricos, azafrán, caña de azúcar). La huerta mediterránea actual es una herencia de los musulmanes.
En GANADERÍA destacaban los bereberes, que practicaban la trashumancia. A partir del siglo XIII se introduce la oveja merina, mucho más adecuada para la lana.
En MINERÍA se extraía mercurio, cobre y, sobre todo, oro y plata para mantener el sistema monetario.
ARTESANÍA Y COMERCIO. En los zocos de las grandes ciudades se podía apreciar la brillantez de la artesanía. Cada categoría profesional se emplazaba en un barrio o calle. Entre los productos destacan: piel, orfebrería, vidrio, seda, lino, cerámica, armas y fabricación de barcos (atarazanas).
Soporte esencial del comercio era la circulación monetaria. En Córdoba se encontraba la principal ceca, monopolio califal, donde se acuñaban el dinar de oro y el dirham de plata. Al-Ándalus jugó un papel sustancial en el comercio mediterráneo, sirviendo de intermediario entre las rutas orientales (seda, diamantes, especias), las rutas norteafricanas (marfil, esclavos, oro) y las rutas europeas (madera, esclavos).

SOCIEDAD ANDALUSÍ. Fue siempre muy heterogénea y jerarquizada, dependiendo de factores raciales, religiosos y económicos. La minoría árabe, formaba el grupo dirigente que ostentaba los principales cargos políticos y militares. Además poseía las mejores tierras en régimen de latifundio.
Los musulmanes no árabes ocupaban un lugar secundario y en muchas ocasiones entraron en conflicto con la minoría dirigente por el reparto de tierras o la negativa a pagar impuestos. Destacan los bereberes (ganaderos y soldados) y los muladíes (antiguos cristianos convertidos que vivían de la agricultura y la artesanía). Los judíos y mozárabes (cristianos) fueron considerados pueblos protegidos o dimníes. Pagaban un impuesto o dimna a cambio de conservar sus propiedades, leyes y culto.


3.4. El legado cultural.

EL PENSAMIENTO Y LAS CIENCIAS. El pensamiento y las creencias religiosas estaban estrechamente ligados en el Islam. En Al- Ándalus, la introducción a finales del siglo VIII de la doctrina malikí (caracterizada por su intransigencia), constituyó un serio obstáculo para el desarrollo del pensamiento. Sin embargo, durante el Califato de Córdoba (siglo X) se permitió una mayor libertad de pensamiento, apareciendo corrientes que diferían de la oficial.
Por otro lado, los musulmanes absorbieron el riquísimo legado cultural del mundo helenístico y otras culturas orientales. Por el mundo islámico circulaban numerosos manuscritos de carácter científico o literario, muchas veces textos recogidos de la tradición griega, persa, india, etc. El califa Al-Hakam II envió emisarios a todo el mundo islámico en busca de manuscritos árabes de interés científico y literario, reuniendo una importante biblioteca.
En el siglo XII se vivió un esplendor cultural, a pesar de la intransigencia de los almohades. En este siglo vivieron dos de los intelectuales más sobresalientes: el musulmán Averroes y el judío Maimónides. Ambos fueron filósofos y médicos prestigiosos.
LAS CIENCIAS fueron cultivadas ampliamente en Al-Ándalus: astronomía, matemáticas, botánica, farmacología, medicina, etc. En las matemáticas destaca la introducción, a fines del siglo IX, de un sistema de numeración de origen indio que después se difundió por todo el mundo cristiano. Los reyes cristianos recurrieron habitualmente a médicos musulmanes. La astronomía alcanzó su máximo esplendor en el siglo XI, cuando Azarquiel inventó las tablas astronómicas y la azafea (astrolabio).
LAS LETRAS. Se cultivó la poesía, tanto clásica (en la corte) como la popular. Dentro de esta última destaca la moaxaja, composición de tema amoroso que alcanzó gran difusión e incluía palabras en lengua romance (jarchas).
En la época de los reinos de Taifas, era frecuente el mecenazgo de los monarcas. El rey Al-Mutamid de Sevilla fue un poeta de gran brillantez. Pero la obra más importante es El Collar de la Paloma de Ibn Hazan, apasionado canto al amor que ejerció una enorme influencia en el mundo árabe y cristiano.
También hay que destacar la importancia de obras en prosa que narran viajes y descripciones geográficas, como las del famoso geógrafo El Idrisi.
La lengua árabe dejó una importante herencia en las lenguas peninsulares, con numerosos vocablos ligados a la agricultura, la guerra, el comercio o la artesanía.






3.5. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán.

Al igual que en otros aspectos, la religión impregna notablemente el arte musulmán.
En Al-Ándalus la arquitectura se nutría de la rica tradición romana y visigoda, que se une a los modelos árabes llegados desde oriente.
Por tanto se usa el arco de herradura visigodo, pero también elementos originales como los motivos decorativos geométricos, vegetales y epigráficos, ya que la religión prohibía representar al ser humano. Esta riqueza decorativa se realizaba en ladrillo vidriado, azulejo o yeso. Muchas veces ocultaba la pobreza de los materiales de construcción de los muros.
Desde el punto de vista de las mezquitas, hay que destacar la de Córdoba, construida entre los siglos VIII y X. Se realizaron varias ampliaciones sucesivas desde la primitiva planta. La parte más fastuosa data del reinado del califa Al-Hakam II (961-976). El mihrab fue decorado por artistas bizantinos. En la construcción se emplearon lujosos mármoles y bóvedas de nervios. Fuera de Córdoba la arquitectura religiosa produjo obras como la mezquita toledana de Bab-al-Mardún (Cristo de la Luz) y en el periodo almohade la Giralda de Sevilla, minarete de la gran mezquita almohade de la ciudad, desaparecida con la construcción de la catedral en el siglo XIV.
El palacio no era solo un espacio residencial, sino que era el centro del poder político representativo con connotaciones religiosas. Los musulmanes heredan y desarrollan el prototipo de palacio mediterráneo, con estancias abiertas a grandes patios ajardinados y con fuentes. Del periodo califal destaca el palacio cordobés de Medina-Azahara, construido por Abderramán III para su favorita. Del periodo de los reinos de Taifas queda el palacio de la Aljafería de Zaragoza. Pero el conjunto más impresionante corresponde a la última dinastía musulmana de la península. Los Nazaríes de Granada construyeron el impresionante complejo de la Alhambra entre los siglos XIII y XV. Lo forman un conjunto de palacios de carácter residencial, como el Patio de los Leones, una zona de administración y representación política como el Mexuar o Patio de los Arrayanes, un área de huertas y esparcimiento como el Generalife y una fortaleza (la Alcazaba).



4. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS

4.1. Los primeros núcleos de resistencia
Desde el siglo VIII se formaron los primeros focos de resistencia cristiana frente al rápido avance musulmán, aprovechando el paisaje agreste de las cordilleras cantábrica y pirenaica. El núcleo occidental avanzó mucho más rápido en su expansión, debido al abandono del valle del Duero. Los núcleos orientales, en cambio, se paralizaron durante siglos por el poder musulmán asentado en Zaragoza.
EL NÚCLEO OCCIDENTAL O ASTURIANO.
Parece ser que el origen del Reino de Asturias pudo ser un pacto entre nobles visigodos huidos a las montañas cantábricas y los pueblos astur y cántabro. Pelayo, considerado un noble visigodo, venció a los musulmanes en Covadonga (722), enfrentamiento que probablemente fue solo una escaramuza. Alfonso I (739-757) fue el verdadero fundador de la monarquía asturiana. Aprovechando la revuelta de los bereberes contra los árabes ocupó Galicia. Alfonso III extendió sus dominios hasta el río Duero y conquistó León (854) que se convirtió en la nueva capital. El Reino de León logró su rápida expansión aprovechando los problemas políticos y los enfrentamientos étnicos del Emirato y el Califato de Córdoba. Realizó la enorme empresa de la repoblación del valle del Duero. Entró en contacto con comunidades de mozárabes, que transmitieron al nuevo estado la tradición visigoda y la idea de “reconquista”. Pero la diversidad geográfica, social y cultural del enorme reino desembocó en la independencia de algunos territorios a partir del siglo X (Castilla y Portugal).
EL NÚCLEO ORIENTAL O PIRENAICO.
En los valles pirenaicos, poblaciones cristianas refugiadas acabaron pidiendo ayuda a los francos. El emperador Carlomagno creó la Marca Hispánica (792), que incluía Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y los condados catalanes. La finalidad de este territorio era la protección frente a incursiones musulmanas. No se incluyó a los vascones, que derrotaron a los francos en una emboscada (Roncesvalles 778). Con la disgregación del Imperio de Carlomagno en el siglo IX, estos territorios comenzaron su camino hacia la independencia, que pasa por la disminución progresiva de la influencia francesa. Se formaron El Reino de Pamplona (más tarde Navarra) y El Condado de Aragón (que se anexionó Sobrarbe y Ribagorza). El Condado de Barcelona, era el más poderoso de todos los existentes en Cataluña, y acabó anexionándose todos los demás. Los catalanes vivieron durante más tiempo la influencia francesa. A finales del siglo IX, Vifredo el Velloso consigue la total independencia.





4.2. Principales etapas de la reconquista.

Se denomina “Reconquista” al periodo de la historia de España comprendido entre el año 722 (Batalla de Covadonga) y el año 1492 (conquista de Granada por los Reyes Católicos). Los primeros núcleos cristianos combatieron para sobrevivir, pero el contacto con los mozárabes, propició la idea de recuperación del reino visigodo (“Reconquista”).

PRIMERA ETAPA (siglos VIII, IX y X). Se corresponde con los siglos de claro predominio musulmán (Emirato y Califato de Córdoba). En las montañas del norte se fundan los focos cristianos de resistencia. En el foco occidental El Reino Astur-Leonés ocupó el Valle del Duero, prácticamente abandonado. Fue repoblado por Alfonso III. En el foco oriental, ni La Marca Hispánica de Carlomagno, ni los condados posteriores lograron avanzar.

SEGUNDA ETAPA (siglo XI y XII). Se abre un segundo periodo en el que el denominador común será el equilibrio cristiano-musulmán tras el hundimiento del Califato y la división en reinos de Taifas. Solo los almorávides y almohades frenaron temporalmente la expansión cristiana. El Reino de León entró en crisis por la independencia de Castilla y Portugal. El Reino de Navarra tuvo un gran esplendor con Sancho III que reunió en su corona casi todos los reinos cristianos. Posteriormente, Navarra queda aislada de la Reconquista. El Reino de Castilla, antiguo condado de León, se extendió con un enorme dinamismo. Alfonso VI superó el Sistema Central y conquistó Toledo (1085), arrinconando a León, que acabará unido a Castilla (Castilla y León). El siglo XII, será el gran siglo de la expansión de los reinos orientales. El Reino de Aragón, al mando de Alfonso el Batallador, tomó Zaragoza (1118). La unión de Aragón y el condado de Barcelona dio lugar a la Corona de Aragón.

TERCERA ETAPA (siglo XIII). La derrota de los almohades en las Navas de Tolosa (1212) significa la total hegemonía cristiana. Los dos grandes reinos peninsulares: la Corona de Aragón y el Reino de Castilla y León pactaron la reconquista (tratados de Tudillén y Almizra). Fernando III el Santo, rey de Castilla, ocupó todo el valle del Guadalquivir y Murcia. Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, ocupó Valencia y Baleares. Portugal continuó su expansión hasta el Algarve.

CUARTA ETAPA (siglos XIV y XV). Las luchas internas en los reinos peninsulares (especialmente en Castilla) y la presencia de la peste, paralizaron la reconquista. El reino nazarí de Granada, único estado musulmán, sobrevivió pagando tributos a Castilla. Serán finalmente Los Reyes Católicos los que tomen Granada en 1492.





4.3. La península Ibérica en la Edad Media: Modelos de repoblación y organización social de los reinos cristianos.

Se entiende por repoblación a la ocupación pacífica de las tierras vacías o reconquistadas a los musulmanes para habitarlas y cultivarlas, y obtener así el control del territorio.
El proceso de repoblación se puede dividir en varias fases:
1. REPOBLACIÓN MONACAL Y PRIVADA (siglo VIII al XI). El rey autorizaba la libre ocupación de las tierras, que pasaban a ser propiedad del ocupante por el mero hecho de roturarlas y cultivarlas (presura, en Aragón aprissio). A veces los ocupantes eran monjes que fundaban un monasterio o campesinos particulares. Así se repobló la zona del Duero, en donde surgió una masa de campesinos libres. Estos repobladores eran asturianos, cántabros, vascos y mozárabes (que huían de Al-Ándalus).
2. REPOBLACIÓN CONCEJIL (siglos XI y XII). La zona entre el Duero y el Tajo se repobló con la fundación de municipios (concejos). Los reyes de Castilla y León concedieron Cartas Pueblas, autorizando la creación de concejos. También otorgaron los fueros, privilegios concedidos para atraer nuevos habitantes y que los convertía en vasallos del rey y no de los nobles. Estos privilegios atrajeron a campesinos deseosos de librarse del poder señorial, incluidos numerosos extranjeros, sobre todo franceses (“francos”). Entre los fueros más antiguos destacan Sahagún, Sepúlveda, Salamanca, Ávila, Segovia, Soria, Madrid, Toledo, Cuenca y Talavera.
3. REPOBLACIÓN DE LAS ÓRDENES MILITARES (siglos XII y principios del XIII). La repoblación de las tierras situadas en Extremadura y La Mancha fue realizada por las Órdenes Militares. Eran unas instituciones de caballeros, mitad monjes, mitad soldados, que nacieron en la segunda mitad del siglo XII con el fin de defender permanentemente las fronteras contra los musulmanes. A cambio el rey les concedió la posibilidad de repoblar las tierras que conquistaran con campesinos siervos. Destacaban las órdenes de Alcántara y Santiago (Extremadura), Calatrava y San Juan (la Mancha) y Montesa (Aragón). Algunas villas bajo protección real fueron la excepción (Ciudad Real).
4. REPOBLACIÓN MIXTA (siglo XIII, XIV y XV). Andalucía se repobló por medio de concejos, donadíos (extensas tierras que el rey concedía a los nobles y a la Iglesia) y heredamientos (parcelas que se entregaban libremente a los que acudían a colonizarlas). En un primer momento la gran, mediana y pequeña propiedad convivieron. Tras la sublevación mudéjar de 1264, los mudéjares son expulsados de Andalucía. Esta medida produjo grandes despoblados y un aumento de las grandes propiedades. Aquí está el origen del latifundio andaluz.




4.4. Diversidad cultural: Cristianos, musulmanes y judíos.

En Al-Ándalus y en los territorios cristianos, judíos, cristianos y musulmanes convivieron en las mismas ciudades, aunque en barrios separados. Están documentadas las relaciones económicas, comerciales e incluso de amistad entre miembros de las tres comunidades. La Escuela de Traductores de Toledo, fundada por Alfonso X el Sabio, fue un buen ejemplo de esa convivencia.
CRISTIANOS: Tras la invasión musulmana, numerosas comunidades cristianas pactan su permanencia en territorio de Al-Ándalus. Eran los mozárabes, considerados dimníes o pueblos protegidos. Las autoridades musulmanas les permitieron conservar sus iglesias y mantener sus costumbres y leyes (Fuero Juzgo), a cambio del pago de un tributo o dimna. Vivían en barrios separados y en ocasiones sufrieron persecuciones. Muchos acabaron huyendo a los reinos cristianos del norte, donde participaron en la repoblación. El arte mozárabe mezcla edificios cristianos con ornamentación musulmana.
MUSULMANES: Eran mayoría en Al-Ándalus (árabes, bereberes y muladíes o conversos. Con la conquista cristiana se convierten en mudéjares, musulmanes que viven bajo dominio cristiano. Eran hábiles agricultores, artesanos y albañiles. Habitaban sus propios barrios denominados “morerías”. La presión cultural y los impuestos, forzó a muchos a emigrar a Granada. Su toque decorativo determina el llamado arte mudéjar.
JUDÍOS: Tras la invasión musulmana los judíos se convirtieron en dimníes o protegidos (como los mozárabes). Vivían en sus propios barrios, llamados juderías o aljamas, presentes en casi todas las ciudades. Fueron perseguidos por los invasores norteafricanos. A medida que avanzaba la reconquista, las comunidades judías se integraron en las ciudades cristianas. En general, la convivencia fue razonable. Pero la privilegiada posición económica de algunos de ellos fue vista con enojo por la población cristiana, sobre todo entre las clases más humildes. En el siglo XIV el antisemitismo aumentó ya que todas las desgracias que acontecían eran achacadas a los judíos (como la peste), lo que desembocaba en matanzas o razzias. En 1492 los Reyes Católicos firmaron el decreto de su expulsión. Los judíos construyeron hermosas sinagogas de estilo mudéjar, sobre todo en Toledo.


4.5.Manifestaciones artísticas.
En la península Ibérica, aparecen diversos estilos prerrománicos de gran importancia durante los siglos VII,VIII, IX y X. Destacan el arte visigodo, asturiano y mozárabe. También llegarán a la península los estilos internacionales que se extendían por toda Europa Occidental.
El ROMÁNICO es el primer estilo internacional del arte cristiano medieval. Se desarrolló en Europa Occidental desde mediados del siglo XI hasta finales del siglo XII. Es un arte muy ligado al mundo rural y las peregrinaciones religiosas. En la península tuvo un papel destacado el Camino de Santiago, que desembocaba en la tumba del apóstol y partía desde Francia. El estilo románico se plasma principalmente en edificios religiosos (iglesia y monasterio). Utiliza el arco de medio punto, la bóveda de medio cañón y la torre sobre el crucero o cimborrio. Los techos abovedados se apoyaban en gruesos muros con escasas ventanas y reforzados con contrafuertes. En la península se añade la influencia islámica.
En Cataluña, se desarrolló un primer románico de influencia italiana. Se trata de pequeñas iglesias de montaña, con altos campanarios y pinturas interiores. Destaca el conjunto del Valle de Tahull, en Lérida. En el Camino de Santiago destacan a Catedral de Jaca, San Martín de Frómista (Palencia), San Isidoro de León y la magnifica catedral de Santiago de Compostela, considerada la culminación del románico peninsular. En escultura, la península es especialmente rica. Es una escultura ligada a la arquitectura. Destaca el claustro de Santo Domingo de Silos, y la fachada de las Platerías de Santiago de Compostela y la de San Isidoro de León. Pero la culminación es el Pórtico de la Gloria se Santiago de Compostela, que abre el camino al gótico. En pintura destaca la escuela catalana de influencia bizantina (Tahull) y el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León.
El GÓTICO nace a mediados del siglo XII en Francia y se prolonga hasta el siglo XV. Al contrario que el románico, es un arte urbano ligado a la catedral, pero también a edificios civiles como ayuntamientos. Se busca la inspiración en la naturaleza. Se utiliza el arco ojival y la bóveda de crucería. El uso de poderosos arbotantes y contrafuertes permite abrir amplios ventanales en los muros, que se llenan de vidrieras.
En España este estilo en el siglo XII, y después de una fase de transición cisterciense, se construyeron las grandes catedrales del siglo XIII (Burgos, León y Toledo). En el siglo XIV los principales edificios se construyen en la corona de Aragón (catedrales de Barcelona, Gerona y Palma de Mallorca).
En el siglo XV se edificaron los últimos grandes templos (catedral de Sevilla) y llega la influencia de Flandes (gótico flamígero) y musulmana (gótico mudéjar). La unión de estilos (gótico, flamígero, mudéjar) desemboca en un estilo tardío que se denomina Gótico Isabelino. La escultura gótica, subordinada también a la arquitectura, muestra una enorme naturalidad en las formas anatómicas y los gestos. La pintura alcanzó su máxima elegancia con la extensión del llamado gótico internacional.





5. LA BAJA EDAD MEDIA. CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV.


5.1. La organización política. Las instituciones.
EL REINO DE CASTILLA Y LEÓN. El rey gozaba de extensos poderes, aunque estaba limitado por las Cortes.
El Palatium o Corte estaba integrado por los que rodeaban al rey y le auxiliaban en las tareas de gobierno, destacando la Curia Regia, órgano consultivo donde estaban los magnates del reino.
La justicia corría a cargo de los nobles en sus feudos y de los agentes del monarca en las ciudades. En el siglo XIII se generalizó el derecho romano gracias a las recopilaciones de Alfonso X el Sabio (el Espéculo, el Fuero Real y las Partidas).
Las Cortes nacieron en el siglo XII como una ampliación de la Curia Regia que además de obispos y nobles, admitía representantes de las grandes ciudades. En ellas se aprobaban los subsidios otorgados al rey y se presentaban quejas o agravios. Pero no podían legislar.
El Honrado Concejo de la Mesta, nació en el siglo XIII como institución protectora de los ganaderos trashumantes. Defendía los intereses económicos de Iglesia, Órdenes Militares, Nobleza y Monarquía, muy implicados en el comercio de la lana.
El Concejo era la institución más representativa en el ámbito local. Tenía su origen en la repoblación y eran reuniones abiertas del conjunto de los vecinos. Los concejos fueron ganando en autonomía con respecto al delegado del rey (corregidor). Elegían a los jueces y alcaldes de la villa. También fueron perdiendo progresivamente su carácter abierto y acabaron dominados por la elite urbana: baja nobleza (hidalgos), el clero y los campesinos más ricos.
EL REINO DE ARAGÓN se puede considerar una confederación de reinos (Aragón, Valencia, Mallorca y Condado de Cataluña), cada uno con sus propias Cortes, leyes y costumbres. El elemento que les cohesionaba era el monarca, que ejercía su autoridad sobre todos ellos, a través de la figura de los virreyes. La política de pactismo, evitó conflictos de poder entre el rey y los nobles.
Las Cortes (una por cada reino) poseían más poder que las castellanas, ya que tenían función legislativa. El rey se comprometía a respetar el derecho de cada reino, en un código denominado Usatges (Usos). Además las Cortes supervisaban los impuestos recaudados y los gastos.
En Cataluña, los miembros de las cortes se reunían permanentemente (Generalitat).
La vida local giraba en torno a los municipios, que evolucionaron de manera muy parecida a los concejos castellanos. El papel de los delegados del rey (corregidores) se fue debilitando a medida que los consejos urbanos eran dominados por las elites (hidalgos, burgueses enriquecidos, obispos). Esto provocó conflictos en el Consejo del Ciento de Barcelona.


5.2. Crisis demográfica, económica y política.
LA CRISIS DEMOGRÁFICA. Las malas cosechas y el hambre a principios del siglo XIV, precedieron al impacto de la peste negra, que llegó en 1348, procedente del Mediterráneo Oriental. Cataluña perdió el 40% de la población. Aragón el 30%. Castilla el 25%.
Se inició por tanto, un siglo de regresión demográfica, con una mortalidad catastrófica y el despoblamiento de las zonas rurales. Esto aumentaba el hambre generalizada y favorecía la extensión constante de la peste.
LA CRISIS ECONÓMICA. La peste negra trajo dos graves consecuencias económicas.
-Crisis agrícola. El despoblamiento del campo y la caída de la producción, aumentó los precios, lo que agravó la situación de pobreza y hambre.
-Hundimiento del comercio y las actividades artesanales en las ciudades. La pobreza generalizada impedía la compra de productos. La peste incomunicaba unas ciudades con otras y cortó temporalmente las rutas comerciales.
En Castilla se consolidó la economía ganadera sobre una agricultura en crisis. Aprovechando el despoblamiento del campo, las cañadas del ganado lanar trashumante invadieron las zonas agrícolas. El concejo de la Mesta (que agrupaba intereses de la Corona, la nobleza y la Iglesia) obtuvo de los reyes grandes privilegios que perjudicaron a la agricultura y que fueron apodados como “leyes del hambre”. En la Corona de Aragón, Cataluña sufrió el hundimiento de su comercio mediterráneo y de sus actividades artesanales.
CRISIS SOCIAL Y POLÍTICA. El descontento social provoca todo tipo de rebeliones y enfrentamiento.
Rebeliones campesinas antiseñoriales. Estallaron por los “malos usos” (cobros ilegales de los nobles a sus campesinos para compensar la caída de las rentas feudales). Fueron muy graves la de los payeses de remensa en Cataluña y la de los Irmandiños en Galicia.
Conflictos urbanos. Se produjeron matanzas de judíos, a los que se culpaba de la peste. En algunas ciudades, burgueses y nobles se enfrentaron a los artesanos y otros sectores empobrecidos (conflicto urbano de Barcelona entre la Biga y la Busca).
Luchas políticas. Enfrentamiento entre una nobleza muy afectada por la crisis económica y una monarquía que busca su fortalecimiento. En Castilla este enfrentamiento alcanza su culminación durante la guerra entre Pedro I “el Cruel” y su hermanastro Enrique Trastámara.




5.3. La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.
Por los tratados de Cazorla, Almizra y Elche (1304), la Corona de Aragón tenía cerrada su expansión hacia el sur peninsular, al ceder los derechos sobre Murcia a Castilla. Por otra parte, el tratado de Corbeil (1258) les impedía intervenir en el sur de Francia.
En el mar Mediterráneo los catalanes tenían intereses comerciales que solo podían defenderse con ayuda militar. Por tanto, la política exterior aragonesa de la Baja Edad Media se volcó en la expansión por el mediterráneo. Además esta impresionante expansión agudizó las tensiones nobleza-burguesía y entre aragoneses y catalanes, cuyos intereses económicos eran muy distintos.
Jaime I “el Conquistador” había ocupado Mallorca (1229) e iniciado la expansión mediterránea. Catalanes y valencianos se lanzaron a la navegación y el comercio marítimos.
Pedro III “el Grande”, casado con una princesa siciliana, reclamaba la isla de Sicilia, que se encontraba bajo dominio de los Anjou franceses. La rebelión de la población en 1282 (“vísperas sicilianas”) favoreció su intervención y la ocupación de la isla.
Jaime II “el Justo”, después de una larga guerra contra Génova, conquistó y ocupó Cerdeña (1326), pero no pudo conservar Córcega, que quedó en manos genovesas. Desde Sicilia, a finales del reinado de Jaime II, partió la expedición de los almogávares (soldados mercenarios de origen catalán). Con Roger de Flor como jefe, acudieron en ayuda del emperador bizantino contra los turcos. Posteriormente se anexionaron dos ducados (Atenas y Neopatria) que pasaron a integrarse en la Corona de Aragón (1379).
Alfonso V “el Magnánimo” conquistó Nápoles en 1443, aprovechando la petición de ayuda de la reina Juana, que estaba sitiada por los Anjou. Ocupó la ciudad e incorporó todo el reino a la Corona de Aragón. De esta manera los aragoneses establecieron las bases de la futura hegemonía española en Italia.

5.4. Las rutas atlánticas: Castellanos y portugueses. Las islas Canarias.
Durante los siglos XIII, XIV y XV, castellanos y portugueses culminaron su reconquista peninsular, por lo que tuvieron que buscar nuevas vías para mantener su política expansionista.
Según algunos historiadores, la “mentalidad de reconquista” impulsó a castellanos y portugueses a buscar nuevos territorios. Pero es evidente que razones de índole económica (necesidad de oro, demanda de especias) influyeron en sus proyectos, ya que las rutas comerciales quedaron bloqueadas por los turcos tras la conquista de Constantinopla (1453).
Los avances técnicos en la navegación, especialmente la brújula, el astrolabio, las nuevas naves y la cartografía, impulsaron las navegaciones.
PORTUGAL. Durante los siglos XIV y XV Portugal exploró las costas de África, ya que deseaba bordear el continente para llegar a las especias de la India. El príncipe Enrique el Navegante fundó una escuela náutica y cartográfica en el puerto de Sagres. Los primeros pasos fueron la ocupación de Ceuta y Tánger (1415), Madeira (1419), Azores (1432) y Cabo Verde (1445). En 1487 Bartolomé Díaz dobló el Cabo de Buena Esperanza. Finalmente Vasco de Gama llegó a la India en 1498. Los castellanos ya habían descubierto América en 1492, lo que provocó un conflicto por el dominio de los mares y los territorios descubiertos.
CASTILLA. La conquista de Canarias fue iniciada por Juan de Bethencourt durante el reinado de Enrique III de Castilla. La resistencia de los pueblos indígenas (guanches) fue encarnizada y solo se acabó la conquista durante el reinado de los Reyes Católicos. Esto provocó un conflicto con Portugal, que consideraba que las islas estaban dentro de su zona de influencia. El tratado de Alcaçovas (1479) dejó Canarias en manos de Castilla, a cambio de que los castellanos no se inmiscuyeran en la ruta portuguesa de África. El descubrimiento de América provocaría nuevos conflictos entre Castilla y Portugal.










6. LOS REYES CATÓLICOS: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO MODERNO.



6.1. Unión dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón.
La llegada de Isabel de Castilla al trono, estuvo llena de dificultades. Las relaciones con su hermano, el rey Enrique IV de Castilla, fueron muy difíciles. El rey la nombró heredera en Toros de Guisando (1468), pero posteriormente la desheredó. Tras la muerte de Enrique IV, Isabel se enfrentó por el trono con su sobrina Juana la Beltraneja (apoyada por el rey de Portugal) y la derrotó en la batalla de Toro. En el Tratado de Alcaçovas (1479), Portugal retira el apoyo a Juana y obtiene ventajas marítimas. Este mismo año muere Juan II de Aragón, y Fernando accede al trono.
LA UNIÓN DINÁSTICA DE ISABEL DE CASTILLA Y FERNANDO DE ARAGÓN dio origen a una nueva entidad política, conocida como monarquía hispánica. Los distintos territorios que la integraban (Castilla y León, Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca) solo tenían en común los monarcas reinantes. Cada reino conservaba sus Cortes, leyes, costumbres e instituciones. Los castellanos eran considerados legalmente extranjeros en Aragón, y viceversa. Permanecían las fronteras entre los reinos y los pagos en las aduanas. Las cortes de los diferentes reinos siguieron reuniéndose separadamente. La moneda era también distinta, aunque llegaran a acuñar alguna moneda con sus dos efigies.
Por tanto la unión de las dos coronas fue personal, pero no institucional. La denominación de España aún no era frecuente. Los reyes católicos nunca utilizaron tal título y se hacían llamar con la denominación de todos los reinos que conformaban su unidad. Para mantener el equilibrio entre ambos estados (dada la superioridad territorial y demográfica de Castilla) los reyes pactaron un cuidadoso reparto de competencias en la Concordia de Segovia (1479). La justicia se dispensaría conjuntamente, las leyes y disposiciones reales serían firmadas por ambos y las instituciones de los diferentes reinos jurarían lealtad a los dos, los impuestos de cada reino se dedicarían a su territorio y se creaban unas armas (escudo) conjuntas. El área de expansión exterior quedó muy delimitada. Los castellanos no intervendrían en Italia, ni los aragoneses en el Atlántico.


6.2. Los Reyes Católicos: La conquista del Reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra.
La larga supervivencia del Emirato Nazarí de Granada (dos siglos y medio) se debió a las querellas entre los reinos cristianos, las guerras civiles en Castilla, la crisis económica y demográfica del siglo XIV, y el pago de parias con oro por parte de Granada.
Pero a mediados del siglo XV los portugueses inauguraron la vía marítima para llegar a Guinea, y el oro sudanés deja de llegar a Granada.
El Reino de Granada disponía de una defensa natural nada desdeñable: el Sistema Penibético. Además por sus puertos podía recibir ayuda de los musulmanes de África.
La campaña se preparó como una cruzada contra los infieles. En 1482 el papa Sixto IV emitió la bula de cruzada. La guerra se prolongó diez años. La latente guerra civil granadina entre Boabdil y Zagal favoreció el avance castellano. La primera fase se concentró en la zona occidental, con la toma de Ronda y Málaga. Luego se avanzó en la zona oriental, con la conquista de Almería. De esta manera se aislaba a Granada de una posible ayuda llegada desde África. Los granadinos resistieron en la bien fortificada ciudad. Sin embargo, a comienzos de enero de 1492 entregaron la ciudad a los atacantes. Previamente, Boabdil había pactado con los Reyes Católicos las condiciones de la rendición, a cambio del respeto de las costumbres y religión de sus habitantes. Granada pasó a depender de Castilla y se le concedió representación en las Cortes. Aunque los reyes se comprometieron a respetar la religión de los vencidos, el recién nombrado arzobispo de Granada puso en marcha el programa de cristianización forzosa de la población.

Tras la muerte de Isabel, Fernando el Católico contrajo matrimonio con la princesa navarra Germana de Foix. Con ello intentaba atraer a Navarra a la órbita de Aragón. Pero el Reino de Navarra llevaba muchos siglos bajo influencia francesa y estaba desgarrado por una guerra civil entre Agramonteses y Beaumonteses. Los navarros firmaron con Luis XII de Francia el Tratado de Blois, por el que sellaban una alianza que les asegurara su independencia.
Fernando consideró este pacto como una declaración de guerra, y ordenó al Duque de Alba la inmediata ocupación del Reino de Navarra, reclamando los derechos al trono de su mujer. La ocupación se realizó con tropas castellanas en solo dos meses, con ayuda del bando beaumontés. Pamplona capituló el 25 de Julio de 1512 sin oponer resistencia. En 1513 las Cortes navarras juraron fidelidad a Fernando, que supo atraerse a los navarros respetando sus leyes propias (Fueros de Navarra). Navarra quedó en un primer momento en manos de la Corona de Aragón, pero las Cortes de Burgos (1515) declararon la unión de Navarra a Castilla, ya que había sido ocupada por tropas castellanas.





6.3. La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal.
LAS ISLAS CANARIAS estaban pobladas por una raza alta, corpulenta, de ojos azules y pelo rubio (los guanches) con la cual convivían otras étnias más morenas de origen africano. Vivían en clanes con un nivel de desarrollo neolítico.
Enrique III de Castilla apoyó a Juan de Bethencourt y La Salle, aventureros normandos que lograron conquistar Lanzarote y Fuerteventura. En 1478 los Reyes Católicos decidieron retomar el proyecto y nombran jefe de su ejército a Pedro de Vera, que logró conquistar Gran Canaria. Esta isla sirvió de base para la conquista del resto del archipiélago. Tenerife presentó una dura resistencia y necesitó cuatro duras campañas. La imposición de la cultura castellana fue rápida, mediante la cristianización de los naturales, el mestizaje (fomento de matrimonios mixtos) y el respeto a las propiedades de los jefes guanches fieles a la corona. Se organizaron en cada isla cabildos, al estilo de los concejos castellanos.
LAS RELACIONES ENTRE LOS REYES CATÓLICOS Y PORTUGAL fueron siempre delicadas. No en vano, Isabel de Castilla subió al trono después de derrotar a Portugal, que apoyaba la candidatura de su sobrina Juana. Además Portugal reclamaba Canarias. El tratado de Alcaçovas (1479) significó la renuncia definitiva de los portugueses a apoyar a Juana la Beltraneja. A cambio, los castellanos no se inmiscuirían en la ruta portuguesa de las costas de África, pero mantenían el dominio de Canarias. Las tensiones se acrecentaron por la llegada de Cristóbal Colón a América. Los portugueses, que bordeaban África y aún no habían alcanzado la India, reclamaron una parte de las tierras descubiertas. Por el Tratado de Tordesillas (1494), Castilla y Portugal se repartían el mundo en dos hemisferios, siendo el occidental para Castilla y el oriental para Portugal. Los Reyes Católicos buscaron completar la unión peninsular y concertaron matrimonios con la familia real portuguesa para buscar una futura fusión dinástica que no lograron conseguir.


6.4. La organización del Estado: Instituciones de gobierno.
Los Reyes Católicos pusieron las bases para la creación de una monarquía autoritaria que hiciera frente a los poderes de los estamentos privilegiados y que se dotase de instituciones y organismos eficaces para afirmar la autoridad real. El resultado es la base de la futura monarquía hispánica de los Austrias.
La NOBLEZA era el principal impedimento para el reforzamiento de la autoridad real. Los monarcas le quitaron influencia política a cambio de realizar importantes concesiones económicas y sociales en las Cortes de Toledo (1480).

En el ámbito LOCAL, los monarcas tratan de controlar la autonomía de los Concejos municipales. Los reyes reforzaron la figura del corregidor, encargado de transmitir a las ayuntamientos las órdenes de la corte. Los corregidores disfrutaban de autoridad militar, presidían los concejos y recaudaban tributos. En la Corona Aragonesa destaca la figura del virrey, que tenía los mismos poderes que el monarca.
En el ámbito JURÍDICO, se reestructuraron las Audiencias o Chancillerías, como principales tribunales. Existían dos en Castilla, la de Valladolid y la de Granada, que juzgaban asuntos en sus respectivos territorios (al norte y al sur del Tajo). La corona nombraba los letrados (oidores), que procedían de la baja nobleza y la burguesía. En Aragón destaca la figura del Justicia Mayor, que defendía los fueros y mediaba con el rey.
REORGANIZACIÓN GENERAL DEL PODER POLÍTICO. Los reyes eran asistidos por Consejos, en los que participan clérigos y nobles, pero también funcionarios de origen burgués. El Consejo Real de Castilla era el predominante, debido al potencial del reino, pero existían otros consejos territoriales (Consejo de Aragón, Consejo de Indias). También se crearon consejos relativos a asuntos concretos (Consejo de la Inquisición, Consejo de Hacienda). Las CORTES perdieron peso político y los reyes apenas las convocaron, aunque seguían dependiendo de sus subsidios. Se fundó además la Santa Hermandad, que podemos considerar un embrión de ejército permanente y asumía el papel de vigilar caminos y ciudades.
La UNIDAD RELIGIOSA obsesionaba a los Reyes Católicos, como culminación de su reforma estatal. La Inquisición se convirtió en la única institución que podía intervenir en todos los reinos. Esto se completó con el bautizo forzoso de mudéjares y el Decreto de expulsión de los judíos (1492).


6.5. La proyección exterior. Política italiana y norteafricana.
Durante el reinado de los Reyes Católicos se planteó una activa política exterior, que sienta las bases de lo que será el futuro Imperio Hispánico de los Habsburgo. Los monarcas plantearon su política exterior como algo conjunto, aunque en la práctica hay una separación nítida de los intereses de Castilla, volcados en el Atlántico y los de Aragón, vinculados al Mediterráneo. Los Reyes Católicos establecieron por primera vez embajadores permanentes en las capitales extranjeras.
La vieja rivalidad mediterránea entre Aragón y Francia, se reavivó en este periodo. Fernando el Católico deseaba recuperar el Rosellón y la Cerdaña, cedidos a Francia por su padre Juan II, así como frenar a este país en Italia. El Mediterráneo era un área vital para la Corona de Aragón, ya que era donde se desarrollaba la intensa actividad comercial de catalanes y valencianos. Para ello los Reyes Católicos prepararon minuciosamente una política de alianzas matrimoniales con Portugal, Inglaterra, Borgoña y Austria, que perseguía el aislamiento de Francia. La habilidad diplomática del rey Fernando consiguió, mediante el Tratado de Barcelona (1493), la recuperación de los territorios del Rosellón y la Cerdaña, a cambio de permitir la expansión francesa en el norte de Italia. Sin embargo el rey francés, Carlos VIII, rompió el tratado en 1495, cuando conquistó Nápoles, que estaba gobernada por descendientes de la familia real aragonesa. Se formó la Liga Santa contra Francia (Aragón, Génova, Venecia, Inglaterra, los Habsburgo y el Papa). Al mando de todos los ejércitos estaba Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado “el Gran Capitán”, que fue el militar más importante de todo el reinado. En 1503 se conquistó Nápoles, que pasó definitivamente a Aragón.
También se hacía necesaria la intervención contra los musulmanes del norte de África, aliados de los turcos y que ponían en peligro la navegación mediterránea. Melilla fue conquistada en 1497. A partir de 1505 se ocupó el peñón de la Gomera, Orán, Bujía, Trípoli y Argel. Con esto se pretendía atacar las bases de los piratas berberiscos y proteger la navegación entre las costas levantinas e Italia.



7. EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y CREACIÓN DEL IMPERIO COLONIAL


7.1. El descubrimiento de América.
Tras el Tratado de Alcaçovas (1479), Castilla no podía intervenir en la navegación de la ruta africana, que pertenecía a Portugal. Esto impulsó a Isabel a aceptar los planes de un desconocido llamado Cristóbal Colón.
Poco se sabe de la figura de Colón. Se cree que nació en Génova y era de origen humilde. Trabajó como navegante para varias compañías italianas y portuguesas. Había estudiado mapas y teorías de navegación antiguas, como las de Ptolomeo y Toscanelli, que establecían la posibilidad de llegar a oriente siguiendo la ruta atlántica. Colón recuperó esto planes, aunque calculó erróneamente la distancia y no contaba con la presencia de un nuevo continente. Los motivos por los que los Reyes Católicos apoyaron su proyecto fueron, por una parte, el deseo de expandir la religión católica (mentalidad fruto de la Reconquista) y, por otra, el interés económico por el oro y las especias orientales. Los Reyes Católicos estaban conquistando el Reino Nazarí de Granada en 1492, y necesitaban dinero urgentemente. Isabel aceptó los planes de Cristóbal Colón para abrir una ruta occidental hacia la India. El contrato entre Colón y los reyes, denominado Capitulaciones de Santa Fe, nombraba a Colón almirante de las nuevas tierras descubiertas, lo que incluía el titulo de virrey o gobernador de las mismas. A cambio, todos los territorios serían incorporados a la corona de Castilla.
Después de un difícil proceso de financiación, Colón parte el 3 de agosto de 1492 desde el puerto de Palos (Huelva), con tres naves minúsculas. Después de un agitado viaje al borde de la inanición, tomaron tierra el 12 de octubre de 1492 en San Salvador (la actual Watling, en las Bahamas). Después descubrieron Cuba y la Española.
Colón regresó a la península convencido de que había llegado a Asia. Realizó cuatro viajes en total y llegó a tocar el continente en Centroamérica. Sin embargo, nunca acepto que había descubierto un nuevo continente. El enfrentamiento con los monarcas por los privilegios que le habían concedido y la escasez de oro, llevaron a Colón a caer en desgracia frente a la corona y murió en la pobreza. El nuevo continente fue bautizado con el nombre del geógrafo italiano Américo Vespuccio, que había realizado un mapa de las costas de los nuevos territorios.
Los Reyes Católicos se preocuparon de obtener los derechos de conquista y evangelización sobre las nuevas tierras, que el papa Alejandro VI les concedió mediante la bula “Inter Caetera”. Pero Portugal no la aceptó y reclamó una parte. Finalmente, el tratado de Tordesillas (1494), dividió el mundo en dos hemisferios: el oriental para Portugal y el occidental para Castilla. La línea de demarcación quedaba a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. Este tratado dejaba Brasil en manos portuguesas.


7.2. Conquista y colonización.

En 1511 había concluido la conquista de las Antillas. Las riquezas descubiertas eran mucho menores de lo esperado y el clima era desfavorable para la agricultura. Por tanto se intentaron buscar nuevas tierras, siguiendo el rastro de noticias indígenas que hablaban de grandes reinos llenos de oro.
Las nuevas expediciones se realizaron siguiendo un modelo, la “hueste conquistadora”. Se basaba en un contrato (Capitulación) entre el capitán, las autoridades y los participantes, para repartirse las riquezas descubiertas, una vez apartado el quinto regio.
La primera etapa fue capitaneada por Hernán Cortés, personaje muy controvertido por su crueldad y sus enfrentamientos con la Corte, que llegó a desposeerle del gobierno de las tierras conquistadas. Hernán Cortés se apoderó del Imperio Azteca tras la batalla de Otumba (1520). Sus tropas derrotaron también a los mayas y ocuparon Centroamérica. Los nuevos territorios fueron denominados Nueva España.
La segunda gran expedición corresponde a Francisco Pizarro, que conquistó el Imperio Inca en 1532, después de numerosos enfrentamientos y pactos incumplidos por los castellanos (Cajamarca). El nuevo territorio fue denominado Perú.
Un tercer núcleo de menor importancia, quedo establecido en el Río de la Plata, actual Argentina (fundación de Nuestra Señora del Buen Aire en 1536).
Los nuevos colonizadores buscaron fuentes de recursos en la agricultura y la minería, con la ayuda del trabajo de los nativos. Por el régimen de “encomienda”, los colonizadores recibían las tierras y minas de la Corona, junto a un grupo de indígenas para que las explotara (a cambio debían evangelizarles y garantizar su subsistencia). Los continuos abusos sobre la población indígena (denunciados por Fray Bartolomé de las Casas) llevaron a la promulgación de leyes específicas para América.
La expansión y el asentamiento colonial se basaron en la fundación de nuevas ciudades (perfectamente trazadas) y numerosas misiones religiosas en parajes lejanos o difíciles (franciscanos en América del Norte, jesuitas en Paraguay).
Los resultados de la colonización en América fueron: el desastre demográfico por las matanzas, esclavitud y llegada de nuevas enfermedades; la formación de una nueva sociedad multirracial, formada por blancos, indios y esclavos negros procedentes de África, en la cual los blancos ocupaban la cúspide del poder; el castellano se impones como lengua predominante; la religión católica fue la única admitida; surge una economía basada en plantaciones trabajadas por esclavos negros, haciendas cultivadas por indígenas y explotación de las minas de oro y plata con trabajadores semiesclavos (mita).



7.3. Gobierno y administración.

Las nuevas tierras descubiertas fueron incorporadas a la Corona Castellana y por tanto copiaron su sistema de organización institucional.
Por tanto, se cran municipios, cabildos y Audiencias (tribunales de justicia).
El territorio fue dividido en dos grandes virreinatos. El Virreinato de Nueva España, abarcaba México, Centroamérica y las Antillas. El Virreinato del Perú, todos los territorios ocupados en Sudamérica. Los virreyes tenían un inmenso poder, como representantes directos del monarca castellano. Dentro de cada virreinato aparecen gobernadores, que controlan territorios menos extensos y estaban bajo control del virrey. La justicia se administró por medio de Audiencias, repartidas por toda América. Se puede considerar la división judicial en audiencias, como el antecedente de los futuros estados iberoamericanos.
Todos los gobernantes en América (incluidos los mismos virreyes) estaban sometidos a un control de sus acciones. Podían recibir la inspección de un funcionario enviado desde España (juez visitador). Además, cuando regresaban a España eran sometidos a un juicio de residencia, donde daban cuenta de su gestión.
La primera institución creada en la península para el control de América fue la Casa de Contratación de Sevilla (1503). Controlaba todo el tráfico de hombres y mercancías, para hacer cumplir el monopolio de la corona y reservar el quinto regio. También tuvo en sus inicios funciones judiciales. Pronto se quedó pequeña para el control de los enormes territorios descubiertos.
El Consejo de Indias (1511), con sede en Madrid, fue la más alta institución respecto a América. Nombraba los cargos que eran enviados a las colonias y los juzgaba a su vuelta. Discutía todos los asuntos relativos a su gobierno y explotación y aconsejaba al rey las leyes que luego se promulgaban.
Surgió una nueva legislación específica para América, las “Leyes de Indias”. La primera recopilación de ellas serán las llamadas Leyes de Burgos (1512) y respondían al deseo de la monarquía de evitar los abusos de los colonos, prohibiendo la esclavitud pero permitiendo las encomiendas. Las continuas denuncias de abusos (Fray Bartolomé de las Casas) llevaron a la redacción de las Leyes Nuevas de Indias (1542), durante el reinado de Carlos I.
La enorme distancia entre las colonias y España, dificultó el control auténtico de la administración por parte de la monarquía. Se cometieron numerosos abusos y muchas leyes ni siquiera se cumplían. Esto generó una sociedad americana muy autónoma, que elaboró sus propias normas y costumbres.





7.4. Impacto de América en España.

La conquista de América permitió un intercambio de productos agrarios que eran desconocidos a uno u otro lado del Atlántico. El maíz, la patata, el cacao, el tabaco o el cacahuete, fueron aportaciones de América a la agricultura peninsular.
Pero sin lugar a dudas, fueron los metales preciosos (oro y plata), los que obsesionaron a los nuevos colonizadores y dominaron la importación desde las nuevas tierras. El tesoro americano triplicó las existencias de metales preciosos en Europa, alcanzando en su momento álgido, las 300 toneladas anuales. El rápido aumento de estas remesas fomentó el alza sostenida de los precios (“revolución de los precios”), que desembocó en una grave inflación constante en la monarquía hispánica.
El elevado endeudamiento de la Corona Española para financiar la expansión y mantenimiento de su enorme Imperio, hizo que este tesoro se gastara con más rapidez que se adquiría. Los banqueros alemanes y genoveses acabaron prestando dinero a la Corona, avalado por las futuras remesas, de forma que a ellos fue a parar la mayor parte del tesoro americano en pago a los créditos concedidos. La monarquía de los Austrias acabó endeudada y declaró varias bancarrotas, a pesar del oro americano.
El efecto dinamizador del oro americano en la economía castellana fue escaso, ya que gran parte de las remesas de oro acabaron en manos extranjeras y no fue invertida en el país. El poco oro que quedó en manos de castellanos privilegiados (nobleza, clero) se gastó en adquirir joyas y artículos de lujo de origen extranjero. Tampoco se exportaron a América demasiados productos castellanos, a medida que los americanos desarrollaban su propia agricultura. Los productos elaborados exportados a América procedían de Flandes e Italia, no de Castilla. Por tanto Castilla, sufrió el fenómeno de la inflación, la disminución de la población por la emigración y no obtuvo ningún beneficio. Esto sienta las bases de la ruina de Castilla en el siglo XVII.




8. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI.

8.1. El Imperio de Carlos V: Conflictos internos. Comunidades y Germanías.
Carlos de Gante fue el primogénito varón de Felipe de Borgoña y Juana de Castilla. De sus antepasados heredó un enorme imperio y transformó la monarquía hispánica en la potencia hegemónica de Europa. Heredó la corona de Aragón y sus territorios italianos, Castilla y los territorios americanos, los territorios de la Casa de Borgoña (Países Bajos, Flandes y Franco Condado), y de los Habsburgo (Austria y el título de Emperador de Alemania). Además conquistó Milán.
Carlos llegó a la península rodeado de una corte de amigos, consejeros y eclesiásticos flamencos, entre los que destacaba el obispo Adriano de Utrecht. A ellos les entregó todos los cargos importantes. No conocía el país ni hablaba castellano. Instaló su capital en Toledo. Este rey extranjero despertó enormes recelos. Convocó las cortes de Castilla y Aragón. En ellas fue jurado rey pero también solicitó fondos para viajar a Alemania y ser proclamado emperador. Todo esto generó un enorme descontento.
LAS COMUNIDADES DE CASTILLA (1520-1522). El rey partió hacia Alemania después de aumentar los impuestos y dejar en los cargos importantes a consejeros extranjeros. Las grandes ciudades (León, Zamora, Salamanca, Burgos, Palencia, Valladolid, Segovia, Ávila, Madrid y Toledo) se sublevaron contra el monarca y se constituyeron en auténtico gobierno del reino, ofreciendo la corona a la madre del monarca, Juana I, que la rechazó. Este movimiento, cuyos cabecillas eran Padilla, Bravo y Maldonado, agrupaba a sectores preferentemente urbanos (hidalgos, mercaderes, funcionarios y artesanos). Reclamaban protección para la industria nacional, especialmente el textil muy perjudicado por las exportaciones de lana y la competencia de Flandes. También solicitaban una mayor participación política. Algunos historiadores ven en esta sublevación un embrión de revolución burguesa contra la primacía de la corona, la nobleza y la Iglesia, los grandes exportadores de lana. Las ciudades andaluzas, dominadas por la nobleza, formaron un frente anticomunero. En la batalla de Villalar (1521) fueron definitivamente derrotados. En consecuencia, el textil castellano iniciaría una progresiva decadencia.
LAS GERMANÍAS DE VALENCIA (1519-1521). Se trata de una rebelión muy diferente y con claras motivaciones sociales. En Valencia, aprovechando la huída de las autoridades por un brote de peste, los agermanados tomaron el poder. Era una revuelta de artesanos, pequeña burguesía y campesinos, contra la oligarquía ciudadana, la nobleza y el alto clero. Pedían la democratización de los cargos municipales y la mejora de los arrendamientos campesinos. El monarca, aliado con los privilegiados, los aplastó definitivamente en 1521.








8.2. La Monarquía Hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
Felipe II era hijo del emperador Carlos V e Isabel de Portugal. Heredó un gran imperio territorial: las coronas de Castilla y Aragón ysus territorios en Italia y América, los territorios de la casa de Borgoña (Países Bajos, Flandes y Franco Condado) y Milán, conquistado por su padre. No heredó ni Austria, ni el trono alemán, que pasaron a su tío Fernando.
LA POLÍTICA EXTERIOR Se basaba en tres principios: mantener intacta la herencia, la defensa de la religión católica y el mantenimiento de la hegemonía europea.
Debido a esto, sus enemigos no se diferenciaron demasiado de los de su padre (el emperador Carlos V).
Felipe II derrotó a Francia en la batalla de San Quintín (1557). En la batalla de Lepanto (1571) derrotó a la flota del Imperio Otomano, que apoyaba la piratería en el Mediterráneo. Las relaciones con Inglaterra fueron pésimas. La nueva reina anglicana Isabel I, se convirtió en su principal enemiga. Felipe II envió contra ella la Armada Invencible (1588), que fracasó estrepitosamente. La rebelión de los Países Bajos protestantes fue el problema más grave y no logró acabar con ella.
LA POLÍTICA INTERIOR. Felipe II instaló la capital en Madrid. Tuvo que hacer frente a una grave rebelión de moriscos en las Alpujarras (1568), y tuvo conflictos con Aragón por la traición de su secretario Antonio Pérez.

Su mayor éxito peninsular fue conseguir el trono de Portugal en 1580, al que llegó por los enlaces matrimoniales entre los Habsburgo y la casa portuguesa de Avis.
Sebastián I de Portugal murió sin descendencia en 1578, durante una expedición a Marruecos. Durante los dos años siguientes gobernó su hermano, el anciano cardenal Don Enrique. Al morir este, solo quedaban dos descendientes de la casa de Avis. Felipe II, hijo de Isabel de Portugal, alegó sus derechos a ocupar el trono. El otro pretendiente era su primo Don Antonio, prior de Crato. Una parte de la nobleza portuguesa y el pueblo, se oponían a la candidatura del rey español. Las tropas españolas, al mando del duque de Alba, entraron en Lisboa en 1580, después de bombardear la ciudad. En 1581 Felipe II fue reconocido como rey en las cortes de Thomar.
La unificación desembocó en la creación de un inmenso imperio colonial. Sin embargo Portugal mantuvo sus costumbres, leyes e instituciones propias. Tras esta anexión, la utilización del término España se generalizó definitivamente.


8.3. El modelo político de los Austrias. La unión de reinos.

La monarquía de los Austrias nunca fue un estado unitario. Bajo un solo monarca, los diversos reinos conservaron sus leyes, instituciones, moneda, costumbres e impuestos. De todos modos la preeminencia siempre la tuvo Castilla, ya que era el territorio más poblado y el más extenso.
La monarquía como institución, avanzó lentamente hacia el absolutismo, que únicamente se logró en Castilla, ya que en los territorios de Aragón hubo mucha más resistencia que culminó en las revueltas de 1640.
Los monarcas se hallaban a la cabeza de un complejo sistema burocrático lleno de funcionarios. En torno al rey estaban los diversos secretarios de despacho, que le aconsejaban en los diferentes asuntos y eran sus colaboradores directos. Con los Austrias Menores, surge la figura del valido, como principal ministro que asume casi todos los poderes.
Los Consejos eran los órganos encargados de asesorar al rey sobre los asuntos de gobierno, aunque solo el rey tomaba las decisiones. Solían ser territoriales (Aragón, Indias, Italia, Flandes...) aunque la primacía estaba en el Consejo de Estado, que no era mas que la evolución del Consejo de Castilla. Existían otros especializados, como el de la Inquisición o el de Hacienda.
Las Cortes de los diferentes reinos se convocaban cada vez menos. Conservaron su carácter estamental (nobleza, clero y estado llano). Los reyes solo acudían a ellas para pedir subsidios económicos. Las provincias vascas, Navarra y los reinos de la Corona de Aragón conservaron sus fueros.
Los gobiernos locales siguieron en manos de los concejos, pero controlados de cerca por corregidores reales. La justicia conservó las dos grandes audiencias fundadas por los Reyes Católicos (Valladolid y Granada).
La figura de los Virreyes, continúa en los territorios de la corona de Aragón, y se extiende a Italia y América (Nueva España y Perú).
El vasto imperio se sostenía gracias a un poderoso ejército, que se organizaba en Tercios y consumía la mayor parte del tesoro de la corona, ya que se componía de castellanos reclutados en levas, pero también de mercenarios europeos. La Iglesia era un importante poder político y económico. La Inquisición era la única institución que podía intervenir legalmente en todos los reinos. Por ello, los monarcas Habsburgo mantuvieron el privilegio de nombrar obispos e inquisidores.






8.4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI.

La Economía del siglo XVI.
Agricultura. Durante el siglo XVI se produjo un incremento continuado de la población, por lo que aumento la superficie cultivada y la producción agrícola creció.
De todos modos, las tierras de labor eran escasas, debido a la concentración en manos de clérigos y nobles. Esta concentración se fue acentuando debido a que muchos campesinos humildes se endeudaban. Por tanto, la expansión económica del siglo XVI, ni mejoró ni transformó la estructura agraria heredada de la Edad Media.
Industria artesanal. También se produjo una tímida expansión, estimulada por el comercio americano. Fue la época de los gremios textiles de Sevilla, Toledo, Cuenca y Segovia, de la metalurgia vasca o la construcción naval en Cataluña. Pero la derrota de los Comuneros, y la política de la monarquía favorecieron a los exportadores de lana (La Mesta) frente a los productores de tejido.
El comercio. Experimentó un notable desarrollo, gracias a América, pero benefició muy poco a los productores castellanos, y sí a los extranjeros. El aumento del metal circulante encareció notablemente los precios, pero luego esta riqueza se agotaba en el mantenimiento de la política exterior.
La sociedad del siglo XVI. Sociedad Estamental y limpieza de sangre.
La sociedad conservaba los rasgos estamentales heredados de la Edad Media: división en estamentos, desigualdad jurídica entre privilegiados (nobleza, clero) y no privilegiados (el resto). La nobleza agrupaba solo al 5% de la población, incluyendo grandes e hidalgos, pero poseía enormes propiedades. Algunos burgueses consiguieron un título nobiliario sirviendo al rey como generales o funcionarios (“nobleza de toga y espada”). El clero constituía el 10% de la población. Era un porcentaje excesivo para la sociedad, ya que no pagaban impuestos y acumulaban gran cantidad de tierras. El alto clero (arzobispos, obispos, cardenales...) vivía en situaciones de lujo semejantes a los nobles, en contraste con el bajo clero (párrocos, monjes...). Entre los no privilegiados destacan los pecheros, campesinos que estaban sujetos al pago de pechos o tributos. Eran cerca del 80% de la población. Los había propietarios, pero también arrendatarios y jornaleros. Los grandes mercaderes formaban el patriciado urbano. Los artesanos, criados y pequeños mercaderes formaban los grupos pobres de las ciudades (menestrales).
También existían grupos marginados por su procedencia étnica o religiosa: los moriscos, los judío-conversos (marranos)... Por ello trataban de ocultar su origen. Esto generalizó el llamado “certificado de limpieza de sangre”: documento que demostraba que un individuo no procedía de judíos o moriscos (“era cristiano viejo”). Este documento era imprescindible para desempeñar cargos públicos.


8.5. Cultura y mentalidades. La Inquisición.
Se denomina Renacimiento a la corriente intelectual y artística que surge en Italia durante el siglo XV y se extiende durante el XVI al resto de Europa. Entre sus características básicas hay que destacar las nuevas ideas humanistas, que significan una reflexión sobre la posición privilegiada del hombre, así como la preocupación por la recuperación de la antigüedad griega y romana.
Esta corriente llega a España a finales del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos y se asienta con los Austrias. En el plano intelectual, destaca la figura del cardenal Cisneros (fundador de la Universidad de Alcalá de Henares), el gramático Antonio de Nebrija (creador de la primera gramática) y Miguel Servet (descubridor de la circulación sanguínea). La difusión de la imprenta permitió extender las nuevas ideas y dio lugar a la expansión de los géneros literarios. Destacan Fernando de Rojas (La Celestina), Garcilaso de la Vega, la novela picaresca anónima El Lazarillo de Tormes, y los poetas religiosos Fray Luís de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Todos ellos inauguraron el siglo de Oro de la literatura española.
Pero el humanismo español no pudo romper del todo con la tradición medieval y convivió con una sociedad anticuada, con enormes desigualdades, llena de prejuicios y obsesionada por la “limpieza de sangre” desde la expulsión de los judíos.
El Tribunal de la Inquisición o Santo Oficio fue una de las instituciones más poderosas de su tiempo y la única que podía intervenir en todos los reinos. Dependía de la Iglesia, aunque los reyes tenían el privilegio de nombrar a su máxima autoridad, el Inquisidor Mayor. Las principales funciones de la Inquisición fueron: mantenimiento de la ortodoxia religiosa (y por tanto persecución de posibles judaizantes, moriscos musulmanes y protestantes); mantenimiento de la moralidad pública; realización de una censura de todos los escritos peligrosos (Índice); control de las actividades del clero.
Los procesos en el Santo Oficio se iniciaban con denuncias anónimas. Las acusaciones podían ser de muy variado tipo: herejía, vuelta a la religión musulmana o judía, homosexualidad, brujería... Durante el proceso, los acusados eran torturados de manera brutal para que confesaran y delataran a posibles cómplices. Los procesos solían concluir con la exposición pública del acusado (“San Benito”) y la celebración de un juicio público (Auto de Fe). Los acusados acababan liberados, condenados a las galeras o a morir quemados en la hoguera. La crueldad e irregularidades de estos procesos, fueron denunciadas en varias ocasiones en las Cortes de Castilla.



9. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII

9.1. Los Austrias del siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.

El siglo XVII significa en la historia española la pérdida progresiva de la hegemonía europea de los Habsburgo. En medio de la decadencia económica, social y política, los monarcas mostraron una total incapacidad para gobernar. Dejaron los asuntos de estado en manos de sus ministros preferidos, denominados validos o privados. Estos personajes, que solían ser nobles, acumularon un inmenso poder, ya que gobernaban en nombre del rey y gozaban de toda su confianza. Para lograr controlar todo el aparato burocrático, tejían una fina tela de araña en torno al monarca, basada en familiares suyos que ocupaban los principales cargos administrativos y palaciegos.
FELIPE III, de personalidad débil, cayó fácilmente en manos del valido duque de Lerma, que se mantuvo al frente del gobierno durante casi todo su reinado. Logró convencer al monarca para que trasladara la capital a Valladolid. También impulsó la expulsión de los moriscos. A pesar de su conversión forzosa, los moriscos nunca fueron considerados como cristianos auténticos. Seguían manteniendo vestimentas y costumbres propias y se les acusaba de practicar la religión musulmana en secreto. Sin embargo, su valor económico era enorme, ya que mantenían las técnicas árabes del regadío. Felipe III decretó en 1609 la expulsión de los 400.000 moriscos que vivían en la península (sobre todo en Aragón, Valencia y Murcia). La armada española los trasladó al norte de África. Las autoridades consideraban que esta política ayudaba a la unidad religiosa y disminuiría los conflictos internos. Pero lo único que provocó fue un daño económico a la agricultura, con huertas abandonadas y zonas despobladas.
FELIPE IV, amante de las artes y la caza, tampoco asumió el poder directo. Fue su valido el conde-duque de Olivares, considerado el más capaz de todos los validos, el que tuvo que hacer frente a los graves problemas del estado. Influyó en el monarca para intervenir a gran escala en la Guerra de los Treinta Años e intentó una reforma centralista que provocó las rebeliones de 1640.
La dinastía concluye con CARLOS II, aquejado de graves problemas físicos y psíquicos. Fue apodado “el hechizado” debido a su impotencia. A lo largo de su vida fue dominado por varios validos como Francisco de Valenzuela, su hermanastro Juan José de Austria, y sobre todo su madre Mariana de Austria y el confesor de esta (padre Nithard). Murió sin descendencia y esto provocaría la Guerra de Sucesión.

Estos tres reinados, dejaron un panorama desolador. Se había perdido la hegemonía europea, las arcas estaban en bancarrota, las desigualdades sociales aumentaron y Castilla se encontraba en una total ruina económica.



9.2. La crisis de 1640.

En 1640 se produjo la mayor crisis política interna de la monarquía de los Austrias. En ese año, España estaba inmersa en la Guerra de los Treinta Años, que enfrentaba a protestantes y católicos en Alemania.
El conde-duque de Olivares (valido de Felipe IV), ante los enormes gastos, la necesidad de nuevas tropas y el agotamiento de Castilla, buscó la aportación de los otros reinos al esfuerzo de guerra. Pretendía además, una mayor centralización y fortalecimiento de la monarquía, incluyendo la unificación legislativa
Para hacer efectiva esa contribución, Olivares puso en marcha la Unión de Armas por la que todos los reinos sin excepción deberían aportar hombres y dinero. Se estableció un cupo mínimo de cada reino en función de su población calculada. Esta nueva norma atentaba contra los fueros de la antigua corona de Aragón y las libertades permitidas a Portugal.
CATALUÑA consideró que el esfuerzo que se le solicitaba era desproporcionado para su escasa población y sus Cortes se negaron. En plena guerra, el conde-duque de Olivares quiso abrir un nuevo frente militar contra Francia en los Pirineos, lo que obligaba a los catalanes a mantener al ejército. Las tropas reales cometieron todo tipo de desmanes, lo que provocó la rebelión. Los segadores armados entraron en Barcelona durante el Corpus de Sangre (7 de junio de 1640). El virrey, conde de Santa Coloma, fue asesinado. Muy pronto la rebelión se generalizó por toda Cataluña, que buscó el apoyo del rey de Francia. Llegaron a nombrar conde de Barcelona a Luis XIII. La lucha duró más de diez años. En 1652, las tropas de Felipe IV tomaron Barcelona y pusieron fin a la revuelta.
En PORTUGAL también se produjo la rebelión en 1640. Proclamaron rey al duque de Braganza, emparentado con la antigua casa de Avis. Los portugueses estaban muy descontentos por la continua intervención de la monarquía en sus asuntos internos y su inclusión en la Unión de Armas. A la rebelión se unieron sus colonias. Los portugueses se aliaron con Inglaterra, que se convirtió en la garante de su independencia. La guerra contra Portugal fue muy larga y finalizó en 1652, aunque habría que esperar al reinado de Carlos II para que se reconociera definitivamente su independencia.
También se produjeron graves disturbios en Nápoles y Sicilia Además se descubrió un extraño complot secreto para independizar Andalucía (que sería gobernada por el duque de Medina-Sidonia) y Aragón (que quedaría en manos del duque de Híjar).
9.3. El ocaso del Imperio español en Europa.
Felipe III, Felipe IV y Carlos II, no lograron mantener el imperio hispánico ni la hegemonía europea. Durante una larga decadencia, fueron perdiendo territorios y peso político en favor de las nuevas potencias (Inglaterra, Francia y Holanda).
La crisis económica por la escasa afluencia de metales preciosos desde América, dificultó enormemente el mantenimiento de numerosos ejércitos en largas y costosas guerras. Durante el siglo XVII hubo numerosas bancarrotas, y los soldados mercenarios eran pagados con préstamos de banqueros extranjeros.
La política exterior se basó en principios heredados del siglo XVI (defensa de los territorios heredados, defensa de la religión católica frente a los protestantes) y en la alianza con los Habsburgo de Viena frente a las aspiraciones hegemónicas de Francia.
FELIPE III. Los primeros años del reinado de Felipe III fueron muy pacíficos. Se firmaron paces con Francia, Inglaterra y Holanda (aunque no se reconoció a esta última). Pero el problema de los protestantes en Alemania no se había resuelto. En 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años, entre católicos y protestantes alemanes. España acudió en ayuda del gobierno de Viena y de los católicos alemanes. También intervinieron Suecia, Dinamarca, Holanda y Francia, ayudando a los protestantes.
FELIPE IV. Heredó el conflicto de la Guerra de los Treinta Años. Los enfrentamientos se desarrollaron en varios frentes. En Flandes se logró arrebatar a los holandeses la plaza de Breda (lo que inspiró el famoso cuadro de Velázquez), pero también se produjo la decisiva derrota de Rocroi (1643) frente a Francia. Ante la gravedad de la situación, el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, decidió imponer la Unión de Armas para lograr más tropas y abrió un nuevo frente en los Pirineos. Esto desencadenó los graves sucesos de 1640, con la rebelión de Cataluña y la independencia de Portugal.
En los tratados de Westfalia (1648), se aceptó la definitiva libertad religiosa de los príncipes alemanes y España reconoció la independencia de Holanda.
La guerra con Francia continuó hasta la Paz de los Pirineos (1659), que significó la clara victoria francesa y el final de la hegemonía española. España cedió el Rosellón y la Cerdaña, quedando la frontera con Francia en la cordillera pirenaica.
CARLOS II. El desastroso reinado de Carlos II significó la confirmación de la decadencia española y la nueva hegemonía francesa. El poderoso rey francés Luis XIV declaró la guerra a España en varias ocasiones. En 1678, por la Paz de Nimega, España perdió el Franco Condado y numerosas ciudades flamencas.


9.4. Evolución económica y social en el siglo XVII.
A) Demografía. El siglo XVII se caracterizó por una crisis demográfica en toda Europa. La población en los reinos hispánicos retrocedió, sobre todo en Castilla, que pasó de 8 a 7 millones de habitantes, debido al empobrecimiento y las levas militares. Además la situación se vio agravada por las epidemias, las malas cosechas y la expulsión de los moriscos. Mientras el centro de la península comienza a despoblarse, las zonas periféricas ganan en población.
B) Crisis económica. La agricultura empeoró, con el consiguiente despoblamiento del campo por los excesivos impuestos.
También se redujo la actividad artesanal. La industria textil se vio afectada por la reducción de la población y la competencia extranjera. A todo esto se unió una grave crisis monetaria por el descenso de la llegada de plata americana. Con los metales americanos se había pagado toda la política imperialista de los Habsburgo. Su descenso tuvo como consecuencia la bancarrota de las finanzas estatales. Además disminuyó la demanda de productos para América, capaz ya de producir sus propios bienes. Para paliar la carencia de fondos se recurrió a medidas que no hicieron mas que empeorar la situación: subidas de impuestos, nuevos préstamos de banqueros extranjeros, constante emisión de juros (deuda del estado) y emisión masiva de moneda de baja calidad en la que se mezclaba la plata con el cobre (vellón), lo que ocasionó una alta inflación (“crisis del cobre”). Las bancarrotas se sucedieron en 1607, 1627 y 1647.
C) Crisis social. Derivada de la crisis económica y de la falta de adaptación de la sociedad estamental. La sociedad del siglo XVII se caracterizó por su fuerte polarización. Frente a los estamentos privilegiados que vivían de rentas y cargos y llevaban una vida ociosa, apareció una gran de masa de población empobrecida integrada por campesinos sin tierras, artesanos pobres y miles de vagabundos y mendigos. El personaje del “pícaro” protagoniza la novela de la época. Y entre ambos grupos escaseaban los verdaderamente productivos: campesinos, artesanos y comerciantes. El trabajo manual (incluidos los negocios) se consideraba una actividad plebeya e indigna.
Una serie de intelectuales (González de Cellórigo, Tomás de Mercado o Luis Ortiz) propusieron soluciones o arbitrios para evitar la crisis económica y favorecer el desarrollo. Fueron los llamados arbitristas, que proponían estimular la producción industrial propia, la reforma de los impuestos y limitar el número de clérigos.


9.5. Mentalidad y cultura en el Siglo de Oro.
En el siglo XVI y primera mitad del XVII, la cultura española alcanzó la cima de su esplendor. Las artes plásticas (ligadas al estilo renacentista y barroco), la literatura, el pensamiento y la música vivieron el momento culminante de su creatividad y su difusión. Este periodo histórico cultural de algo más de cien años es conocido como Siglo de Oro de la cultura española.
Sin embargo, no hay que olvidar que el esplendor cultural coincide con la decadencia política y económica del imperio de los Habsburgo. Se desarrolló en medio de una sociedad estamental empobrecida y anticuada, obsesionada por la religión católica, la pureza de sangre y la aversión al trabajo manual. Muchos temas de corte social aparecen en la literatura de la época (sobre todo en el teatro y en las obras de Cervantes)
La cultura y la mentalidad española estuvieron íntimamente ligadas a la defensa de la ortodoxia católica frente a la rebelión protestante. La Contrarreforma católica, emanada del Concilio de Trento (1545-1563) tiñen el arte y la cultura de un fuerte contenido religioso y teológico, que convive con una corriente de cultura popular presente en la literatura y la pintura. La Inquisición continuaba siendo el referente de pensamiento y dogma durante el siglo XVII. Se realizaron numerosos autos de fe en las grandes ciudades y continuó la persecución contra cualquier persona acusada de desviarse de la ortodoxia religiosa o de las normas morales establecidas. Felipe II prohibió los estudios en el extranjero, lo que provocó un alejamiento de las novedades intelectuales y científicas europeas.
En pensamiento teológico, filosófico y político estuvo por tanto dominado por la ortodoxia católica predominante. Los teólogos españoles (Francisco Suárez, Melchor Cano) fueron artífices del pensamiento de la Contrarreforma. En la universidad se mantiene la preeminencia de la escolástica medieval. Existen innovaciones importantes, como las obras de Francisco de Vitoria en el ámbito del derecho internacional, las del Padre Mariana en torno al poder y las propuestas de los Arbitristas a la desastrosa situación económica y social. Hay que destacar la ausencia de científicos, debida a la presión de la censura católica, el aislamiento del exterior y el escaso impulso desde el poder. Este retraso significaría en el futuro un gran obstáculo.
El Siglo de Oro en la literatura significó la fijación definitiva del castellano como lengua universal. Floreció la poesía (Garcilaso de la Vega, Góngora y Quevedo) y la novela, con el género típicamente español de la picaresca (El Lazarillo de Tormes, El Buscón). Pero la obra cumbre será Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, sátira de las novelas de caballería que alcanzará fama universal. El teatro (Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina) abandonó su carácter religioso y se conviertió en una de las diversiones más populares, siendo la comedia el género preferido. Las representaciones tenían lugar en los “corrales de comedias” y plasmaban el pensamiento popular en temas como el honor, la honra, el papel social de la mujer y la pobreza.





10. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII

10.1. La guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.
Carlos II murió en 1700 sin descendencia. Había nombrado heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia e hijo de una infanta española. La posibilidad de que los Borbones gobernaran Francia y España al mismo tiempo, no gustó al resto de Europa. Se empezó a tejer una Gran Alianza Antifrancesa que apoyó las aspiraciones del archiduque Carlos de Habsburgo, pretendiente de Austria. La Guerra de Sucesión (1701-1714) fué un conflicto internacional y una guerra civil al mismo tiempo.
En el ámbito internacional, el bloque borbónico era solo apoyado por Francia. El bloque antiborbónico generó una enorme alianza (Inglaterra, Austria, Prusia, Portugal, Saboya y Holanda).
En el ámbito interior, esta guerra fue un enfrentamiento entre dos concepciones diferentes del estado. Castilla apoyó el centralismo de los Borbones. La Corona de Aragón defendía la descentralización de los Habsburgo.
El conflicto se caracterizó por una guerra de desgaste en territorio peninsular, que estuvo a punto de lograr la retirada de Francia. La flota inglesa ocupó la isla de Menorca. Ingleses y holandeses tomaron el peñón de Gibraltar. Pero la brillante victoria borbónica en Almansa (1707), consolidó la posición de Felipe de Anjou. La muerte del emperador Leopoldo I de Alemania, hacía recaer el trono alemán en el archiduque Carlos. Inglaterra y Holanda no podían tolerar un nuevo monarca que reinara en el Imperio Alemán y España al mismo tiempo (como Carlos V). Este suceso llevó al entendimiento. Por la PAZ DE UTRECHT (1713) Felipe V fue reconocido rey de España y sus colonias americanas, a cambio de ceder sus posesiones europeas (los territorios italianos y Flandes para Austria; Cerdeña para Saboya; Gibraltar y Menorca para Gran Bretaña).
Cataluña decidió continuar la guerra por su cuenta, temerosa de perder su autogobierno. En 1714 Felipe V toma Barcelona, poniendo fin a la contienda.
Las alianzas de la guerra de Sucesión y el tratado de Utrecht, crearon un nuevo sistema de equilibrio de potencias en Europa (sistema emanado de Utrecht). Francia siguió manteniendo la hegemonía continental, aunque Gran Bretaña se mostró como la gran potencia naval. España perdió su imperio europeo y se convirtió en una potencia de segunda fila que necesitaba la alianza con Francia.









10.2. Cambio dinástico. Los primeros borbones.
La victoria en la Guerra de Sucesión, instaló en España la dinastía francesa de los Borbones, que trajo novedades europeas.
Felipe V (1700-1746). Vencedor en la Guerra de Sucesión. Sufría una enfermedad mental que le sumía en demencias intermitentes. En el ámbito interior, fue el encargado de reorganizar el reino. Tenía la clara intención de fortalecer el poder de la Corona. Su política de reunificación y uniformización legal de todos los reinos peninsulares, siguiendo el modelo centralista francés, culminó con los Decretos de Nueva Planta. Además realizó reformas para fortalecer la Hacienda, el ejército, la armada,la enseñanza universitaria y fundó las Reales Fábricas. Además, el nuevo rey ordenó la construcción del Palacio Real de Madrid (tras el incendio del viejo Alcázar) y del palacio de La Granja. En el ámbito exterior, Felipe V primó la alianza con Francia (Pactos de Familia) y la intervención en Italia, por influencia de la reina Isabel de Farnesio. En 1724, en medio de una crisis mental, Felipe V abdicó en su hijo Luis I, que solo gobernó siete meses y murió de viruela. Tras su muerte, Felipe V regresa al trono.
Fernando VI (1746-1759). Segundo hijo varón de Felipe V. Se le considera un antecesor del periodo ilustrado de Carlos III. Se rodeó de ministros reformistas como el marqués de la Ensenada y José Carvajal. Protegió a los primeros ilustrados o “novatores”. En política exterior, abogó por el pacifismo y el acercamiento a Inglaterra y Portugal. En política interior destacan numerosos proyectos de carácter reformista: creación de un impuesto único o catastro (Catastro de Ensenada), creación de un primitivo banco central del estado (Giro Real), creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. A su muerte, le sucedió el tercer hijo varón de Felipe V, Carlos III.



10.3 Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista.
Los Borbones impusieron un modelo de absolutismo monárquico basado en el francés, que incluía la centralización del poder. Por tanto se avanza hacia una uniformidad de todos los reinos bajo predominio castellano.
Mediante los DECRETOS DE NUEVA PLANTA (Valencia 1707, Aragón 1707, Mallorca 1715 y Cataluña 1716) se impuso la organización político-administrativa de Castilla a los territorios de la antigua Corona de Aragón. Con la excepción de Navarra y País Vasco, todo el territorio constituyó una única estructura de carácter uniforme. Se eliminaron los virreyes y el cargo de Justicia de Aragón. Se abolieron las Cortes de los diferentes reinos, integrándolas en las de Castilla, que pasan a convertirse en Cortes de España. Desaparecen todas las legislaciones de cada reino (fueros). Desaparecen los consejos territoriales y el Consejo de Castilla se constituye como el órgano esencial del gobierno del país, con funciones consultivas y papel de Tribunal Supremo de Justicia.
Por encima de todo se situaba el poder absoluto del monarca, que intervenía y decidía en todos los asuntos del Estado. Las cortes solo se reúnen cuando el rey lo solicita. La labor del monarca se veía auxiliada por las Secretarías, sustitutas de los antiguos consejos y parecidas a los actuales ministerios. En 1714 se crean las de Estado, Asuntos Eclesiásticos y Justicia, Guerra y Marina, y finalmente la de Hacienda. Los secretarios eran nombrados por el rey. El número de funcionarios era abundante y constituye una fuerte burocracia a las órdenes del rey.
En materia de administración territorial, los Borbones intentaron organizar todo el territorio de manera uniforme. Se establecieron demarcaciones provinciales, basadas en los antiguos reinos y provincias. Al frente de cada una nombraron a un capitán general, gobernador con atribuciones militares. Se implantaron audiencias en cada provincia, presididas por los capitanes generales. Se extiende a todo el territorio la figura castellana del corregidor, para el control de las ciudades. Se implantó una nueva figura administrativa de origen francés: el intendente, que tenían misiones económicas (recaudación de impuestos, mejoras, obras).
En la reorganización de la Hacienda, se busca trasladar el tipo de impuesto castellano a los antiguos territorios de la corona de Aragón, logrando que todos pagaran en función de su renta, excepto nobleza y clero que estaban exentos. Así nace el equivalente en Valencia, la única contribución en Aragón, la talla en Mallorca y el catastro en Cataluña.



10.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.
Se denomina “despotismo ilustrado” a una variante de la monarquía absoluta que se practicó en el siglo XVIII. Se caracterizaba por la aplicación de algunas ideas ilustradas para fomentar el desarrollo económico y mejorar la vida de la población, pero siempre dentro del sistema y sin alterar las bases de la sociedad estamental (“todo por el pueblo, pero sin el pueblo”).
El reinado de Carlos III (1759-1788), hijo de Felipe V, tuvo un marcado carácter reformista e ilustrado. Encontramos dos fases: ministros italianos y ministros españoles. El monarca se apoyó primero en ministros italianos que gozaban de su confianza: Grimaldi y el marqués de Esquilache. En 1766 se produjo una revuelta conocida como el motín de Esquilache, en la que se unió el malestar de la población por la escasez de grano y su alto precio, la reforma de la vestimenta y la oposición a los ministros extranjeros. El motín fue reprimido, pero se culpó a los jesuitas de instigar la revuelta y fueron expulsados de España. A partir de este momento, el gobierno estuvo dirigido por ministros españoles. Tres ministros, representativos de la ilustración española, encarnan el reformismo ilustrado: el conde de Aranda, Campomanes y Floridablanca. También Pablo de Olavide, Cabarrús y Jovellanos, realizaron informes y propusieron medidas.
En el plano económico las medidas tendían a quitar las trabas que impedían la liberalización de la economía. EN AGRICULTURA se colonizaron nuevas tierras (Sierra Morena), se limitaron los privilegios de la Mesta y se impulsaron leves reformas agrarias, aunque no se pudo liberar jurídicamente la propiedad de nobleza y clero. EN COMERCIO se promulgó la Ley de Libre Circulación de Granos y se puso fin al Monopolio Americano de Cádiz. EN LA INDUSTRIA se liberalizó la fabricación (abandono de Reales Fábricas) y se establecieron aranceles (1782) para proteger a la industria nacional. Se dictaron decretos para honrar el trabajo manual. Una de las novedades más interesantes fue la creación en varias regiones de las Sociedades Económicas de Amigos del País, con el fin de estudiar las ciencias aplicadas y mejorar las técnicas que se podían aplicar a la agricultura, industria y comercio.
En el campo religioso, la Ilustración no entabló un combate contra la Iglesia, a pesar de que se oponía a las reformas. El monarca siguió una política regalista, nombrando cargos y controlando la Inquisición para evitar que entorpecieran las reformas.
El balance final es discreto, por la fuerte oposición de los grupos más privilegiados.


10.5. Evolución de la política exterior en Europa.
Tras la Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrecht (1713), España, por extensión y poderío militar, seguía siendo una potencia, pero de segunda fila. Francia era la gran potencia continental y Gran Bretaña tenía el dominio naval. Austria, Rusia y Prusia, crecieron espectacularmente.
En esta situación, una España en decadencia se acerca a Francia, lo que se plasma en los llamados Pactos de Familia, firmados por los Borbones franceses y españoles. El gobierno de Madrid busca dos objetivos básicos: proteger sus colonias americanas de los ataques ingleses y obtener un nuevo protagonismo político en Europa. Las ambiciones españolas pasaban por recuperar alguno de los territorios perdidos en Utrecht (por ejemplo en Italia). Sin embargo se alternaron periodos de política belicista y pacifista.
El reinado de FELIPE V, constituye la fase más bélica. Su mujer italiana Isabel de Farnesio, aconsejada por ministros como Alberoni y Patiño, buscó recuperar territorios italianos para colocar como monarcas a sus hijos, lo que significaba la guerra contra Austria. Se construyó una enorme flota y se buscó el apoyo francés por medio de los Pactos de Familia. España recuperó Nápoles y Parma que pasaron a ser gobernadas por príncipes españoles.
El reinado de FERNANDO VI se centró en la neutralidad, debido a la mala situación de la hacienda real y a la desconfianza en el aliado francés. España se acercó a Inglaterra y Portugal.
Durante el reinado de CARLOS III, se reactivó el pacto de familia y se volvió a la carga contra los ingleses, que atacaban las colonias americanas. Fueron sobre todo guerras marítimas. Los puntos más importantes fueron la defensa de la América española y la recuperación de Gibraltar y Menorca, perdidas en la paz de Utrecht. España intervino en la Guerra de los siete años y en la independencia de las colonias inglesas en América, siempre en alianza con Francia y luchando contra los ingleses. Gracias a todo ello, España pudo recuperar Menorca y Florida, pero no Gibraltar.

10.6. La política borbónica en América.
El reformismo ilustrado aplicado por los Borbones en España durante el siglo XVIII, también llegó a las colonias americanas, aquejadas por numerosos problemas organizativos y económicos.
Desde el punto de vista político-administrativo,las reformas fueron muy importantes. Con la liberalización del comercio americano, la Casa de Contratación desapareció. Las atribuciones del Consejo de Indias pasaron a las nuevas Secretarías. Como los virreinatos existentes eran muy extensos y difícilmente gobernables, surgen dos nuevos: Nueva Granada (actuales Colombia, Ecuador y Venezuela) y Río de la Plata (Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay). Además se crean las capitanías de Cuba, Caracas y Chile. Todo esto deja patente que el Atlántico cobra importancia frente al Pacífico.
Desde el punto vista económico, hay que destacar la liberalización del comercio, decretada por Carlos III para dinamizar los intercambios. El férreo monopolio fue sustituido por una libertad para comerciar que alcanzó a numerosos puertos de España y América. Con esta medida se pretendía frenar el auge del contrabando europeo. Se fundaron Compañías de Monopolio, especializadas en determinados productos o zonas geográficas, como la llamada Compañía Guipuzcoana de Caracas. En la agricultura, hay que destacar la progresiva capitalización de las plantaciones, que se integran en el mercado mundial. La minería se recupera gracias a nuevos filones encontrados en México.
Desde el punto de vista social, el reformismo ilustrado en América será bastante más tenue que en la Península. Felipe V dicta el decreto de disolución de la mita, famoso método inhumano de trabajo en la minería. Sin embargo hay serias dudas de que llegara a ser aplicado. Carlos III legisla el famoso Código Negro, referente a los esclavos de origen africano. A pesar de su paternalismo, este código ni se plantea la eliminación de la esclavitud.
El descontento en América se hará patente ya a lo largo del siglo XVIII, años antes del inicio de la independencia. Rebeliones como la de Tupac Amaru en Perú (que apoyaron miles de indígenas) muestra, más que un deseo de independencia, el descontento social por la opresión de los terratenientes.


10.7. La Ilustración en España.
La Ilustración fue una corriente cultural Europea (sobre todo francesa) del siglo XVIII, que se conoció como el siglo de las Luces. Los ilustrados confiaban en la razón, por encima de la tradición o la superstición. Fomentaban la educación como base para alcanzar el progreso y la felicidad. Criticaron los principios del Antiguo Régimen y la sociedad estamental, por su injusticia. Para ellos era necesaria una sociedad más igualitaria y la división de poderes frente a la monarquía absoluta. Se oponían al dominio ideológico de la Iglesia. En economía, abogaban por el fin del mercantilismo y la liberalización de comercio e industria.

La Ilustración Española llegó desde Francia, con influencias de Montesquieu, Voltaire y Rousseau. La ausencia de clases medias burguesas capaces de entender las nuevas ideas ilustradas, el conservadurismo de los grupos universitarios, el enorme poder de la iglesia y la fuerte oposición de los privilegiados, dificultaron la difusión de la nueva corriente de pensamiento.
La primera mitad del siglo XVIII corresponde a una PRIMERA GENERACIÓN de pre-ilustrados, denominados novatores, destacando las figuras de Feijoo y Mayans. Fueron condenados por la Iglesia por sus ideas innovadoras, pero Felipe V y Fernando VI les protegieron y apoyaron.
A partir de la década de 1750 encontramos una SEGUNDA GENERACIÓN. Eran pensadores que seguían la ilustración francesa y criticaban el modelo social imperante en la España del siglo XVIII. Destacan Jovellanos, el conde de Aranda, Campomanes, Floridablanca, Olavide, Cadalso, Cabarrús... Algunos artistas como Francisco de Goya, también fueron personajes ilustrados y criticaron la sociedad de su tiempo. Los ilustrados españoles hicieron de la educación un objetivo prioritario, convencidos de que sólo si se superaba la ignorancia se podía cambiar la sociedad. Tomaron conciencia del retraso económico del país, en el que el desigual régimen de propiedad era un obstáculo para el progreso. Por ello propusieron su transformación y la resolución del problema de las tierras en manos muertas. Defendían la aplicación de las nuevas teorías como la Fisiocracia y el Liberalismo económico y una mejora de las técnicas mediante la aplicación de novedades implantadas en otros países. Los grupos privilegiados (alta nobleza y clero) fueron sus principales enemigos, aunque gozaron de la protección del monarca Carlos III.









11. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN.

11.1. LA CRISIS DE 1808. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL.

La gran importancia que ha dado la historiografía a la Guerra de la Independencia se debe a dos razones fundamentales: fue la primera guerra nacional de liberación de la época contemporánea, en la que participó espontáneamente el pueblo frente al invasor extranjero; y tuvo, además, una gran trascendencia política, ya que en ella coincidieron un levantamiento popular y un proceso revolucionario de cambio político, que fue obra de las Cortes de Cádiz.

ANTECEDENTES DEL CONFLICTO: EL REINADO DE CARLOS IV.
Debido al estallido de la Revolución Francesa (1789), Carlos IV congeló todas las reformas ilustradas que había iniciado su padre Carlos III. En coalición con otras monarquías europeas, España declaró la guerra a la Francia revolucionaria en 1793, pero fue derrotada de manera estrepitosa. Posteriormente, el nuevo primer ministro y favorito de la familia real, Manuel Godoy, buscó el acercamiento a Francia. En 1795 se firma la paz con Francia (Tratado de Basilea) y en 1796 la alianza (Tratado de San Ildefonso). En la batalla de Trafalgar (1805), los británicos vencieron a las flotas francesa y española.
En 1807 Godoy firma con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que autorizaba el paso de las tropas francesas para invadir Portugal, aliado de los británicos. A partir de la firma del tratado, penetraron en España unos 100.000 soldados franceses que se instalaron en importantes plazas estratégicas españolas.
En marzo de 1808 se produjo el Motín de Aranjuez que tuvo como consecuencia la destitución de Godoy y forzó a Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando VII. Carlos IV acudió en busca de arbitraje a Napoleón y este supo sacar partido de la situación, convenciendo a Carlos IV y a Fernando VII de que se entrevistaran con él en Bayona. El 5 de mayo la familia real española abdicó, dejando el trono de España en manos de Napoleón, quien procedió inmediatamente al nombramiento de su hermano José Bonaparte, el cual asumió la corona con el título de José I.
En paralelo a estos acontecimientos, se produjo el levantamiento popular del 2 de mayo, en Madrid, contra las tropas francesas que, al mando de Murat, se habían establecido en la capital. En los días siguientes el levantamiento se generalizó en otras áreas peninsulares.

LA MONARQUÍA DE JOSÉ BONAPARTE.
Tras las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en Bayona, Napoleón intentó legitimar la cesión de la corona de España a su hermano. Para ello convocó, bajo apariencia de una reunión de Cortes, una junta de notables que dio el visto bueno al nuevo rey y que aprobó la Constitución de Bayona, que no era otra cosa que una carta otorgada, basada en la constitución francesa.

Como rey de España José Bonaparte, a pesar de su talento, fue muy impopular. Se le llamó el Rey de copas, Pepe Botella y otros apelativos despectivos. Intentó sin éxito llevar a cabo importantes reformas políticas (desamortización de algunos bienes del clero, eliminación de los señoríos, abolición de la Inquisición...) pero fracasó al no contar con apoyo suficiente y no dominar el territorio.


LA RESISTENCIA POPULAR
La resistencia a los invasores se manifestó en cuatro frentes diferentes:
-Levantamiento popular. Fue iniciado de forma espontánea en Madrid el 2 de mayo de 1808, pero fue duramente reprimido. A lo largo del mes de mayo se extendió por todo el país, ante el vacío de poder producido por la abdicación de los reyes.
-Las Juntas supremas. Eran juntas populares que en muchas ciudades asumieron la soberanía vacante, en nombre del rey Fernando VII, y organizaron la resistencia. En septiembre de 1808 forzaron la creación de la Junta Suprema Central para que coordinara la defensa nacional. Estaba presidida por Floridablanca. En enero de 1810 la Junta Suprema renunció a sus poderes y nombró un Consejo de Regencia que gobernaría en nombre de Fernando VII.
-Los sitios. Zaragoza y Gerona resistieron durante varios meses el cerco de los franceses. Pretendían, a sabiendas de que era imposible el triunfo, inmovilizar efectivos enemigos y ganar tiempo para facilitar la organización y defensa del país.
-La Guerrilla fue una forma popular de lucha armada. Se trataba de partidas civiles de patriotas armados, de procedencia diversa, incluso clérigos, bajo la organización de un líder que era el jefe de cuadrilla. Entre los guerrilleros más conocidos estuvieron el Estudiante, Espoz y Mina, y el Empecinado. La táctica de la guerrilla consistía en hostigar a pequeños destacamentos enemigos y en asaltar sus convoyes de aprovisionamiento.
LAS FUERZAS POLÍTICAS.
La mayoría de la población se opuso a la ocupación francesa y participó en la lucha frente a Napoleón con mayor o menor compromiso. Esto generó una conciencia política desconocida hasta ese momento en España. Entre esa mayoría podemos diferenciar varias ideologías políticas:
-Los Absolutistas, que aspiraban al mantenimiento de Antiguo Régimen y que combatían por la monarquía, la religión y las tradiciones. Este grupo estaba integrado por la mayoría de la nobleza y del clero y una gran parte de la masa popular.
Los Ilustrados, como Jovellanos o Floridablanca. Reclamaban la vuelta de la monarquía en la persona de Fernando VII y aspiraban a iniciar un programa de reformas ilustradas semejante al de Carlos III.
-Los Liberales era casi todos miembros de la burguesía e intelectuales. Se trataba de una minoría que veía en la guerra la oportunidad de acabar con el Antiguo Régimen y de establecer la soberanía nacional e implantar un sistema parlamentario. Agustín Argüelles estará a la cabeza de sus dirigentes. Debido al predominio liberal entre los componentes de las Cortes reunidas en Cádiz, lograrán sacar adelante sus propuestas. La Constitución de 1812 marca el comienzo de la revolución liberal.
Los afrancesados como Cabarrús, formaban un grupo reducido de colaboracionistas con el régimen francés. Procedían en la mayor parte de las clases altas y medias, y eran antiguos partidarios de las reformas ilustradas. En la mayoría de los casos estaban dispuestos a colaborar no por actitud antipatriótica sino porque consideraban invencible al ejército francés y creían que el cambio de dinastía favorecería una política profunda de reformas, como había ocurrido en Francia tras la Revolución.




FASES DE LA GUERRA
Es frecuente dividir el desarrollo de la Guerra de la Independencia en tres fases:
La primera fase, guerra de resistencia, duró hasta finales de 1808. Fue una guerra convencional, en la que el ejército francés, integrado ahora por 150,000 hombres, y cuyo jefe supremo era Murat, se vio incapaz de controlar el país. Los franceses no pudieron someter la resistencia de Gerona, Zaragoza y Valencia. Incluso el ejército mandado por Dupont, destinado a ocupar Andalucía, fue derrotado en campo abierto en Bailén. Esta fase terminó con la retirada francesa de Madrid y el repliegue de las tropas invasoras al norte del valle del Ebro.
La segunda fase, fue una etapa de predominio francés, que duró desde noviembre de 1808 hasta finales de 1811. El adverso desarrollo de la guerra obligó a Napoleón a venir a España. Lo hizo al frente de un ejército de 250,000 hombres (la Grande Armée) que recuperó Madrid y consiguió la rendición de Zaragoza y Gerona. En enero de 1809 Napoleón tuvo que volver a Francia con lo que se inició una larga etapa de guerra de desgaste. El progreso francés fue lento, pero poco a poco ocuparon el país. Lo hicieron a costa de grandes pérdidas ya que tuvieron que hacer frente al acoso permanente de la guerrilla. La totalidad del territorio peninsular, con la excepción de Cádiz, quedó en manos de los franceses.
La tercera fase, abarca los años 1812 y 1813, en que se puso fin a la presencia francesa en España. Se volvió a la guerra convencional, con grandes batallas en campo abierto. El ejército francés, agobiado por los sucesos de Rusia, retiró parte de sus tropas; pero a ello se unió también que los españoles, con el apoyo de tropas inglesas, mandadas por el duque de Wellington, penetraron desde Portugal. Tras un primer triunfo aliado en Los Arapiles, la guerra se decidió en 1813, con las victorias Anglo-españolas de Vitoria y San Marcial. Napoleón se vio obligado a firmar el tratado de Valençay, por el que reconocía la derrota y a Fernando VII como rey de España.

BALANCE DE LA GUERRA.
Sus consecuencias se dejaron sentir en todos los ámbitos:
Demográficas: fue una de las mayores catástrofes sufridas por España en todos los tiempos Hubo alrededor de un millón de muertos, sobre una población de 12 millones, y numerosos intelectuales afrancesados se vieron obligados a marchar al exilio.
Económicas: La economía quedó en estado lamentable y el país devastado: la agricultura estaba en ruinas, la industria destruida, las infraestructuras destrozadas, lo que contribuiría a potenciar los mecanismos de dependencia del exterior.
Política: La Guerra de la Independencia inició el enfrentamiento entre absolutistas y liberales, que ya se plasmó en las discusiones de las Cortes de Cádiz.
Pérdida del patrimonio artístico: provocada por las destrucciones de la guerra y por el expolio llevado a cabo por las tropas francesas.





























11.2.-LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
LA REVOLUCIÓN LIBERAL.
La revolución liberal, también llamada revolución burguesa, es el proceso histórico de transformación política, social y económica, característico de Europa occidental en el tránsito a la Edad Contemporánea. En España se inició en el contexto de la Guerra de la Independencia, por obra de las Cortes de Cádiz.

Los referentes ideológicos e históricos más importantes del liberalismo fueron el parlamentarismo inglés, la ilustración francesa, el modelo de la Francia revolucionaria y el pensamiento económico de Adam Smith.
La ideología liberal se apoyaba en cuatro principios principales:
-La proclamación de la soberanía popular en oposición a la soberanía de origen divino de absolutismo.
La división de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, que evite la tiranía. Sustituye la Monarquía Absoluta por la Monarquía Constitucional.
-La defensa de los derechos individuales, es decir la igualdad ante la ley. Por tanto sustituye la sociedad estamental por la sociedad de clases.
-La promulgación de una Constitución que de forma a estas ideas y que implique un sistema parlamentario.

LAS CORTES DE CÁDIZ.
La convocatoria de las Cortes de Cádiz fue iniciativa de la Junta Suprema Central. En una situación de total vacío de poder por la invasión francesa y la ausencia del monarca, la Junta Central se mostró incapaz de dirigir la guerra y decidió convocar unas Cortes en las que los representantes de la nación decidieran el futuro del país.
La reunión de las Cortes se inició el 24 de Septiembre de 1810 en Cádiz, a salvo de las tropas francesas. Asistieron a la apertura 104 diputados a la que se fueron añadiendo numerosos suplentes (muchos diputados no pudieron incorporarse y otros no pudieron ser elegidos en sus provincias, debido al estado de guerra). Los suplentes eran nombrados entre personas procedentes de las provincias correspondientes, que residían o se encontraban en Cádiz. No se debe olvidar que, por su actividad comercial con América, Cádiz era una ciudad comercial y mercantil, en la que había alcanzado bastante importancia la burguesía y se habían difundido las ideas liberales. Estos diputados suplentes eran en la mayoría de los casos de ideología liberal y con una mentalidad progresista.
Las Cortes estaban integradas por diputados de características muy variadas: desde el punto de vista de la profesión había un tercio de diputados que pertenecían al clero, una quinta parte eran abogados, otra quinta parte funcionarios públicos, una décima parte militares y el resto nobles, catedráticos, comerciantes, terratenientes etc. Desde el punto de vista ideológico, si bien no estaban agrupados en partidos, había diputados liberales, ilustrados, y absolutistas. Desde un primer momento tomaron la iniciativa los liberales con personalidades tan destacadas como Agustín Argüelles. Los absolutistas se opusieron con fuerza a todo lo que afectara a la religión católica y la Inquisición. El primer decreto reconocía a Fernando VII como rey.
LA OBRA DE LAS CORTES DE CÁDIZ.
Los diputados de las Cortes de Cádiz elaboraron una extensa obra jurídica, que comenzó con numerosos decretos y culminó en la promulgación de una Constitución.

Los decretos pretendían reformar las instituciones políticas, económicas y sociales del Antiguo Régimen:
-Se aprobaron normas que reconocían algunos derechos y libertades individuales como la libertad de imprenta y la igualdad ante la ley. Se declara abolida la tortura en los procesos judiciales.
-Reformas Económicas, en la línea del liberalismo económico, como la libertad de trabajo, suprimiendo los gremios, y la libertad de los propietarios para vender, arrendar y cercar sus propiedades. Se suprimen instituciones feudales como la vinculación y el mayorazgo de los bienes nobiliarios, que ahora se podían comprar y vender libremente.
-Se aprobaron leyes desamortizadoras con la pretensión de iniciar una reforma agraria: entre estas medidas estaban la incautación de los bienes de las órdenes militares y la venta o reparto de bienes comunales de los ayuntamientos.
-Se eliminaron la Inquisición y la Mesta, y sus bienes fueron adjudicados al Estado.
-En otros artículos se contemplan la implantación de la enseñanza primaria pública y obligatoria, la creación de un ejército nacional (Milicia Nacional) la reorganización de la administración regional y local y la reforma de los impuestos y la hacienda pública.


La obra trascendental de las Cortes de Cádiz fue la elaboración de la Constitución de 1812. Fue promulgada el 19 de Marzo de 1812, por lo que se la conoció popularmente con el nombre de la Pepa. Era un texto muy extenso. Entre sus características fundamentales merecen destacarse:
-Era muy rígida ( muy difícil de reformar).
-Estaba dirigida a todos los españoles de ambos hemisferios (por tanto también americanos).
-Establecía la confesionalidad del Estado.
-Proclamaba la soberanía nacional.
-Reconocía importantes derechos individuales entre los que destacan la igualdad jurídica, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de imprenta y especialmente el derecho a la propiedad.
-La estructura del Estado se basaba en la división de poderes: El poder legislativo lo ejercían las Cortes, que eran unicamerales. Su función básica era elaborar las leyes, aunque el rey debía sancionarlas y podía vetarlas dos veces. Los diputados debían disponer de rentas para ser elegidos. El poder ejecutivo lo ejercía el monarca, que además podía nombrar a los ministros. El poder judicial quedaba en manos de los tribunales de justicia, estableciéndose la garantía en los procesos.
-El sistema electoral, establecía un sufragio universal masculino e indirecto.
- En la administración local, los alcaldes debían ser escogidos por los propios vecinos de la localidad.


La trascendencia histórica del texto constitucional de Cádiz se basa en la formulación política del liberalismo. Daba carpetazo a todo lo que había significado el Antiguo Régimen: sociedad estamental, privilegios, desigualdad, amortización de bienes, etc.

Es el primer texto constitucional de la historia de España y el cuarto del Mundo. Es además una constitución más avanzada y progresista que la francesa contemporánea.
Tiene algunos rasgos originales como son el establecimiento de la confesionalidad del Estado, que fue una concesión a la Iglesia española y los grupos conservadores para lograr mayor consenso, y la práctica del sufragio indirecto en varias fases sucesivas: parroquia, partido, provincia y Estado.
Se convirtió en la bandera del liberalismo y como tal fue derogada y repuesta en varias ocasiones a lo largo del siglo XIX, en función de los avatares políticos. Pero el paso del tiempo, la división de los liberales y las nuevas exigencias políticas, hicieron que se quedara anticuada.
Su influencia ha sido notoria en otras constituciones: Italia, Portugal y en varias de Iberoamérica.



































11.3 FERNANDO VII: ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO. LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA.

El Tratado de Valençay (1813) significaba la derrota de Napoleón y la vuelta de Fernando VII. Pero la situación del país era desastrosa. Las colonias americanas se habían rebelado. Existía un fuerte enfrentamiento entre la ideología liberal, emanada de las Cortes de Cádiz, y el absolutismo del rey y los grupos privilegiados.
LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA (1814-1820)
Las Cortes instaron al rey a que se desplazara rápidamente a Madrid y jurase la Constitución. Sin embargo Fernando VII demoró su vuelta y se desvió a Valencia. Allí recibió importantes apoyos: sesenta y nueve diputados absolutistas de las Cortes le presentaron el Manifiesto de los Persas, documento en que le manifestaban su oposición a la constitución. Fernando VII tomó la decisión de dar un golpe de Estado: el 4 de mayo de 1814 se hacía público el Decreto de Valencia que declaraba nulos y sin valor la Constitución de 1812 y los decretos de las Cortes de Cádiz.
La época de la restauración absolutista fue una etapa de notable inestabilidad política, con continuos cambios de gobierno que actuaban sin programa concreto, mientras el rey era asesorado por una desastrosa camarilla. Cuatro grandes problemas caracterizaron el periodo:
-Represión de los enemigos del régimen, con el destierro de los afrancesados y el encarcelamiento y asesinato de los liberales más destacados de las Cortes.
-Restablecimiento legal del Antiguo Régimen: volvieron a funcionar la Inquisición, la Mesta, los gremios; se devolvieron propiedades a la Iglesia, se restablecieron las instituciones feudales como la vinculación de las tierras.
-Incapacidad para resolver los problemas económicos. Las consecuencias de la Guerra de la Independencia y del levantamiento americano desencadenaron una crisis económica.
-Oposición liberal. Los liberales se vieron obligados a conspirar, con el apoyo de muchos militares, (algunos de ellos eran guerrilleros postergados tras la Guerra de la Independencia) muchas veces en sociedades secretas (masonería), y que terminaban en pronunciamientos armados que, a menudo, resultaron fallidos. El 1 de enero de 1820, el comandante Riego se pronunció con éxito al frente de las tropas acantonadas en Cabezas de San Juan, a la que se unió la flota de Cádiz destinada a sofocar los levantamientos independentistas de las colonias americanas.
EL TRIENIO LIBERAL (1820-23)
Tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII publicó el Manifiesto de marzo de 1820 (...”marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional”) en el que aceptaba la Constitución de 1812. Era el comienzo del Trienio Liberal cuyos aspectos más destacados fueron:
- Convocatoria de Cortes, que generaron una importante obra legislativa para desmontar el Antiguo Régimen absolutista. Se recuperaron los decretos reformistas de las Cortes de Cádiz (supresión de señoríos, eliminación de mayorazgos, disolución de los gremios, abolición de la Inquisición...) y se aplicaron nuevas reformas fiscales, de instrucción pública y un nuevo código penal. Además se restableció la milicia nacional para que defendiera el régimen constitucional. Se proclamó la libertad de imprenta.
-División de los liberales en dos grupos: los MODERADOS (Argüelles, Martínez de la Rosa...), partidarios de aplicar las reformas con prudencia, contando con la colaboración del rey y alcanzando un compromiso con las clases privilegiadas; y los EXALTADOS (Torrijos), que eran partidarios del cumplimiento estricto de la Constitución y de recortar el poder del rey.
-Acción contrarrevolucionaria. Desde el primer momento actuó la oposición antiliberal, con la participación directa del rey. Fernando VII utilizó las vías legales como el veto constitucional a las leyes, solicitó ayuda internacional a la Santa Alianza y acudió también a la conspiración, estimulado por los reaccionarios. Llegaron incluso a instalar durante unos meses (1822) la llamada Regencia de Urgel que controlaba algunas comarcas de Cataluña.
-Reacción internacional. Ante las peticiones de ayuda por Fernando VII y temerosas de que el ejemplo español sirviera de modelo a otras revoluciones liberales en Europa, las potencias de la Santa Alianza decidieron la intervención militar en España. Un ejército francés, los Cien mil hijos de San Luis, restauró sin grandes dificultades el absolutismo en 1823.
LA DÉCADA OMINOSA(1823-33)
La última etapa del reinado de Fernando VII, que los liberales llamaron despectivamente la Década Ominosa, significó el retorno al absolutismo. Los dos primeros años se caracterizaron por la represión política contra los liberales: bastantes fueron procesados y ejecutados (Riego, Mariana Pineda) mientras otros muchos tuvieron que emigrar a Francia o Inglaterra. Se depuró el ejército y la administración. Además se restauraron muchas de las antiguas instituciones, salvo la Inquisición.
A partir de 1825 se adoptó una postura política más tolerante por la gravedad de la situación económica. Entraron en el gobierno personalidades próximas a la burguesía moderada, muy adinerados y que podían contribuir a mejorar la desastrosa situación económica. Este cambio de orientación irritó a los absolutistas extremados, que se agruparon en torno al hermano del rey (Carlos María Isidro).
En 1830, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción que derogaba la Ley Sálica y recuperaba el derecho de las mujeres a heredar el trono. Esto truncaba las esperanzas de sucesión de Carlos María Isidro, que fue desterrado al negarse a reconocer a la princesa Isabel como heredera. En 1833, a la muerte del rey, se iniciaba el reinado de Isabel II. Al ser menor de edad se hizo cargo de la Regencia su madre María Cristina, que buscó el apoyo de los liberales por medio de una amplia amnistía. Inmediatamente se desencadenó la Primera Guerra Carlista.



LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA.
Situación de la América española previa a la emancipación.
La reactivación económica del siglo XVIII enriqueció a los criollos americanos, que además tomaron conciencia de su identidad. Los criollos eran americanos blancos descendientes de españoles, dueños de minas, tierras y comercios, y formaban un grupo educado que asimiló rápidamente las ideas liberales procedentes de EEUU, Gran Bretaña y Francia.


Entre las principales causas de la emancipación hay que destacar:
- La crisis del poder político en España. El vacío de poder tras la invasión francesa de 1808, empujó a los americanos a autogobernarse.
- El descontento de los criollos. Los criollos eran muy ricos y aspiraban a participar en el gobierno de sus territorios. Aunque pagaban elevados impuestos, no podían acceder a los cargos políticos, que quedaban en manos de españoles peninsulares.
- La independencia de Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789), se convirtieron en referentes de libertad para los americanos. Las ideas liberales se extendieron entre los criollos.
Las etapas del proceso de emancipación.
Se puede dividir el proceso de emancipación en dos etapas que discurren en paralelo con la situación española:
La primera abarca desde 1808 a 1814, el periodo de la Guerra de la Independencia contra la invasión francesa. A partir de 1808, de modo similar a lo que estaba sucediendo en España, se crean juntas que en nombre de Fernando VII no aceptan a José Bonaparte. Pero a medida que avanzaba el conflicto, estas juntas se negaron también a aceptar el gobierno español. En el Virreinato de la Plata el general San Martín proclama la independencia de la República Argentina; en el Virreinato de Nueva Granada aparece la personalidad de Simón Bolívar.
La segunda etapa va desde 1814 a 1824, durante el reinado de Fernando VII. Es ya una guerra colonial, ya que España envió tropas para reprimir el levantamiento. San Martín atraviesa los Andes y proclama la independencia de Chile. Por otra parte Bolívar, en Nueva Granada crea la Gran Colombia.
Durante el Trienio Liberal la dominación española se hunde. Ante el dominio de los liberales, los conservadores de México proclaman su independencia (1822). La campaña conjunta de San Martín, Sucre y Bolívar sobre el Perú, desemboca en la victoria de Ayacucho (1824). Perú y Bolivia se proclaman independientes. Era el final de la presencia española en la América continental.
Balance de la independencia hispanoamericana:
- Nacimiento de numerosas repúblicas independientes. El sueño de la unidad americana de Bolívar fracasó. Estas repúblicas mostraron una fuerte inestabilidad política, con la contínua intervención del ejército.
- Enorme desigualdad social. A pesar de la apariencia democrática, la minoría criolla marginó a la población india y negra.
- Neocolonialismo. La independencia política iba acompañada de dependencia económica de Gran Bretaña y Estados Unidos.








12. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL.

12.1.1 LA OPOSICIÓN AL LIBERALISMO: CARLISMO Y GUERRA CIVIL. LA CUESTIÓN FORAL.

Entre los 1833 y 1840, durante la minoría de edad de Isabel II, se desencadenó en España una guerra civil, la Primera Guerra Carlista. Aunque en su origen puede calificarse el conflicto como dinástico, es también un enfrentamiento político entre los partidarios del absolutismo y los que defienden la monarquía liberal.
La Segunda Guerra Carlista y la Tercera Guerra Carlista, resurgieron aprovechando momentos de debilidad y del estado liberal. La segunda en tiempos de Isabel II (1848-1849) y la tercera en los momentos más convulsos del Sexenio Revolucionario.

LOS ANTECEDENTES DEL CONFLICTO.
La última etapa del reinado de Fernando VII, la Década Ominosa (1823-33) se había iniciado con años de dura represión absolutista. A partir de 1825, debido a la grave situación económica asistimos a un giro progresivo hacia una política más moderada, de acercamiento a los liberales y reformas económicas. Esto no satisfizo ni al liberalismo más radical ni a los absolutistas más reaccionarios. Unos y otros acudieron a conspiraciones y pronunciamientos. Interesa destacar entre ellos la formación en la corte de un grupo de absolutistas intransigentes en torno al infante Carlos María Isidro, hermano del rey y posible heredero. A estos hechos se le añadió la cuestión sucesoria, derivada de una cuestión legal: la vigencia o no de la Ley Sálica, que primaba el acceso al trono de los varones sobre las mujeres, aunque fuese por línea sucesoria indirecta. En 1830 ante el embarazo de la reina, Fernando VII promulga la Pragmática Sanción que eliminaba la Ley Sálica, para posibilitar la sucesión al trono de la línea femenina. El nacimiento de la princesa Isabel empezó a perfilar dos bandos: los partidarios de los derechos de D. Carlos y los valedores de la heredera recién nacida. En 1833 murió Fernando VII, dejando como heredera a su hija Isabel y como regente a su esposa María Cristina. Inmediatamente Carlos María Isidro reclamó públicamente su derecho al trono y comenzó la Primera Guerra Carlista (1833-1840).

LA PRIMERA GUERRA CARLISTA: DOS OPCIONES POLÍTICAS ENFRENTADAS
El pleito dinástico y la guerra carlista que le siguió, no solo representaron el enfrentamiento entre dos pretendientes al trono. Fue también un enfrentamiento entre dos opciones ideológicas que dividían la sociedad española: carlismo y liberalismo.
El bando carlista integraba a los grupos sociales opuestos a la revolución liberal. Estaba formado por los mandos más reaccionarios del ejército; una parte de la nobleza rural que se sentía perjudicada por las reformas tributarias y que se oponían a la igualdad ante la ley; parte del clero; y el campesinado propietario o arrendatario del norte de España, afectado por el aumento de los impuestos y que consideraba al liberalismo como algo nefasto, propio de las ciudades y contrario a las costumbres y tradiciones. Su máxima implantación geográfica se encontraba en el País Vasco y Navarra (exceptuadas las capitales), en el norte del valle del Ebro (sobre todo en Cataluña) y el Maestrazgo. La ideología del carlismo se resumía en el lema “Dios, Patria, Fueros”. Se puede estructurar en cuatro puntos:
-Defensa de la monarquía absoluta, basada en la legitimidad dinástica y heredera de las tradiciones históricas.
-Oposición a las reformas liberales, sobre todo a la eliminación de los privilegios estamentales, a la desamortización y al libre mercado.
-Defensa de la tradición católica y de los intereses y privilegios de la Iglesia. El anticlericalismo de los liberales y la desamortización de Mendizábal aumentó la adhesión del clero al carlismo.
-Apoyo a las tradiciones forales. Sobre todo en el País Vasco y Navarra el carlismo defendía, frente al liberalismo igualitario, el mantenimiento de instituciones tradicionales que se habían mantenido incluso tras los decretos de Nueva Planta (Cortes de Navarra, exenciones fiscales, exención de quintas etc.)
El bando isabelino se identificó con la defensa del liberalismo. Aglutinaba a dos sectores diferentes. Por un lado, una parte de las clases altas, fieles a Fernando VII, que mantuvieron la fidelidad a su hija Isabel II. Eran nobles terratenientes, altos funcionarios públicos, jefes del ejército, la mayor parte de la jerarquía eclesiástica, hombres de negocios etc. Aceptaban las reformas liberales no por convencimiento sino para mantenerse cerca del poder. Por otro lado, la burguesía y los liberales moderados, que apoyaron a la corona para conseguir el sistema liberal. El desarrollo de la guerra hizo necesario que los isabelinos contasen con el liberalismo progresista, para conseguir el apoyo total de las ciudades y de las clases medias urbanas.
Aunque la Guerra carlista fue un conflicto civil, ambos bandos contaron con apoyos exteriores. El gobierno isabelino estableció una cuádruple alianza con Portugal, Gran Bretaña y Francia, de los que recibió apoyo militar que se concretó en la llegada de voluntarios ingleses. Los carlistas recibieron dinero y armas de Austria, Rusia y Prusia.

Etapas del conflicto:
Es frecuente establecer tres etapas en la primera guerra carlista:
Entre 1833 y 1835 el conflicto se consolidó en el campo del País Vasco y Navarra, aunque los liberales conservaron las grandes capitales. Empezó siendo una guerra de guerrillas pero la pasividad gubernamental permitió a Zumalacárregui organizar un ejército carlista con más de 25.000 hombres que puso sitio a Bilbao (1835), en cuyo asedio murió.
Entre 1836 y 1837 los carlistas logran sus mayores éxitos. Los acontecimientos más espectaculares fueron varias expediciones fuera del ámbito vasco-navarro, para intentar activar el levantamiento por toda España. Partidas carlistas recorrieron gran parte de la Península (Galicia, Levante, Andalucía, Extremadura...) sin enfrentamientos militares significativos. La Expedición Real (1837), del pretendiente Don Carlos, llegó hasta Arganda en las proximidades de Madrid, negoció en vano con la Regente y regresó a sus cuarteles del norte.
En esta etapa, el general Espartero consolidó su prestigio entre los isabelinos, al derrotar a los carlistas en el puente de Luchana (1836) y levantar un segundo asedio de Bilbao.
Entre 1837 y 1839 se produce una división interna del bando carlista en dos bloques: los intransigentes, que pretendían llevar la guerra hasta sus últimas consecuencias, y los transacionistas, partidarios de llegar a un acuerdo con el gobierno de la Regente. Sucesivas victorias del ejército isabelino al mando de Espartero, desembocaron en el “abrazo de Vergara” y la firma del convenio de paz (1839). Espartero, en nombre de los liberales y el general Maroto, por los carlistas partidarios de la paz, acordaron la incorporación de los militares carlistas al ejército real y la promesa de respetar los fueros vascos y navarros.

LA SEGUNDA Y TERCERA GUERRAS CARLISTAS.
Durante el reinado de Isabel II, en la llamada DÉCADA MODERADA (1843-54), la vida política no se desarrollaba en las instituciones liberales sino en torno a la Corte, con una importante corrupción y manipulación que dejaban sin sentido cualquier oposición por la vía política y parlamentaria. Fuera del sistema liberal el carlismo continuaba siendo la principal fuerza de oposición. Los levantamientos carlistas se revitalizaron en el periodo 1848-49, siendo el más importante de ellos la llamada “guerra dels matiners” o Segunda Guerra Carlista, en Cataluña.
Durante el SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874) la elección de Amadeo I de Saboya como rey constitucional, contó con la oposición de grandes sectores de la sociedad española, como los moderados, la aristocracia, la Iglesia y como era lógico los republicanos; pero también los carlistas, que vieron una oportunidad de recuperar el trono. Beneficiados por el clima de libertad del Sexenio Democrático, y la inestabilidad del régimen, durante algún tiempo el carlismo estuvo practicando la oposición parlamentaria (dirigidos por Cándido Nocedal). A partir de 1872 la estrategia del partido cambió y se impuso una tendencia insurreccional que encontró en el pretendiente Carlos VII ,un líder carismático que logró establecer una Corte en Estella (Navarra). La Tercera Guerra Carlista (1873-1875) se inició con las expectativas de sentar en el trono a Carlos VII una vez desaparecida Isabel II. La revuelta se inició en el País Vasco y se extendió a Navarra y zonas de Cataluña. Aunque nunca constituyó un verdadero peligro para el gobierno de Madrid, se convirtió en un foco permanente de problemas. En febrero de 1876, una vez perdida todas las posiciones, Don Carlos cruzó la frontera francesa hacia el exilio y la guerra se dio por finalizada en todo el territorio.
La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral, quedando los vascos sujetos al pago de impuestos y al servicio militar comunes en todo el Estado. Ahora bien, se estipuló un sistema de conciertos económicos (1878) que se traducía en un cierto grado de autonomía fiscal, en virtud de la cual las provincias vascas pagarían anualmente a la Administración central una determinada cantidad recaudada directamente por las Diputaciones Provinciales. En el País Vasco la abolición de los fueros dio origen al nacimiento de una corriente que reivindicaba el régimen foral y que estaría en la base del nacimiento del nacionalismo vasco.






12.1.2. ISABEL II (1833-1843): LAS REGENCIAS.

Durante la minoría de edad de Isabel II (1833-43) se produjo en España el cambio definitivo que llevó del absolutismo al liberalismo. Este proceso fue muy complicado, en un país en quiebra y desgarrado por la Primera Guerra Carlista.

REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840).
En 1833 la reína María Cristina de Borbón asumió la regencia. Javier de Burgos, ministro de Fomento, llevó a cabo la división provincial. El estallido de la Primera Guerra Carlista obligó a la regente a buscar la alianza de los liberales moderados, menos peligrosos para el trono que los progresistas. En 1834 entregó el gobierno a Martínez de la Rosa, liberal moderado, cuya decisión más importante fue la promulgación del ESTATUTO REAL. Se ha calificado el estatuto como una carta otorgada muy conservadora, para contentar a las clases altas y a los liberales moderados. Estas son sus principales características:












Durante la Regencia de María Cristina se institucionalizó la división de los liberales en PROGRESISTAS y MODERADOS. Estos partidos no tenían el mismo sentido que los actuales sino que eran más bien grupos de notables capaces de atraer votantes. Los Moderados, tenían su base social en la aristocracia y alta burguesía terrateniente, hombres de negocios, banqueros y altos cargos militares. Defendían el legislativo compartido entre las Cortes y el rey, el recorte de las libertades individuales, el sufragio censitario muy limitado y la disolución de la milicia nacional. Era el partido preferido de la monarquía. Los Progresistas tenían su mayor apoyo entre las clases medias urbanas, oficiales del ejército y profesiones liberales. Defendían el poder legislativo en manos de las Cortes, amplias libertades individuales, limitación del poder real, sufragio más amplio, alcaldes elegidos por votación y defensa de la milicia nacional.

Los liberales progresistas estaban profundamente descontentos por la timidez de las reformas emprendidas, las limitaciones del Estatuto Real, los fracasos militares ante los carlistas, y el hecho de que habían sido apartados de cualquier posibilidad de gobernar. Seguían manteniendo una enorme influencia en el ejército y el pueblo a través de la Milicia Nacional y las Juntas Revolucionarias. Para lograr un cambio de rumbo del gobierno y conseguir un estado auténticamente liberal, protagonizaron las revueltas de 1835, que se extendieron por Andalucía, Barcelona y Madrid. La Regente, temerosa de verse entre dos fuegos (los carlistas y los progresistas) decidió entregar el gobierno al progresista JUÁN ÁLVAREZ MENDIZÁBAL, que rápidamente inició un programa de reformas. Tenía ante sí el enorme reto de desmantelar todas las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. Mendizabal decreta el final definitivo del régimen señorial, al suprimir la vinculación y el mayorazgo. Para hacer frente a la falta de dinero, imprescindible para continuar la guerra contra los carlistas, Mendizábal inició una política de desamortización. La desamortización de Mendizábal (1836) se basaba en la venta de las tierras de la Iglesia y los Ayuntamientos. Se decretó la disolución de numerosas órdenes religiosas (excepto las dedicadas a la atención hospitalaria o la enseñanza). Todas sus propiedades fueron incautadas. Con los bienes desamortizados se constituyeron lotes de propiedades que fueron vendidos mediante subasta pública. Las tierras podían comprarse mediante dinero en metálico o con títulos de Deuda. De esta manera se conseguían nuevos recursos y se disminuía la deuda del estado. Pero el fracaso de la reforma fue la incapacidad de crear una clase agrícola próspera y estable. Las tierras fueron a parar a la nobleza y burguesía adineradas, por tanto no existió reforma agraria. También se declararon definitivamente abolidos los gremios, los diezmos eclesiásticos y la Mesta.
La presión de la Iglesia y los grupos más conservadores, empujaron a María Cristina a destituir a Mendizábal. Esto desembocó en el Levantamiento de los Sargentos de la Granja (1836), que obligó a la reina a jurar la Constitución de 1812. Pero la vieja y simbólica constitución, estaba demasiado anticuada y hubo que reformarla para contentar a los moderados.
La CONSTITUCIÓN DE 1837 es un texto de inspiración progresista. Hereda muchos elementos de la constitución de 1812, pero al recoger algunos postulados de los moderados, es más conservadora.










Los progresistas pretendían lograr una constitución que se mantuviera estable, por eso hicieron concesiones al liberalismo moderado. En las primeras elecciones convocadas (septiembre de 1837), los moderados obtienen una amplia victoria, algo fácil de entender teniendo en cuenta quiénes podían votar.
El nuevo gobierno moderado, intentó reformar la constitución para hacerla aún más conservadora. En 1840 aprobaron una nueva ley electoral que reducía aún más el sufragio censitario. También se inició una legislación para frenar las reformas anteriores y devolver algunas de las tierras desamortizadas a la Iglesia. Como respuesta, los liberales progresistas promovieron las revueltas de 1840. María Cristina, que no quería entregar el poder a los progresistas, dimitió y se exilió en Francia.


LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)
En medio de una fuerte insurrección por toda España, el general Baldomero Espartero se convierte en regente. Había cimentado su prestigio en las victorias durante la guerra carlista, por las que gozaba de una gran popularidad. Los liberales progresistas le consideraban un gran líder y su carisma popular le llevó fácilmente al poder. Sin embargo, el héroe del liberalismo progresista acabó gobernando de manera muy autoritaria.
Espartero mantuvo la constitución de 1837, pero apenas contó con la opinión de las Cortes y se fue aislando cada vez más de sus propios compañeros progresistas. Mientras esto sucedía, los militares moderados participaban en numerosos pronunciamientos fracasados. En 1842 Espartero aprobó un arancel que abría el mercado español a los tejidos ingleses, algo que amenazaba diréctamente a la industria catalana. La razón de esta decisión podría ser el apoyo decidido que los ingleses daban al régimen de Espartero. Ante esta medida, en Barcelona estalló una insurrección. Las tropas acantonadas en el castillo de Montjuich bombardearon Barcelona durante un día entero, provocando miles de heridos.
En 1843 se produjo la caída de Espartero. Abandonado por el partido progresista, Espartero fue sorprendido por un pronunciamiento moderado, liderado por su principal enemigo, el general Narváez, en Torrejón de Ardoz. Espartero se vio obligado a exiliarse en Londres e Isabel II, pese a que sólo contaba trece años, fue declarada mayor de edad por las Cortes.















12.1.3 ISABEL II (1843-1868): EL REINADO EFECTIVO.
El reinado de Isabel II significa el establecimiento definitivo del estado liberal en España. Sin embargo, el enfrentamiento entre progresistas y moderados dominó toda la vida política española. Las elecciones estaban manipuladas por los grupos gobernantes y eran frecuentes los pronunciamientos militares para cambiar el gobierno.

LA DÉCADA MODERADA (1843-1854)
Tras el pronunciamiento de Narváez en Torrejón de Ardoz (1843), los moderados regresan al poder. Era evidente que no aceptaban la constitución de 1837 y deseaban un sistema con sufragio censitario muy restringido, para mantener a sus enemigos los progresistas lejos del poder. Convocaron elecciones de 1844. Estas elecciones se desarrollaron en medio de graves difilcutades para los progresistas, debido a el control de los votos por el gobierno moderado. Por tanto los progresistas se abstuvieron de votar. Las nuevas Cortes tuvieron una abrumadora mayoría de moderados. Estas cortes debatieron y aprobaron un nuevo texto constitucional que sentaría las bases del sistema liberal conservador y elitista que dominaría casi todo el reinado de Isabel II.

La Constitución de 1845.
Se trata de una nueva Constitución, si bien muchos artículos de la constitución de 1837 no fueron prácticamente modificados. Esta Constitución es la expresión práctica de la ideología moderada, que representa a una oligarquía isabelina formada por los más ricos y poderosos (alto clero, alta nobleza terrateniente, burguesía adinerada y altos cargos militares).



















La ley electoral permitió a los gobiernos moderados controlar también los procesos electorales, por medio de los gobernadores civiles y los alcaldes. Los progresistas, conscientes de no poder vencer por la corrupción del proceso electoral y el sufragio censitario, no se presentaban a las elecciones. En la década de 1840 surgió el Partido Democrático, que reclamaba el sufragio universal masculino.
En 1851 se firmó el Concordato con la Iglesia. Tras la guerra carlista y la desamortización, el Concordato reconciliaba a la Iglesia y el Estado español. El Estado se comprometía a financiar los gastos del clero y del culto católico. Los moderados disolvieron la Milicia Nacional y crearon en 1844 la Guardia Civil. Sus misiones eran especialmente rurales, mantener el orden público y proteger las propiedades. Se elaboró un Código Penal en 1851.
En el año 1854 la situación se hizo insostenible para los moderados. La crisis económica, la corrupción, los escándalos financieros y la política cada vez más conservadora del gobierno desembocaron en una actitud revolucionaria. La unión de progresistas, democráticos y moderados críticos, provocó el pronunciamiento de Vicálvaro (junio 1854), también llamado Vicalvarada, a cuyo frente se colocó el general O`Donnell. Estas fuerzas redactaron el Manifiesto del Manzanares en el que incluían peticiones progresistas. La reina Isabel II se vio obligada a encargar el gobierno al viejo liberal progresista Espartero.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
El escaso tiempo que los progresistas estuvieron en el poder les impidió articular una auténtica alternativa. Proyectaron una constitución que no llegó a promulgarse, aunque sus leyes económicas fueron muy importantes.
Se formó un gobierno encabezado por el general Espartero y con O`Donnell como ministro de la Guerra. En las elecciones a Cortes Constituyentes apareció una nueva fuerza política, La Unión Liberal, un partido de amalgama entre moderados y progresistas, con vocación de centro y dirigido por O’Donnell. El nuevo proyecto de constitución no se llegó a aprobar. La Constitución nonata de 1856 establecía la soberanía nacional, con el poder legislativo compartido por las Cortes y el rey, un senado débil frente a un congreso muy fuerte y un estado confesional con tolerancia religiosa (aplicada al culto privado). Al mismo tiempo se regulaban con amplitud los derechos individuales que se habían ignorado durante el régimen moderado. Hubiera sido el gran ejemplo de constitución progresista.
La desamortización de Madoz (mayo de 1855) pretendía recabar recursos para la Hacienda y afectó principalmente a los bienes de los Municipios (propios y comunes). La segunda ley importante fue la Ley General de Ferrocarriles (1855) cuyo objetivo era promover una red ferroviaria casi inexistente. Las ventajas fiscales, las subvenciones y la protección del gobierno permitió impulsar la construcción acelerada de vías y estaciones con inversiones extranjeras. Sin embargo, las condiciones de vida de las clases populares no mejoraron en el bienio, lo que provocó una enorme conflictividad social. Los obreros se levantaron en Barcelona, y hubo numerosas propuestas contra las quintas y los consumos. Espartero, que no quería reprimir las rebeliones, dimitió. La reina confió el gobierno a O’Donnell, que reprimió duramente las protestas.

RETORNO Y CRISIS DEL MODERANTISMO (1856-1868).
O’Donnell restauró el régimen que dos años antes había ayudado a derribar, restableciendo el régimen moderado y la constitución de 1845. La legislación más progresista del Bienio fue anulada. Narváez (moderado) y O’Donnell (Unión Liberal) se alternaron en el poder.
Hay que destacar la política exterior de la Unión Liberal. España, que había desempeñado un papel muy secundario en la política mundial, emprendió una activa y agresiva política exterior cuyo objetivo fundamental era desviar la atención de los españoles de los problemas internos. La intervención en Indochina, México o Marruecos contó con el apoyo de las Cortes, la prensa, y la opinión pública, manipulada con el patriotismo y el honor nacional, aunque los resultados fueron discretos.
A principios de 1863 la Unión Liberal se descomponía por el desgaste en el ejercicio del poder y la falta de objetivos políticos. La mayor parte de la Unión Liberal abandonó a O’Donnell. La inestabilidad de los gobiernos fue un rasgo predominante y se tendió a ejercer una política autoritaria al margen de las Cortes. En 1865 se produjo en Madrid la noche de San Daniel, un violento choque entre la policía y los estudiantes en la Puerta del Sol motivado por la destitución del rector de la Universidad. También la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil en 1866. A esto se sumó la crisis económica internacional, debido a la falta de algodón por la guerra civil en EEUU. También hay que destacar la crisis financiera por la poca rentabilidad de las inversiones ferroviarias. Además las cosechas de 1866 y 1867 fueron pésimas.
Creación de una alianza antidinástica. En agosto de 1866, los progresistas, democráticos y la Unión Liberal sin O’Donnell, se reunen en el balneario de Ostende (Bélgica). Allí llegan a un acuerdo de mínimos (Pacto de Ostende) para acabar con el sistema moderado. Los objetivos principales eran el destronamiento de Isabel II y la creación de un sistema con sufragio universal masculino. Esto condujo a la llamada Revolución Gloriosa (1868) que exilió a Isabel II e inició el Sexenio Democrático.

































12.2 EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA.
ORÍGENES DEL SEXENIO DEMOCRÁTICO.
La revolución de 1868 llegó por el agotamiento y la impopularidad del moderantismo y la monarquía de Isabel II. A esto se le unió una fuerte crisis económica.
La crisis financiera se originó por la evidencia de la poca rentabilidad de las inversiones ferroviarias. La crisis industrial fue muy grave, sobre todo en Cataluña. La guerra de Secesión en EEUU interrumpió sus exportaciones de algodón y aumentó el precio. La crisis de subsistencias se debía a las pésimas cosechas de los años 1866 y 1867. Esto elevó el precio del trigo.
Desde el punto de vista político, el descontento contra los moderados estaba muy extendido. Industriales y capitalistas exigían medidas para atajar la crisis económica. El descontento popular era muy grande debido a la carestía y el autoritarismo del régimen moderado. En 1865 se produjeron los sucesos de la noche de San Daniel. Los estudiantes se manifestaban en la Puerta del Sol por la destitución del Rector. La represión de las fuerzas del orden fue brutal. En 1866 el gobierno de O’Donnell reprimió duramente una revuelta de sargentos en el Cuartel de San Gil (Madrid). Los militares exigían reformas políticas. Se fusiló a todos los implicados.
Ante esta situación, en agosto de 1866, la oposición (progresistas, demócratas y parte de la Unión Liberal) firmó el llamado Pacto de Ostende. La imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre el modo de gobierno (monarquía o república) les llevó a un acuerdo de mínimos: derrocamiento de Isabel II y establecimiento del sufragio universal (masculino).

LA REVOLUCIÓN “GLORIOSA”1868.
El 19 de septiembre de 1868, la escuadra de Cádiz al mando de Topete se sublevó, al grito de “Viva España con honra”. Este famoso manifiesto, llamaba a la sublevación contra la corrupción de los moderados e Isabel II, pero manteniendo el orden. Prim extendió la sublevación por Andalucía. En muchas ciudades españolas se constituyeron Juntas Revolucionarias y se reorganizaron las Milicias Nacionales. Cuando las tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en el Puente de Alcolea, Isabel II partió hacia el exilio en Francia.
Los firmantes del Pacto de Ostende tomaron de inmediato la dirección del poder, y constituyeron un gobierno provisional. Asustados por el enorme clamor popular, decidieron disolver las juntas y desarmar a la Milicia Nacional.

EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DE 1869.
Al frente del gobierno provisional se situaron el unionista Serrano (regente) y el progresista Prim (jefe de gobierno). Pusieron rápidamente en marcha un programa de reformas. Fueron reconocidos multitud de derechos ( libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, sufragio universal...). Se aprobó la reforma de la enseñanza y la democratización de los ayuntamientos. El gobierno provisional convocó elecciones (con sufragio universal masculino) a Cortes Constituyentes. Los resultados reflejaban por primera vez el pensamiento político de la sociedad española: victoria de los partidos de Ostende por mayoría absoluta, importante minoría republicana, presencia del carlismo, ínfima representación de los moderados.
La CONSTITUCIÓN DE 1869 fue un gran hito en la historia constitucional española. Fue la primera constitución democrática de nuestra historia y la culminación de toda una lista de constituciones liberales anteriores. Entre sus características podemos destacar:
















En política económica destacan varios aspectos de enorme trascendencia. El gobierno optó por el librecambismo (ley de bases arancelarias). Se fijó la peseta como unidad monetaria. La caótica situación de la Hacienda llevó a la aprobación de la Ley de minas, que permitía arrendar la explotación de los yacimientos a compañías extranjeras.


EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA (1870-1873).
Tras la aprobación de la constitución de 1869, una de las tareas fundamentales era la búsqueda de un monarca. Existieron muchas discusiones sobre los candidatos (que afectaron incluso a las relaciones entre países extranjeros). Finalmente se optó por la candidatura de Amadeo de Saboya, perteneciente a la dinastía reinante en la recién unificada Italia. Se trataba de un príncipe de profundas convicciones liberales, que hubiera sido un perfecto monarca constitucional. Llegó a España en 1870. Tres días antes de su llegada, fue asesinado su gran valedor, el general Prim. Amadeo se encontró rápidamente aislado en un país que no conocía y rodeado de una fuerte oposición: los moderados (ahora alfonsinos), buscaban la vuelta de los Borbones; la Iglesia era enemiga del régimen; las elites capitalistas desconfiaban de la legislación social del nuevo gobierno; los republicanos no aceptaban ningún monarca; los carlistas solo aceptaban a su candidato.
El reinado de Amadeo acabó en medio de una gran inestabilidad. En 1868 ya se había producido una rebelión en Cuba (Guerra de los diez años o “Guerra Larga”) que buscaba la independencia y la abolición de la esclavitud. Los carlistas se alzaron en 1872. La rebelión se extendió rápidamente por el País Vasco y Navarra (tercera guerra carlista). También en 1872 comienzan las insurrecciones de los republicanos, que buscaban derribar la monarquía. En febrero de 1873, Amadeo abdica del trono, al considerar que no tiene apoyos suficientes.


LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873).
Ante la dimisión del rey, las Cortes decidieron someter a votación el futuro del país. El 11 de febrero la República fue aprobada por una amplia mayoría. La mayor parte de los republicanos presentes en la cámara eran federales (Partido Republicano Federal), dirigidos por Pi i Margall. Propugnaban el sistema de pactos entre los distintos pueblos o regiones, como modo de articular el estado. Además eran partidarios del laicismo, la ampliación de los derechos democráticos y la intervención en la regulación de las condiciones laborales. Contaban con el apoyo de la pequeña burguesía y parte del campesinado y proletariado.
La República fue recibida con entusiasmo por las masas populares. Pero pronto aparecieron revueltas en protesta por los problemas de los consumos y las quintas. El gobierno republicano no dudó en reprimir estos movimientos.
Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, que ganaron los republicanos (con un 60% de abstención). La CONSTITUCIÓN NONATA DE 1873 hubiera convertido a España en una República Federal, compuesta de 17 estados federados (incluyendo Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Se reconocían tres niveles de poder (municipio, región y nación). La separación iglesia-estado era total. Por lo demás, era muy parecida a la de 1869.
La I República sobrevivió un año, en medio de una enorme inestabilidad política. Se sucedieron tres presidentes: PI I MARGALL, SALMERÓN y CASTELAR (el más conservador). Los gobiernos republicanos tuvieron que afrontar:
• Rebelión carlista. Las partidas carlistas llegaron hasta Cuenca. El gobierno no logró acabar con el conflicto.
• Rebelión cubana. La República no logró acabar con esta sublevación, entre otras cosas porque los militares y funcionarios presentes en Cuba eran claramente monárquicos.
• Levantamientos cantonales. Muy influidos por el federalismo y el anarquismo. Aspiraban a convertir las poblaciones en unidades autogestionadas. Se alzaron como cantones independientes Cartagena, Sevilla, Cádiz, Granada, Alicante, Málaga...

En enero de 1874 el general Pavía ocupa el hemiciclo del Congreso de los Diputados con la Guardia Civil, y disuelve la asamblea por la fuerza. El general Serrano, apoyado por los progresistas, intentó estabilizar una república conservadora, pero en diciembre se produjo el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto, que proclamaba rey de España a Alfonso XII. En el Manifiesto de Sandhurst el príncipe prometía una monarquía liberal, pero de signo conservador y católico.






12.3.1 REINADO DE ALFONSO XII: EL SISTEMA CANOVISTA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1876.
El pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto (1874), significó la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, que emitió el manifiesto de Sandhurst buscando el apoyo al nuevo régimen. La burguesía, asustada por la radicalización del Sexenio, recibió el pronunciamiento con satisfacción. El auténtico diseñador de todo el sistema político del periodo denominado Restauración, fue Cánovas del Castillo. El sistema pretendía conservar todos los principios básicos del liberalismo del siglo XIX, pero era muy conservador. Se asentaba en un sistema parlamentario pero escasamente democrático.



Sus bases quedaron claramente fijadas en la CONSTITUCIÓN DE 1876. Aunque pretendía recoger alguna herencia del Sexenio, resultó un texto muy conservador, inspirado en parte en la moderada de 1845. Defendía valores tradicionales como la familia, la religión o la propiedad, aunque no se renunciaba a la incorporación de medidas democráticas en el futuro. Estas son sus principales características.












Esta constitución tuvo una larguísima vigencia, pero muy azarosa, ya que fue suspendida en numerosas ocasiones.

FUNDAMENTOS DEL SISTEMA CANOVISTA.
Los fundamentos del sistema canovista fueron la Corona, los partidos dinásticos y el ejército.
La CORONA obtenía amplísimos poderes de la constitución. Esto facilitó que Alfonso XII, y sobre todo Alfonso XIII, intervinieran constantemente en política. Se concedía al rey el papel de “árbitro” en la vida política e institucional y su actuación era incuestionable.
El EJÉRCITO, al que se quería alejar definitivamente de la vida política, obtuvo a cambio una enorme autonomía. Los militares gozaban de jurisdicción propia, es decir, de absoluta autonomía en sus asuntos internos. Esta autonomía acabó convirtiéndose en un instrumento de presión sobre la vida civil.
Los PARTIDOS DINÁSTICOS, conservador y liberal, renunciaban a los golpes de fuerza o pronunciamientos para llegar al poder. El gobierno se compartiría de manera alternativa (sistema de turno). Ambos partidos eran de raíz burguesa y coincidían ideológicamente en lo fundamental. Eran partidos de minorías, de notables, que contaban con periódicos y comités distribuidos por toda España. Se nutrían de las élites económicas y las clases medias acomodadas, aunque los terratenientes eran más conservadores y los profesionales urbanos más liberales.
El Partido Liberal-Conservador fue organizado por Antonio Cánovas del Castillo. Aglutinó a los sectores más conservadores y tradicionales de la sociedad (a excepción de los carlistas). Se mostraron siempre proclives al inmovilismo, la defensa de la Iglesia y el orden social.
El Partido Liberal-Fusionista fue dirigido por Práxedes Mateo Sagasta y reunía a antiguos progresistas y unionistas. Se sentían inclinados a realizar algún tipo de reforma más progresista y laica.
Sin embargo, en la práctica, los dos partidos gobernaron de manera muy semejante, ya que buscaban el consenso y existía un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase al gobierno. La alternancia en el poder, tenía como objetivo asegurar la estabilidad gubernamental. En la práctica fue posible gracias a un sistema electoral corrupto que facilitaba la manipulación de votos y la formación de mayorías artificiales. El sistema funcionaba de manera tan precisa, que ni los conservadores pusieron trabas a la recuperación del sufragio universal masculino en 1890.
La manipulación electoral partía de dos pilares: el ministro de Gobernación y los caciques locales (individuos o familias de gran poder económico e influencia política en determinadas áreas). El ministro elaboraba la lista de candidatos que debían ser escogidos (encasillado). Muchos de ellos ni siquiera conocían la circunscripción por la cual se presentaban (cuneros). Estas listas eran enviadas por el ministro a los gobernadores civiles, que las transferían a alcaldes y caciques locales. Una vez decidido el reparto de escaños, los “pucherazos” se lograban con todo tipo de tácticas: falsificando el censo con personas muertas, amenazando para lograr el voto o impedir votar, manipulando actas electorales, comprando votos, etc. Los distritos rurales gozaron de una representación exagerada en comparación a los urbanos, porque eran fácilmente manipulables por los caciques. Ante esta situación, la apatía electoral fue constante y la abstención abrumadora. Nunca votaron más del 20% de los electores.
Este sistema político, acabó agravando el tradicional problema del caciquismo. Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción electoral. El caciquismo era muy activo en las zonas rurales, donde una buena parte de la población estaba supeditada a los favores e influencias del cacique. Los caciques hacían informes personales, controlaban el sorteo de quintas, proponían el reparto de contribuciones, resolvían trámites burocráticos y proporcionaban puestos de trabajo. Joaquín Costa denunció la gravedad de este problema en su famoso informe “Oligarquía y Caciquismo”.
Este sistema electoral, sin apenas variaciones, se mantuvo hasta 1923, aunque en las ciudades los partidos no dinásticos lograron romper la corrupción del sufragio y ganar algún escaño. Diputados carlistas y republicanos consiguieron llegar a las Cortes.





GOBIERNOS
Ambos partidos se fueron turnando casi matemáticamente en el poder. Durante el reinado de Alfonso XII, se realizaron cinco elecciones. Tres de ellas las ganaron los conservadores y dos los liberales. Sin embargo, el partido conservador de Cánovas del Castillo protagonizó casi todo el periodo de reinado de Alfonso XII.
Mientras gobernaron los conservadores de Cánovas del Castillo (1876-1881), apenas se realizaron reformas. Sin embargo hay que destacar la finalización de la guerra carlista en 1876, tras la derrota de San Marcial, lo que implicó para el País Vasco la pérdida de sus fueros. También se puso punto y final a la “Guerra Larga” de Cuba, firmándose la Paz de Zanjón en 1878. En ella se prometía una autonomía que nunca se otorgó.












12.3.2 LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.

Tras el fallecimiento de Alfonso XII en 1885, su mujer María Cristina de Habsburgo Lorena, quedó como regente. Estaba embarazada y dio a luz al futuro Alfonso XIII, al año siguiente.

El Pacto de El Pardo fue un acuerdo llevado a cabo el 24 de noviembre de 1885 (en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII) entre Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, líderes respectivos de los dos partidos dinásticos. El propósito era apoyar la regencia de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena y garantizar la continuidad de la monarquía ante la difícil situación creada por la prematura muerte del joven monarca. En este pacto se sancionó el turno de gobierno entre ambas formaciones (aunque estaba ya implícito desde los orígenes de la Restauración). El 27 de noviembre, Sagasta formó un nuevo Gobierno, tal como se había acordado tres días antes. El turno instaurado en el Pacto del Pardo se llevó a cabo según lo acordado entre ambas formaciones y poniendo en práctica la típica corrupción electoral de la Restauración. El papel de María Cristina en el sistema de gobierno fue representativo, ya que no participó en los enfrentamientos entre los partidos dinásticos, respetando el turno a la hora de llamar a los candidatos a formar gobierno. Aún así, se sintió más cercana a Sagasta y no puso dificultades al mantenimiento de largos períodos de gobierno del partido liberal.
Los Liberales de Sagasta intentaron llevar adelante algunas reformas durante el llamado “gobierno largo” (1885-1890). Decretaron la definitiva abolición de la esclavitud, que sentó muy mal a los propietarios cubanos. También crearon una Ley de Asociaciones más permisiva e introdujeron el sufragio universal masculino (1890). El nuevo Código Civil, redactado por Alonso Martínez, fue aprobado en 1889.
Tras este periodo, los gobiernos fueron cada vez más cortos, debido a las divisiones internas que padecían ambos partidos.

LA OPOSICIÓN AL SISTEMA.
El sistema de la Restauración marginó a una serie de fuerzas políticas que no aceptaban el turno de partidos o la monarquía. La manipulación electoral ayudó a mantenerlas lejos de las Cortes.
Los carlistas, tras su derrota en el campo de batalla, se presentaban a la opinión pública como los auténticos defensores de la religión católica y las tradiciones Pero el apoyo de la jerarquía eclesiástica y del Vaticano al régimen de la Restauración dificultó el éxito de este argumento. En 1888, Ramón Nocedal, líder del sector más integrista del carlismo, fundó el Partido Tradicionalista. Este partido se caracterizaba por su antiliberalismo, la defensa de la tradición y el catolicismo integrista. Estaba centrado en asambleas locales, llamadas círculos, que llegaron a ser cientos en el País Vasco, Navarra y norte de Cataluña. En 1896 lograron conseguir seis diputados.
Los republicanos, fruto del desastre de 1874, quedaron muy divididos y sufrieron una fuerte represión por parte de las autoridades. Los conservadores de Emilio Castelar, siguieron participando en política a través del Partido Posibilista, que fue consentido por las autoridades. Los republicanos más radicales fundaron el Partido Republicano Progresista, dirigido por Ruíz Zorrilla, que intentó realizar un pronunciamiento. Los republicanos federales, siguieron en torno a Pi i Margall y tenían un fuerte arraigo en Cataluña. En 1886, los republicanos lograron una importante minoría en el Congreso (25 escaños), aunque dividida entre las tres grupos. La introducción del sufragio universal les revitalizó, por lo que se reunificaron en la Unión Republicana. Sin embargo, a finales del siglo XIX gran parte de sus antiguas bases sociales (trabajadores) comenzaron a identificarse más con el socialismo o el anarquismo y les abandonaron. El republicanismo quedaría identificado con las clases medias urbanas.
Las ideologías obreras comenzaron a introducirse en España durante el Sexenio Democrático, aprovechando las libertades políticas. Durante la Restauración fundaron partidos y sindicatos más representativos.
En 1881, se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española. Eran de ideología anarquista y por tanto no participaban en política. Sin embargo su influencia en el campesinado del sur de España y el proletariado catalán fue enorme. Durante la etapa 1893-1897 se produjeron los actos más destacados de violencia social, protagonizados por los sectores más radicales del anarquismo que querían atentar contra el Estado y el Capitalismo. Cánovas del Castillo y Martínez Campos sufrieron sendos atentados. Una bomba en el teatro del Liceo de Barcelona, causó numerosas víctimas. Estos atentados iban seguidos de una enorme e indiscriminada represión, que alcanzaba también a los anarquistas que no eran partidarios de la violencia.
En 1879, Pablo Iglesias fundó la Agrupación Socialista Madrileña, núcleo originario del PSOE. Fue el partido socialista más antiguo de Europa, después del SPD alemán. Se definían como marxistas y partidarios de una revolución social. Pero pretendían alcanzar sus objetivos (la mejora de la situación de los trabajadores) mediante huelgas y participación en política. A finales de siglo, el PSOE había logrado concejales en los ayuntamientos, pero no diputados.


REGIONALISMO Y NACIONALISMO
La extensión de las ideologías nacionalistas en toda Europa durante el siglo XIX, también tuvo su reflejo en España.
En Cataluña se partía de un amplio movimiento cultural y literario, dentro del contexto del Romanticismo. Fue conocido como Renaixença, y buscaba la recuperación de las señas de identidad catalanas, aunque carecía de aspiraciones políticas. En 1891 se fundó Unió Catalanista, una federación de entidades catalanistas de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa, que reclamaban una autonomía para Cataluña y el proteccionismo comercial. Por tanto encontró eco muy fácilmente entre la burguesía industrial y comercial. Tras el desastre del 98, el catalanismo como fuerza se acentúa, y se aleja cada vez más de los partidos dinásticos. En 1901 se funda la Lliga Regionalista, dirigida por Prat de la Riba y Francesc Cambó. También era muy conservadora y buscaba la autonomía para Cataluña. Criticaba abiertamente la corrupción del sistema de la Restauración. Sus éxitos electorales la convirtieron en la fuerza hegemónica de Cataluña hasta 1923.




En el País Vasco, tras la derrota carlista, la recuperación de los fueros se convirtió en la principal reivindicación política. La llegada de una fuerte inmigración de habla castellana, fortaleció la corriente de los defensores del euskera. Sabino Arana, recogiendo la tradición foralista y euskera, fundó el Partido Nacionalista Vasco (P.N.V.) en 1894. Partía de presupuestos muy conservadores, como la raza vasca, los fueros y la religión católica. Defendía la vieja sociedad tradicional vasca desde una perspectiva antiliberal y tradicionalista. En los últimos años, su discurso fuertemente racista, fue moderándose hasta desembocar en el autonomismo.
En otros territorios, los movimientos nacionalistas o regionalistas fueron mucho más débiles. En Galicia también existió una recuperación de la lengua y la cultura (Rexurdimento), pero sólo alcanzó a minorías cultas, insatisfechas ante la situación de atraso económico de Galicia. La emigración de los gallegos a finales del siglo XIX fue enorme. Fue en esta etapa cuando el galleguismo adopta un carácter más político. De todos modos fue un movimiento muy minoritario, que tiene su máximo exponente en Rosalía de Castro y su marido Manuel Murguía.
Aún más débiles resultaron los movimientos regionalistas de Valencia y Andalucía. En Valencianismo apenas dio sus primeros pasos como movimiento político. En Andalucía empezó a forjarse un regionalismo andalucista alrededor del Ateneo de Sevilla. La figura principal fue Blas Infante, pero no consiguieron lograr una gran influencia política.








12.3.3 GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898.

Entre la Paz de Zanjón (1878), con la que se había puesto fin a la Guerra de los Diez Años (“Guerra Larga”) y el inicio de la última guerra cubana, los diferentes gobiernos de la Restauración tuvieron 17 años para introducir en la colonia española alguna de las reformas prometidas a los autonomistas cubanos. Pero la falta de una verdadera intención de dotar a Cuba de autogobierno, y la política fuertemente proteccionista que estrangulaba la economía cubana, favorecieron el surgimiento de nuevas revueltas. Las reformas y la autonomía que se prometían en la paz de Zanjón, nunca llegaron.
El gobierno español estaba cogido entre dos fuegos y no supo cómo abordar el problema. Por un lado, el separatismo de los insurrectos cubanos, y por otro la negativa de los terratenientes cubanos “españolistas” a cualquier tipo de reforma.
Los liberales, en contacto con el llamado Partido Autonomista Cubano, llegaron a proponer un programa reformista que incluía la autonomía, pero fue bloqueado por los conservadores. La única medida que se acabó aprobando fue la abolición de la esclavitud (1888), que generó la irritación de los terratenientes. Al mismo tiempo, planeaba el conflicto con los EEUU, muy interesado en el comercio cubano. Los fuertes aranceles proteccionistas del gobierno español desagradaban por igual a los cubanos y norteamericanos. Para los cubanos EEUU era su gran mercado para el azúcar y el tabaco (en 1894 adquirían el 88,1 de sus exportaciones). Los norteamericanos deseaban, a cambio, poder vender libremente sus productos industriales en la isla.
En 1892, el caudillo independentista José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, gran protagonista de la nueva revuelta independentista. Estaba acompañado de Antonio Maceo y Máximo Gómez. La llamada “GUERRA CORTA”, comenzó en 1895 con el llamado “Grito de Baire”. Los rebelados exigieron directamente la independencia y avanzaron desde el oriente de la isla hacia la capital. El ejército de Martínez Campos enviado por Cánovas fracasó. Entonces se optó por enviar a Valeriano Weyler, partidario de métodos más represivos. El nuevo general al mando decretó el llamado “proceso de concentración”, que pretendía aislar a los insurrectos de la población civil. Se construyeron numerosas barreras o trochas a lo largo de la isla. Muchísimos campesinos cubanos fueron obligados a vivir en aldeas cerradas o a emigrar a La Habana. Esta política destruyó los intercambios comerciales entre las diferentes provincias cubanas, provocó hambre, una elevada mortalidad y una enorme cantidad de desplazados y refugiados

El asesinato de Cánovas y el ascenso de Sagasta trajo consigo un nuevo intento de buscar la conciliación. El gobierno otorgó la autonomía a Cuba (1897), que incluía sufragio universal masculino, igualdad jurídica con los españoles y autonomía arancelaria. Pero era demasiado tarde.
En 1896 había estallado la insurrección en Filipinas. En estas islas la defensa era difícil, ya que la presencia española era escasa y se limitaba a los religiosos. El principal dirigente fue José Rizal, que fue ejecutado por los españoles. Esta rebelión fracasó rápidamente, pero sentó las bases de un fuerte movimiento independentista.

ENTRADA DE ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA.
En 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España. El pretexto fue la explosión del buque americano Maine, anclado en el puerto de La Habana. Este incidente nunca fue del todo clarificado y es dudoso que los españoles participaran en él. La opinión pública norteamericana apoyó la guerra porque veía en ella poderosos beneficios económicos. La desigualdad entre ambos ejércitos se hizo pronto patente. Los marines norteamericanos contaban con mejor organización y armas más modernas. España trasladó a Cuba a los inexpertos soldados de las quintas, que fueron diezmados por combates y enfermedades tropicales. La atrasada flota española fue hundida en Cavite (Filipinas) y Santiago (Cuba). En diciembre de 1898 se firmó la paz de París. Estados Unidos se quedó con Cuba, Puerto Rico, Filipinas y algunas islas del Pacífico.

CONSECUENCIAS: LA CRISIS DEL 98.
La derrota de 1898 sumió a la sociedad y la clase política española en una profunda frustración. Significó la destrucción del mito español del “Imperio”, en un momento en el que todas las grandes potencias construían poderosos imperios coloniales.
Sin embargo, a pesar de la envergadura del desastre, el efecto en la política no fue tan grande como se esperaba. El sistema de la Restauración sobrevivió y siguió sus prácticas de manipulación electoral. Eso sí, la retórica de la llamada “regeneración”, fue común entre los políticos, que buscaban la recuperación del prestigio de España. El nuevo gobierno del conservador Francisco Silvela, sucesor de Cánovas, inició una política reformista basada en el aumento de los impuestos, lo que generó un enorme descontento. Tampoco llegó la crisis económica que se esperaba. Los capitales repatriados fueron inmensos, reinvirtiéndose en industrias, tierras e incluso bancos.
Los gobiernos sucesivos miraron a Marruecos, como el único campo de acción para construir un nuevo imperio colonial.

EL REGENERACIONISMO
En realidad, la crisis fue más de tipo moral e ideológica. Con la pérdida de las últimas colonias de una manera humillante, España debía plantearse su papel como país, pero también mirar hacia sus problemas internos. La burguesía industrial y los obreros comenzaron a tomar conciencia de la incapacidad de los partidos dinásticos. Los partidos de oposición por la izquierda (republicanos y el nuevo PSOE) ganaron cada vez más adeptos entre las bases populares, a pesar de que la corrupción electoral les impedía ganar todos los escaños que en realidad representaban. También avanzaron los partidos nacionalistas.
Los movimientos regeneracionistas, criticaron el sistema político de la Restauración y propugnaron la necesidad de regenerar y modernizar la política española. Joaquín Costa propuso dejar atrás el pasado e iniciar reformas que modernizasen la economía y acabaran con el analfabetismo. Su frase más famosa fue “escuela, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”. Su demoledor informe Oligarquía y Caciquismo, denunció el poder de los caciques en las zonas rurales y la corrupción electoral.
El grupo de intelectuales conocido como Generación del 98, de enorme brillantez (Unamuno, Valle Inclán, Pío Baroja, Azorín...) manifestó su pesimismo ante el atraso del país y propuso una reflexión profunda sobre la situación.
También la derrota marcó notablemente al estamento militar. Los altos cargos militares miraban a los políticos como responsables del fracaso colonial. La mentalidad de los militares se tornó más conservadora y autoritaria, frente a la ola de “antimilitarismo” que siguió al desastre. Culpaban a los políticos de ineficacia y corrupción y esto provocó la vuelta a la injerencia política del ejército.









13.TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIOS SOCIALES EN EL SIGLO XIX Y EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX.

13.1. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS. LAS PECULIARIDADES DE LA INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL.

1.AGRICULTURA: INEXISTENCIA DE UNA AUTÉNTICA REFORMA AGRARIA Y RETRASO AGRÍCOLA.
La agricultura que hereda España a principios del siglo XIX es una agricultura típica del Antiguo Régimen. La realización de una reforma agraria liberal era un elemento imprescindible para crear la nueva sociedad capitalista y relanzar la economía. En España se convirtió la tierra en mercancía, pero esto no bastaba para crear un campesinado prospero, porque no se llegó a alterar el desigual sistema de la propiedad.
Las desamortizaciones obedecen a motivos políticos y económicos, especialmente los apuros por los que pasaba la Hacienda Pública española. Es cierto que liberaron las propiedades de “manos muertas”, vinculadas por el sistema del Antiguo Régimen. Pero no sirvieron para realizar una auténtica reforma agraria. La desamortización de Mendizabal (1836) se centró principalmente en los bienes eclesiásticos. Se decretó la disolución de las órdenes religiosas que no se dedicaran a la enseñanza o la asistencia. Sus bienes raices e inmuebles fueron incautados por el Estado y subastados públicamente en lotes. El dinero obtenido era vital para continuar la Primera Guerra Carlista durante la Regencia de María Cristina. La desamortización de Madoz (1855), durante el Bienio Progresista, afectó principalmente a los bienes del Estado,de las órdenes militares y sobre todo de los Ayuntamientos. El volumen de lo puesto a la venta era mucho mayor que en 1836. Se buscaba conseguir recursos para la Hacienda y la construcción del ferrocarril.
Se las pueden considerar como oportunidades perdidas para realizar una auténtica reforma agraria. Las desamortizaciones no cambian la estructura agraria, sino que consolidan las desigualdades existentes previamente. La antigua nobleza terrateniente y la nueva burguesía adinerada adquieren los lotes subastados y forman una nueva clase propietaria adepta al poder.
Los principales problemas de la agricultura española hasta bien entrado el siglo XX son los siguientes:
1. Problema de la estructura de la propiedad. El 30% de las propiedades en España eran latifundios (más de 250 Hc). Los grandes terratenientes del sur tenían muy poco interés en mejorar sus explotaciones, ya que contaban con la mano de obra barata de miles de jornaleros. El minifundio también constituía un grave problema en el norte de España (especialmente Galicia). Las familias ya no alcanzaban el sustento con su pequeño huerto y en un momento dado se vieron obligadas a emigrar. También existían miles de campesinos arrendatarios, con una gran variedad de arriendos que muchas veces no garantizaban la continuidad del cultivo.
2. Escasísima productividad en comparación con el resto de Europa. La innovación tecnológica era inexistente. No existían innovaciones en la mecanización, debido a la abundante mano de obra. Se seguía utilizando el barbecho y el uso de abonos era escaso.
3. Incapacidad del sector agrario para contribuir al desarrollo del país. La escasez de transformaciones en el campo y la limitada productividad obstaculizaron el crecimiento general. Al contrario que en Europa, el campo no aporto ahorros, no aportó emigrantes para las industrias ni fue un mercado para vender productos manufacturados.
4. Protección arancelaria del estado. Al no existir competencia, las propiedades y sistemas agrícolas no cambiaron. Esto determinó que la población urbana se viera obligada a consumir alimentos a precios mucho mayores que los del mercado internacional, provocando la mala alimentación y la miseria.
Por otro lado hay que destacar la existencia de otros cultivos dedicados a la exportación que prosperaron de una manera notable, destacando la viticultura, el olivo y los cítricos. Este fue el único sector agrícola que se puede considerar dinámico e innovador.

2. PECULIARIDADES DE LA INDUSTRIALIZACIÓN EN ESPAÑA.
España tenía a principios del s. XIX un considerable retraso respecto a Europa Occidental. España contaba con una serie de ventajas, como por ejemplo la abundancia de metales, pero poseía notables inconvenientes:
• Pérdida del Imperio Colonial. Se perdieron enormes posibilidades en lo que se refiere a materias primas y mercado.
• Retraso de la agricultura, que no aportaba capital ni mano de obra.
• Carencia de mercado. La agricultura retrasada de los campesinos pobres, el bajo nivel de vida generalizado y el alto precio de los productos, determinaron un escaso mercado.
• Escasez de fuentes de energía, por la falta de cursos de agua importantes para obtener energía hidráulica. Existía carbón abundante en Asturias, pero era de mala calidad y difícil de extraer.
• Ferrocarril inadecuado, por su mal trazado y la falta de arrastre económico.
• Carencia total de capital. La mentalidad rentista de las clases altas y la inexistencia de un campesinado acomodado, hizo que España dependiera del capital extranjero para explotar sus minerales y construir su ferrocarril. Además, la Hacienda Pública absorbía gran cantidad de recursos para hacer frente a sus gastos, porque no tenía suficiente con los impuestos.
• Proteccionismo. En la segunda mitad de siglo, al igual que en el resto de Europa, se impone el proteccionismo. La industria española fue incapaz de competir.
• Inestabilidad política, que perjudicaba a la planificación económica.

Industria textil en Cataluña.
La industria moderna en España se inició con el sector algodonero en Cataluña. A mediados del siglo XVIII ya se producían en Cataluña las llamadas “indianas” (tejidos de algodón estampados). A finales del siglo XVIII se introdujeron nuevas máquinas de hilar inglesas.
La protección por parte del gobierno (aranceles proteccionistas) permitió que se aseguraran todo el mercado español. En 1833 se instaló la primera máquina de vapor. La rápida mecanización de la hilatura catalana procede de la escasez de mano de obra.


Industria siderúrgica en el País Vasco.
Las minas de hierro eran muy abundantes y el carbón podía importarse desde Gran Bretaña. Los británicos compraban el hierro vasco y, a cambio, ofrecían carbón barato y de buena calidad. Sin embargo, la producción siderúrgica española fue muy baja en comparación a otros países europeos. Esto se debe a las ventajas dadas a las empresas extranjeras que construyeron el ferrocarril, que tenían permiso para importar el metal desde Europa.

3. LOS RECURSOS MINEROS.
En la segunda mitad del siglo XIX tuvo lugar la explotación a gran escala de las enormes riquezas minerales de España. Sin embargo, esta explotación tuvo escasas consecuencias sobre la economía. España, que carecía del capital necesario para la explotación, realizó concesiones de explotación a empresas extranjeras, desde el Sexenio Democrático (legislación minera de 1868). La casi totalidad del mineral extraído se dedicaba a la exportación. El carbón asturiano siguió en manos de capital español, pero el problema era su mala calidad y la dificultad de su explotación.

4. EL COMERCIO EXTERIOR
A lo largo del siglo XIX el comercio exterior español creció notablemente. El problema es que el análisis de los productos intercambiados, muestra claramente la insuficiente industrialización española. España seguía exportando agricultura y minerales e importaba maquinaria, lo que muestra su debilidad industrial. Respecto a la política arancelaria, fue muy cambiante dependiendo de los gobiernos. El proteccionismo es una de las causas del atraso industrial español. Las industrias españolas (catalanas o vascas) no tuvieron que competir.

5. MODERNIZACIÓN DE INFRAESTRUCTURAS: EL FERROCARRIL.
En España, el atraso de los sistemas de transporte era notable. Las carreteras y caminos eran muy rudimentarios y no existían ríos y canales navegables como en el resto de Europa. La primera línea (Barcelona-Mataró) fue inagurada en 1848. Pero hacía falta una ley que regulara la nuevas construcciones. La Ley General de Ferrocarriles (1855), aprobada durante el Bieno Progresista, abrió una etapa de intensa construcción (más de 5000 kilómetros de vías). La construcción quedó en manos del empresas extranjeras, que eran subvencionadas por el Estado en función de los kilómetros construídos. Esto hizo que a menudo se planificasen los trazados en función de la subvenció a recibir, sin pensar en su futura viabilidad económica. El trazado radial no fue el más adecuado.
En todos los países industrializados la construcción del ferrocarril tuvo un efecto de “arrastre” porque se necesitaban ingentes cantidades de madera, hierro y carbón. En España, sin embargo, a las empresas extranjeras se les permitió que importaran desde sus países de origen, a precio mucho más barato que el español, todas las materias primas y productos elaborados necesarios para la construcción. Para algunos historiadores, el ferrocarril se adelantó a la industrialización y, por tanto, no existían grandes mercancias que transportar. El escaso beneficio que las compañías obtuvieron de sus líneas desembocó en el hundimiento de las acciones del ferrocarril en Bolsa, durante la crisis financiera de 1866.



6.EL CRECIMIENTO EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
A finales del siglo XIX, el desastre colonial provocó una intensa repatriación de capitales. Una parte de estos contribuyó a la formación del Banco Hispano-Americano. La agricultura experimentó algunos cambios, como el uso de abonos, desarrollo de los regadíos e introducción a gran escala de nuevos cultivos (plátano, tomate, algodón, remolacha...). Sin embargo seguía siendo un sector subdesarrollado. La industria experimentó una cierta expansión, especialmente en el País Vasco, donde se fundaron los Altos Hornos de Vizcaya en 1902. Pero el gran momento llegó con la Iª Guerra Mundial. España declaró su neutralidad y se convirtió en suministradora de ambos frentes. El comercio exterior creció a un ritmo considerable, incluso sectores que hasta el momento habían sido poco competitivos. La minería de hierro vasca, multiplicó por catorce su negocio. El carbón asturiano, que siempre fue poco atractivo por su alto coste, duplicó su producción. La industria textil española hace el gran negocio, fabricando suministros para los soldados. Los principales efectos del conflicto mundial para la economía española fueron:
• Favoreció la nacionalización de la economía española. El capitalismo español recuperó una parte de sus bienes en manos de empresas extranjeras. La industria española tuvo que funcionar con sus propias materias primas.
• Aumento considerable de la Banca española, en especial la vasca, con un papel importante en la financiación de la industria nacional (Banco de Bilbao).
• El crecimiento tuvo un fuerte componente especulativo, ya que las inmensas ganancias no siempre se aprovecharon para mejorar infraestructuras e invertir en expansión. Más bien generaron enormes fortunas no reinvertidas en procesos económicos.
• Enorme malestar social, debido al encarecimiento de muchos productos, que se vendían fácilmente en el extranjero a precios más altos. Esto desembocó en un empeoramiento considerable del nivel de vida de los trabajadores españoles, cuyos exiguos sueldos no alcanzaban para enfrentarse a la enorme subida de los precios (entre un 15 y un 20%)
• El crecimiento fue en todo caso temporal. Tras el auge de la Iª Guerra Mundial, la economía española no pudo recuperar su poderoso papel exportador. Por tanto regresó a su estructura económica tradicional, de exportador de minerales y productos agrícolas.




13.2.TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO.

TRANSFORMACIONES SOCIALES.
Demografía
Tras el bache de la Guerra de la Independencia, España experimento un crecimiento demográfico continuado aunque inferior a los países industrializados de Europa Occidental. Esto se debe a que España no realizó la transición demográfica, como sí hicieron Francia o Gran Bretaña. La alta natalidad, se combinaba con una alta mortalidad y una fuerte emigración, por lo que el crecimiento demográfico era muy lento y la esperanza de vida muy baja (40 años). España necesitó todo un siglo para crecer de 14 a 18 millones de habitantes.

La nueva sociedad de clases.
Si en el Antiguo Régimen la sociedad estamental se estructuraba en capas muy cerradas (estamentos) en función del nacimiento (privilegiados y estado llano), en el siglo XIX se impuso el dinero como elemento jerarquizador. Tras la caída del Antiguo Régimen y el reconocimiento de la igualdad entre los ciudadanos dentro del estado liberal, la nueva sociedad de clases se estructuró en función de la renta. No eran grupos cerrados ya que, en teoría, se podía ascender de uno a otro por medio de la mejora económica. En la práctica, sin embargo, esto era muy difícil. El estado liberal reconocía de manera teórica la igualdad jurídica de los ciudadanos. Pero en la práctica, las notables desigualdades económicas permitieron la explotación de las clases populares más pobres.
1.Nobleza.
La nobleza española salió bastante bien parada en la nueva sociedad de clases. La alta nobleza consiguió permanecer como grupo social predominante. Conservaron amplias propiedades e incluso lograron acrecentarlas comprando durante las desamortizaciones. Su modo de vida y su mentalidad siguió siendo el “rentismo”, vivir lujosamente de sus rentas sin necesidad de dedicarse a ninguna actividad ni modernizar sus propiedades.
2.Alta Burguesía.
Resultó ser la gran beneficiada por los cambios inherentes a la sociedad de clases. Con la llegada del estado liberal, ascendieron hasta lo más alto del escalafón social, codeándose con la nobleza. Este grupo estaba formado por grandes empresarios,comerciantes, banqueros y propietarios, que fueron acrecentando su riqueza de una manera notable a lo largo del siglo XIX. Eran inversores en Deúda Pública del Estado y acciones de la Bolsa. Muchos de ellos se sintieron más atraídos por la inversión en tierras que en aventuras industriales. Aspiraron a vivir como la nobleza, y compraron tierras durante la desamortización, convirtiéndose en rentistas. Esta élite social, generó espacios acotados para su ocio (ópera,conciertos,hipódromos,clubs, salones nobiliarios y burgueses) donde se relacionaban entre ellos. Eran claramente moderados en lo político.
3.clases medias.
Formaban un complejo conglomerado, que incluía la baja burguesía comercial urbana, pequeños propietarios agrarios, profesionales liberales (médicos, profesores, abogados, arquitectos...) funcionarios y oficinistas. Su escaso número (tan solo el 5% de la población) evidencia la fuerte polarización social entre ricos y pobres. Su número escaso evidencia el bajo nivel de industrialización y urbanización, y explica la violencia que en las décadas siguientes tendría la lucha social. Su riqueza era mucho menor que la de las clases dirigentes, pero compartían con ellos las formas de ocio y el nivel de instrucción. Solían ser de mentalidad progresista, demócrata y republicana, aunque a finales del siglo XIX se tornaron conservadores por temor al ascenso del movimiento obrero.
4.Las clases populares
Constituían la gran mayoría de la población. En España, el retraso industrial garantizó la supervivencia de los artesanos: Sastres, zapateros, carpinteros, herreros, orfebres...
El campesinado seguía siendo muy pobre, debido al retraso industrial y a la falta de una auténtica reforma agraria.
• El pequeño campesinado propietario vivía en la zona norte de España, y solía poseer una ínfima cantidad de tierra. Era de mentalidad muy conservadora y se oponía a cualquier cambio por temor a perder sus tierras.
• El campesiando arrendarario, muy abundante en todo el centro y este peninsular, tenía diferenes niveles de vida, dependiendo de las características del arriendo.
• Los jornaleros eran el tipo de campesinado predominante en la mitad sur peninsular. Trabajaban de manera irregular, solo unos cuantos meses al año, y el resto vivían en la más absoluta pobreza.
Fuera cual fuera su situación, desaparecida la servidumbre del Antiguo Régimen, los campesinos siguieron sujetos a relaciones de tipo clientelar con los terratenientes. Estaban sometidos a un sistema en el que el peso, el poder y la influencia del “notable” o “cacique” eran enormes, a cambio de una mínimo protección, un salario como jornalero o un préstamo.
La aparición de la clase proletaria en España y su organización, llegó con considerable retraso respecto a otros países europeos, debido al escaso desarrollo industrial. Era abundante en las zonas mineras (Asturias) e industriales (Cataluña y el País Vasco). También estaba presente en las grandes ciudades como Madrid, Valencia, Zaragoza, Barcelona y Málaga.
La situación laboral era durísima, ya que no existían leyes que regularan este mercado de mano de obra barata. No poseían seguros de enfermedad o vejez, ni descanso dominical. No había leyes de seguridad en el trabajo ni se protegía a las mujeres embarazadas y niños. Los horarios superaban las 12 horas.


GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
Las primeras manifestaciones de protesta obrera se produjeron en la década de 1830 y tuvieron un carácter de reacción contra la mecanización. Los obreros, poco organizados, no habían tomado conciencia de su situación y optaron por destruir las máquinas (luddismo). Fueron especialmente famosos el brote de Alcoy (Alicante) y la quema de la primera fábrica con vapor de España (Bonaplata), en Barcelona.
Los primeros sindicatos aparecen en Cataluña, la región más industrializada de España (1840 Sociedad de Tejedores de Barcelona). Fue durante el Bienio Progresista (1854-1856) cuando proliferaron las protestas obreras y se extiende la fundación de sindicatos.
Se considera el Sexenio Democrático como el periodo histórico en el cual el movimiento obrero español alcanza su mayoría de edad. El clima de libertad política permitió la lenta entrada en España de las ideas de la Internacional. La primera en llegar fue el anarquismo. Fanelli, enviado de Bakunin, creó en España las primeras asociaciones afiliadas a la AIT (Internacional). Esta ideología tuvo un gran arraigo en los jornaleros sin tierra andaluces, pero también entre los obreros catalanes.
La corriente socialista llegó más tarde. Lafargue, cuñado de Marx, trato de extender las ideas marxistas instalándose en Madrid. Allí encontró eco en un pequeño grupo, dirigido por Pablo Iglesias.
El movimiento obrero en la Restauración.
A finales de siglo, el 90 % de la población vivía en el campo, y el analfabetismo alcanzaba el 60%. Las clases populares vivían en una situación misera, y se quejaban de problemas como los consumos y el sistema de quintas. Los sucesivos gobiernos vieron el problema social como un problema de orden de público, más que un problema de pobreza. De todos modos, se fundó el Instituto de Reformas Sociales, cuya legislación fue escasa debido a la oposición de los empresarios y terratenientes que apoyaban el sistema de la Restauración.
Durante este periodo, el movimiento obrero español culminó su organización, gracias a las leyes permisivas de asociación aprobadas por Sagasta en 1880. En el año 1881 pudo reunirse en Barcelona un congreso anarquista. Se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Mientras los obreros catalanes se organizaban eficazmente y realizaban huelgas, los jornaleros andaluces se radicalizaron y ocuparon numerosas fincas. El socialismo estuvo también en la clandestinidad durante los primeros años, pero se extendió entre obreros asturianos, vascos y madrileños. La figura de Pablo Iglesias resulta significativa en este periodo. Fundó el PSOE en 1879 y la UGT en 1888. El PSOE participó como miembro fundador de la IIª Internacional (socialista) y se definía como partido marxista y revolucionario, pero proclive a la participación en las elecciones y el juego político.
El movimiento obrero a principios del siglo XX (Reinado de Alfonso XIII)
El año 1910 fue crucial en la historia del movimiento obrero español. Pablo Iglesias consiguió su primer escaño en el Parlamento, y los anarquistas fundaron la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) que sería el gran sindicato anarquista de España. Se definía como revolucionario y apolítico, y apostaba por la abstención electoral y la acción directa (por medio de huelgas y ocupación de tierras). Durante los años veinte, en el periodo denominado “pistolerismo”, los anarquistas barceloneses mantuvieron una dura pugna contra los patronos, que contrataban matones a sueldo para asesinar dirigentes sindicales. Todo ello provocó graves problemas de orden público. La colaboración entre anarquistas y socialistas (CNT y UGT) era cada vez más estrecha, y quedó patente en la gran huelga general revolucionaria convocada en 1917.
A principios de la década de los años 20, con motivo de la Revolución Rusa y sus principios ideológicos, se produjo la escisión del PSOE y el nacimiento del PCE, Partido Comunista de España.


13.3 TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO DE MENTALIDADES. LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA.

Las profundas desigualdades y la jerarquización de la sociedad española en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, determinaba la convivencia de mundos muy diferenciados y muchas veces incomunicados entre ellos. El inmenso interior agrario, mostraba modos de vida muy atrasados, con predominio de la economía de subsistencia. La mayoría de los campesinos, ya fueran arrendatarios, pequeños propietarios o jornaleros, vivían en una situación de pobreza considerable. El analfabetismo podía llegar a alcanzar el 70 % en algunas zonas (por ejemplo, en Andalucía). Esta masa de población campesina tenía un nivel de renta muy bajo, y esto impedía el consumo, el ahorro, y su incorporación a la educación. Algunas comarcas vivían incomunicadas por falta de infraestructuras. La alimentación era deficiente y existían notables carencias económicas e higiénicas. Esta población rural convivía con una oligarquía de grandes propietarios y caciques, que controlaban la vida rural. El peso de la Iglesia Católica y su tradición era enorme en las zonas rurales. En este ambiente de pobreza rural, podían coincidir la extrema religiosidad y el conservadurismo, con la llegada de nuevas ideas de ruptura social, como el anarquismo.

El mundo urbano se fue modernizando lentamente a lo largo del siglo XIX y principios del XX, aunque siempre existieron notables desigualdades sociales. Una élite que había crecido ligada al éxito del capitalismo (muy abundante en Cataluña, País Vasco y Madrid) se codeaba con grupos de terratenientes que vivían en la ciudad de las rentas que obtenían de sus propiedades. Alta nobleza y alta burguesía, coincidían en los salones de sociedad y en lugares de ocio como los casinos, los teatros, la ópera, los hipódromos y los espectáculos taurinos. Eran de mentalidad muy conservadora, asustados por los incidentes del Sexenio Revolucionario. Llevaban a sus hijos a colegios religiosos y universidades. La heterogénea clase media vivía en las grandes ciudades. Estaba formada por funcionarios, profesionales liberales (médicos, profesores, farmaceúticos, abogados, arquitectos...) y pequeños hombres de negocios. Imitaban el modo de vida de la élite y coincidían con ellos en los lugares de ocio, aunque claramente separados por la categoría de los asientos que adquirían. Estas clases medias mostraban una mentalidad cada vez más conservadora, fruto del ascenso del movimiento obrero. Pero una parte de ellos, fueron profundos defensores de las posturas democráticas y republicanas. Los trabajadores urbanos vivían en condiciones de extrema pobreza. La llegada de la primera legislación social durante el periodo de la Restauración, mejoró muy poco sus condiciones de vida. Los familias obreras españolas, mostraban uno de los niveles de vida más bajos entre los trabajadores de Europa Occidental. Su nivel de alimentación, vestimenta y vivienda era mísero, ya que carecían de dinero para convertirse en consumidores de unos productos que les resultaban muy caros. La educación de los hijos de las familias obreras se reducía, en muchos casos, a una enseñanza primaria escasa para aprender a leer y calcular. En muchos casos, se incorporaban rápidamente al trabajo desde la niñez y no acudían a la escuela. Los niños de familias humildes que pretendieran seguir estudiando, dependían de las escuelas de beneficencia regentadas por religiosos. Las nuevas ideas socialistas y anarquistas también llegaron lentamente a los obreros de las ciudades, que generalmente optaron por las ideas socialistas, excepto en Barcelona. Pero esta primera mentalidad del movimiento obrero urbano, podía convivir con la religiosidad y el conservadurismo social.
La situación de la mujer apenas mejoró a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Durante el siglo XIX, la legislación supeditaba a la mujer al dominio del hombre, ya fuera su padre, sus hermanos o su marido. La educación de las niñas no era prioritaria entre las clases populares. Por ello, el nivel de analfabetismo era mucho mayor entre las mujeres. Las mujeres trabajaban desde niñas en las tareas agrarias y en las fábricas, cobrando menos que los hombres a cambio de realizar el mismo trabajo. Las mujeres de clases medias y de la élite, podían acceder a la educación. Existían colegios de señoritas, donde las niñas recibían una educación que combinaba cultura general, música y labores. El objetivo último no era la universidad (que estaba cerrada a las mujeres), sino convertirse en buenas candidatas para alcanzar un matrimonio favorable. En 1878, el número de mujeres que sabían leer, no superaba el 10 %. Muchas mujeres, sobre todo en el ámbito urbano, se rebelaron contra este destino y se convirtieron en secretarias, maestras, bibliotecarias o enfermeras. Las mujeres no tuvieron acceso al sufragio universal concedido en el Sexenio Democrático y durante la Restauración.

LA EDUCACIÓN
A pesar de que la constitución liberal de 1812 ya mostró un notable interés por la educación (le dedicó un capítulo entero), la educación española apenas mejoró a lo largo del siglo XIX. Se constituyeron Juntas de Instrucción Pública, que obligaban a la existencia de una escuela en todos los pueblos mayores de 100 habitantes. La Ley Moyano (1857), durante el reinado de Isabel II, establece la división de la educación en tres grados (primaria, secundaria, universidad). Solo el primer grado tenía una cierta gratuidad. La mayor parte de las escuelas de primaria y secundaria estaban en manos de religiosos.
En las Universidades, el ambiente fue cambiando también de manera lenta. Tras el Sexenio Democrático, un período en el que había existido una amplia libertad de cátedra en las universidades, la Restauración significó el establecimiento de una rígida censura contra cualquier manifestación contra la monarquía y el dogma católico. El choque con parte del profesorado fue inmediato, algunos dimitieron de sus cargos, otros fueron cesados.
Giner de los Ríos, uno de estos catedráticos, fundó la Institución Libre de Enseñanza en 1876, como centro privado y laico. La Institución, heredera de los postulados del krausismo, introdujo en España una pedagogía de vanguardia que buscaba la formación integral del individuo en plena libertad y mediante el fomento de la curiosidad científica, el antidogmatismo y la actitud crítica.
Pero la Institución Libre de Enseñanza fue una excepción. Lo que predominó durante la Restauración fue la enseñanza tradicional, basada en métodos anticuados y poco críticos, y sometida a la vigilancia de la Iglesia Católica. Más de 50.000 religiosos y religiosas se dedicaban a la enseñanza, sobre todo en la educación primaria donde apenas intervenía el estado. La enseñanza secundaria se circunscribía a 50 institutos en toda España, destinados a los hijos de las familias más ricas.
Esta situación del sistema educativo provocó un gran atraso en el desarrollo científico y la investigación. A la falta de apoyos materiales de las instituciones públicas y privadas se vino a añadir una mentalidad atrasada y tradicional en las clases dirigentes del país. Junto a la Institución Libre de Enseñanza, hay que destacar el carácter renovador de la Escuela Moderna, fundada por Ferrer i Guardia, que murió fusilado en 1909.

LA PRENSA
La libertad del Sexenio Democrático, impulsó la aparición de auténticos periódicos, que mantenían una actitud crítica y de opinión, defensores de un partido o líder político. Pero también se desarrolla una prensa informativa (no exenta de opinión) que es la que más éxito tuvo entre los lectores y la que alcanzó mayores tiradas. Teniendo en cuenta el altísimo nivel de analfabetismo en España y la pobreza predominante, la prensa se vendía preferentemente en las ciudades, y era adquirida por la élite y las clases medias. El aspecto externo de estos periódicos era más ameno. Su contenido ya no se limitaba a temas políticos, sino que aparecían nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos, anécdotas y humor. Dedicaban más espacio a la publicidad e insertaban folletines, (novelas por entregas) que gozaban de gran aceptación. Las tiradas eran muy pequeñas (nunca sobrepasaban los 15.000 ejemplares) y tenían una amplia difusión debido a la tradición de la lectura en voz alta, la existencia de gabinetes de lectura y la costumbre de leer los diarios en los cafés, ateneos y tertulias.
A partir de 1880 surgieron nuevos medios cuantitativa y cualitativamente distintos a los del siglo XIX que constituyen el origen de la información propia del siglo XX. En torno a esta fecha nacen las agencias de noticias,lo que provocó algunos cambios en la información. El establecimiento de la red telegráfica mundial dio como resultado la apertura a noticias de ámbito internacional y la prensa ganó en objetividad. Se desarrolló también una prensa muy documentada y seria para élites, que representaban en España El Imparcial (1867) y El Liberal (1879). En el ámbito obrero, destaca la fundación de El Socialista en 1886, dirigido por Pablo Iglesias.




14. .LA CRISI DEL ESTADO LIBERAL, LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.

14.1.1 PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO.

REGENERACIONISMO Y REVISIONISMO POLÍTICO.
En 1902 Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad y llegó al trono. Los viejos partidos dinásticos carecían de un liderazgo claro desde las muertes de Antonio Cánovas y Mateo Sagasta. Con Antonio Maura y José Canalejas llegó al poder una visión de la política influida por el regeneracionismo.
Antonio Maura (conservador) dirigió un gobierno reformista entre 1907 y 1909. Maura proyectó lo que el mismo definió como “revolución desde arriba”, un intento de regeneración del sistema con apoyo de las llamadas “masas neutras”, que pudiera desbancar a las viejas estructuras caciquiles y a los nuevos movimientos obreros. La Ley Electoral de 1907 no consiguió acabar con la corrupción. También aprobó la Ley de Descanso Dominical.
José Canalejas (liberal) dirigió un gobierno entre 1910 y 1912. Su programa era más progresista que el de Maura. La ley del Candado en 1910, intentaba poner freno a las órdenes religiosas existentes y frenar la entrada de otras nuevas. En política social hay que destacar: la sustitución del impuesto de consumos por un impuesto progresivo y una nueva Ley de reclutamiento que eliminaba la redención en metálico. También aprobó la Mancomunidad Catalana, como base de una ligera autonomía.
Los partidos de la oposición consideraron insuficientes todas estas reformas, ya que consideraban que todo el sistema se encontraba afectado por la corrupción.
Los Republicanos seguían siendo la principal fuerza de oposición, agrupados en la Unión Republicana del veterano líder Nicolás Salmerón. Alejandro Lerroux fundó el Partido Radical, con un discurso profundamente demagógico, anticlerical y supuestamente revolucionario, que tuvo éxito entre las clases populares barcelonesas. El PSOE continuaba creciendo en afiliados y consiguió concejales en las grandes ciudades. Con la coalición republicano-socialista, Pablo Iglesias consiguió en 1910 su primer escaño en el Parlamento. Por otro lado, el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, buscó un reformismo alejado de la radicalidad, apoyándose en los liberales más democráticos.


LAS CRISIS DE 1909 Y 1917.
El 18 de Julio de 1909, estalló en Barcelona un grave conflicto (LA SEMANA TRÁGICA), debido al embarque de reservistas hacia la impopular guerra de África, en su mayor parte obreros humildes. La revuelta se inició en el puerto y se extendió rápidamente por toda la ciudad, con un fuerte componente antimilitarista y anticlerical. Republicanos, socialistas y anarquistas hicieron un llamamiento a la huelga, pero la iniciativa acabó siendo desbordada por un estallido espontáneo de carácter popular. Se levantaron barricadas, se incendiaron y saquearon iglesias y se produjeron fuertes enfrentamientos con las fuerzas del orden público. Las autoridades reaccionaron declarando el estado de guerra y enviando el ejército. La represión resultó muy dura. Se realizaron 216 consejos de guerra y se dictaron 17 condenas a muerte. La más famosa fue la del pedagogo anarquista Ferrer i Guardia, impulsor de la Escuela Moderna, que no había participado en los hechos.
Las consecuencias políticas no se hicieron esperar. En toda España y Europa hubo una oleada de protestas por la dureza de la represión. La oposición se unió para exigir la renuncia del presidente del gobierno, bajo el lema “Maura no”. Finalmente consiguieron que Alfonso XIII disolviera las cortes y entregara el poder a los liberales.
También hubo consecuencias en el ámbito político catalán. Las fuerzas de izquierda catalanas, acusaron al partido hegemónico del catalanismo (el conservador Lliga Regionalista) de haber apoyado la represión gubernamental. De esta confrontación surgió el nacionalismo de izquierdas, que se concretó en la fundación de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en 1910.
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial , España adoptó una posición de neutralidad. La neutralidad favoreció una importante expansión económica, ya que España se convirtió en suministradora de productos industriales y agrarios. Pero esta enorme oportunidad generó un considerable aumento de los precios, que no fueron acompañados de subidas salariales. Las huelgas se hicieron constantes desde 1914. También tuvo la guerra consecuencias ideológicas. La Revolución Rusa de 1917, planteó una fractura dentro de los partidos socialistas europeos y España no fue una excepción. En 1921 se fundó el Partido Comunista de España (PCE), desgajado del PSOE.

La CRISIS DE 1917, es la consecuencia de la coyuntura económica que acompañaba a la guerra mundial. La guerra llegaba a su fin y disminuían las exportaciones, pero los precios seguían altos. Se produjo una protesta generalizada de carácter antigubernamental, que buscaba el cambio del sistema y el fin de la corrupción de los partidos del turno. Hay que destacar tres protestas, casi paralelas, que pusieron en jaque a todo el sistema de la Restauración.
1. La crisis militar tenía su origen en el descontento interno del ejército. Existía un excesivo número de oficiales y los ascensos eran difíciles. Esto provocó rivalidad entre los militares peninsulares y los “africanistas” que, al luchar en una guerra colonial, ascendían con más facilidad. También la inflación dañó al estamento militar, cuyos salarios se mantenían igual. El descontento entre los oficiales de baja y media graduación lleva a la formación de Juntas de Defensa, asociaciones de militares que reclamaban aumentos salariales, se oponían a los ascensos por méritos de guerra y culpaban al gobierno de todos los males.
2. La crisis política partía de la suspensión de las Cortes por parte de Eduardo Dato, que además había suspendido las garantías constitucionales. A iniciativa de los diputados catalanes nacionalistas (Lliga Regionalista) se organizó en Barcelona la Asamblea de Parlamentarios Catalanes. Se convocó a todos los diputados y senadores de las Cortes suspendidas. Al llamamiento solo acudieron republicanos y socialistas. Ante la decadencia política solicitaron la formación de un gobierno provisional y la convocatoria de unas cortes constituyentes. El gobierno prohibió la reunión, que fue disuelta por la Guardia Civil.
3. La crisis social parte del notable empeoramiento del nivel de vida de los obreros, debido a los altos precios combinados con bajos salarios. En 1917 UGT y CNT aprobaron un manifiesto conjunto donde denunciaban la situación de miseria de los trabajadores y llamaban a la huelga. El conflicto ferroviario de Valencia (agosto de 1917) constituye el detonante para la huelga general, que buscaba objetivos sindicales pero también políticos (convocatoria de cortes constituyentes). La huelga tuvo una incidencia desigual, siendo masiva en zonas obreras como Madrid, Barcelona, Valencia, Asturias y Vizcaya. El gobierno declaró la ley marcial y envió al ejército a reprimir el movimiento. El balance fue de 70 muertos, 200 heridos y 2000 detenidos.
Los movimientos de 1917 acabaron en un fracaso, debido a que se desarrollaron separadamente. Además el ejército, que había protagonizado una de las protestas, acabó reprimiendo las otras.
Sin embargo el gobierno sufrió un notable desgaste. A partir de 1917 será constante la formación de “gobiernos de concentración”, que incluían a miembros de ambos partidos del turno. Además la constitución siguió suspendida y el Parlamento cerrado. El sistema de la Restauración comenzaba a agonizar.
En el panorama internacional, España se volcó en la intervención en Marruecos. La Guerra de Marruecos desembocaría en la crisis definitiva que daría al traste con el sistema de la Restauración y con la monarquía.






14.1.2 CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. LA GUERRA DE MARRUECOS.


Tras la crisis de 1917, el sistema de la Restauración se hallaba en un estado de agonía, con una fuerte oposición política y popular. Los partidos dinásticos (liberal y conservador), gobernaban conjuntamente en “gobiernos de concentración”, que rara vez se ponían de acuerdo para consensuar un programa común. El rey Alfonso XIII intervenía constantemente en política, provocando el ascenso y la caída de los gobiernos. La constitución de 1876 se hallaba suspendida, y el Parlamento estaba cerrado. En 1918, Antonio Maura creó un gobierno con la participación de los partidos dinásticos y de los regionalistas catalanes conservadores (Lliga Regionalista). Este gabinete, que fue llamado “Gobierno Nacional”, acabó con duros enfrentamientos entre sus miembros, que no se ponían de acuerdo sobre las reformas necesarias para contener la inflación y restablecer el orden social.
La conflictividad social iba en aumento. Los jornaleros andaluces ocuparon fincas y se enfrentaron a los terratenientes, especialmente en el llamado “Trienio Bolchevique” (1918-1921). En Barcelona el fenómeno del “pistolerismo” adquirió un auge espectacular, por la radicalización del enfrentamiento entre pistoleros de los patronos y los sindicatos anarquistas (CNT). En total 226 asesinatos y una notable inseguridad de los ciudadanos barceloneses.
Fracasados los “gobiernos de concentración”, se volvió al turno de partidos y se convocaron nuevas elecciones con el fraude electoral habitual. Conservadores y Liberales se turnaron en el poder. A pesar del fraude electoral, ninguno de los dos partidos lograba la mayoría necesaria para gobernar. Entre 1918 y 1923 el país tuvo 10 gobiernos, lo que generó una situación de notable inestabilidad, a la que no era ajeno el rey y sus intromisiones. La situación degeneró en nuevas suspensiones de la constitución y clausura del Parlamento.
En esta situación de crisis institucional, el ejército aumentó sus injerencias en la vida política, convirtiéndose en el principal agente represor de los episodios revolucionarios y presentándose como garante del orden y único capaz de salvar a la monarquía.

LA GUERRA COLONIAL EN MARRUECOS. EL DESASTRE DE ANNUAL.
Después del desastre colonial español de 1898, los esfuerzos de la actuación exterior se dirigieron hacia el dominio efectivo del norte de África. En la Conferencia de Algeciras (1906) y el posterior Tratado Hispano-Francés (1912), España participó en el reparto de Marruecos que los países europeos estaban perfilando. Gran Bretaña y Alemania deseaban limitar la presencia francesa en el norte de África, e impedir que una gran potencia monopolizara el estratégico estrecho de Gibraltar. El resultado fue el establecimiento de un protectorado franco-español en Marruecos. España obtuvo toda la costa norte (Rif), y enclaves en la costa atlántica (Ifni y Río de Oro, actual Sahara Occidental). El interés de España por esta zona era histórico, pero también económico por la presencia de minas y posibles inversiones en ferrocarril. Además se pretendía recuperar el prestigio de España como potencia colonial. Los militares apodados “africanistas” buscaban rápidos ascensos.
La Guerra de Marruecos acabó siendo muy larga y costosa, hasta el punto de provocar la crisis definitiva de la Restauración y la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. La presencia española en el área adjudicada, no fue bien recibida. España tuvo numerosas dificultades para ocupar el territorio que se le había asignado al norte de Marruecos. La notable resistencia de las cabilas, dirigidas por Abd-el-Krim, provocó un estancamiento del frente. Los continuos ataques de los rifeños obligaron a mantener un fuerte contingente militar, que se intensificó a partir de 1909, tras la derrota española en el Barranco del Lobo, que ocasionó muchas bajas. Se decidió entonces incrementar el número de soldados españoles en el Rif para evitar la posible caída de Melilla. Esto significó la movilización de muchísimos reservistas, la mayor parte de origen humilde y casados. La Guerra de Marruecos fue muy impopular. El embarque de la fuerzas reservistas provocó la Semana Trágica de Barcelona (1909). El PSOE, los republicanos y los anarquistas se opusieron a la guerra de Marruecos, ya que la consideraban un conflicto imperialista que beneficiaba a unos pocos y provocaba la muerte de miles de reservistas de origen humilde y mal preparados.
Durante la Primera Guerra Mundial el protectorado estuvo en calma. Pero con el final del conflicto, los españoles decidieron reemprender sus acciones militares con el objetivo de ocupar la totalidad del Rif. La intervención tuvo éxito en la zona occidental, con base en Ceuta y Tetuán, pero encontró muchísima resistencia en la zona oriental, en torno a Melilla.
En julio de 1921, ante el estancamiento del frente, el general Silvestre ordenó una ofensiva general, muy mal planificada y sin asegurar convenientemente la retaguardia. La mayor parte de los soldados procedían de las últimas quintas, y habían realizado una instrucción militar de apenas tres meses. Esta acción suicida provocó el ataque de los rifeños y la desbandada del ejército español (Desastre de Annual). Unos 10.000 soldados españoles murieron en esta operación, lo que constituyó un notable escándalo en España. El gobierno dimitió en pleno y el rey encargó un nuevo ejecutivo de concentración a Antonio Maura. Sin embargo, se inició un proceso de investigación parlamentaria para indagar en las responsabilidades políticas y militares de la matanza. Esto ahondó aún más las diferencias entre políticos y militares. El famoso Expediente Picasso, provocó fuertes debates en las cortes y gran malestar en el ejército. A medida que avanzaban las investigaciones, la responsabilidad apuntaba a altos mandos militares e incluso al mismo Alfonso XIII. Al parecer, y debido a la amistad entre el rey y el general Silvestre, este se sintió impulsado por el monarca a comenzar su ofensiva sin haber tomado las precauciones adecuadas. Tanto el gobierno como el ejército, querían frenar la discusión de este asunto a toda costa. El expediente en el que se señalaban responsabilidades no llegó nunca a las Cortes. Días antes de la fecha prevista para su discusión, se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923).





.14.1.3 LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

El 13 de Septiembre de 1923, el general Primo de Rivera realizó un pronunciamiento contra la legalidad constitucional, declarando el estado de guerra. A continuación, el rey Alfonso XIII le nombró jefe de gobierno. Influyó notablemente el deseo de ambos de que las Cortes no exigieran responsabilidades por el desastre de Annual.
La Dictadura tuvo siete años de vida en las que se sucedieron dos formas de gobierno: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930), denominados así por la procedencia de sus miembros.
El golpe de estado se justificó de varias maneras:
- El bloqueo del régimen de la Restauración y el peligro de una revolución social.
- Pretensiones regeneracionistas del sistema político.
- Paralizar la discusión del informe Picasso sobre las responsabilidades de Annual.
- Las últimas hipótesis afirman que quizá deseaba frenar las reformas democratizadoras que se estaba planteando el último gobierno de turno.
En el manifiesto del golpe de estado, Primo de Rivera anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y acabar con el bandidaje político, la indisciplina social y las amenazas contra la unidad nacional. Resultaba un manifiesto muy ambiguo y demagógico.
En primer lugar se plantearon una serie de medidas para reorganizar el estado, desde un punto de vista dictatorial:
• Se suspendió la constitución de 1876, se disolvieron las cámaras y se cesó a las autoridades civiles. Se prohibió cualquier actividad de partidos políticos y sindicatos.
• Con el objetivo de liquidar el caciquismo, se elaboró un Estatuto Municipal y otro Provincial. Se disolvieron los ayuntamientos y fueron sustituidos por juntas de vocales integradas por los mayores contribuyentes de cada localidad. La regeneración política resultó una farsa y sirvió de excusa para abolir cualquier institución democrática y sustituir unos caciques por otros adeptos al régimen.
• Con el objetivo de intentar perpetuarse en el poder, el Dictador fundó la Unión Patriótica. Se trataba de un partido gubernamental, sin un programa ideológico definido y cuya misión primordial era proporcionar apoyo social a al dictadura. Los afiliados procedían principalmente de las filas del catolicismo, los funcionarios y los caciques rurales cercanos al régimen.
• Durante el Directorio Civil, Primo de Rivera intentó institucionalizar el régimen con la creación de una Asamblea Nacional Consultiva (1927), elegida por sufragio indirecto entre los funcionarios del régimen. En realidad tenía un carácter corporativo y autoritario.
El problema de Marruecos seguía pendiente después del tremendo desastre de Annual. A partir de 1925 se inicia una política de colaboración con Francia. El desembarco de Alhucemas fue una acción militar conjunta que acabó con la resistencia de Abd-el-Krim, permitiendo la ocupación del territorio.

Desde el punto de vista económico y social, la Dictadura se vio muy influenciada por la coyuntura internacional positiva de los años veinte. Fueron años de política nacionalista y dirigismo estatal. El estado fascista fundado por Mussolini fue un ejemplo a seguir. La política proteccionista se acentuó, y se inició un gran plan de fomento de obras públicas, que incluía ferrocarriles, carreteras y planes hidroeléctricos. También se concedieron grandes monopolios como el de teléfonos (Compañía Telefónica) y el de refinado y distribución de petróleos (CAMPSA, como compañía arrendataria). Toda esta política comportó un notorio crecimiento del déficit presupuestario.
La Dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que pretendía eliminar los conflictos sociales mediante la intervención del Estado como mediador. A este fin se creó la Organización Corporativa Nacional, que articulaba las relaciones laborales sobre la base de Comités Paritarios que reunían representantes de patronos y obreros, con funcionarios del Estado como mediadores. Su misión era reglamentar salarios y evitar huelgas y conflictos. El sistema estaba copiado del corporativismo fascista italiano. Todos los sindicatos (excepto la UGT) se negaron a colaborar con este sistema. En realidad escondía la intención de desmontar todo el sistema organizativo de las organizaciones obreras.
Desde el punto de vista político, la oposición a la Dictadura estuvo integrada por buena parte de los líderes de los viejos partidos del turno, los republicanos, los comunistas y los anarquistas. El PSOE tuvo en un primer momento una actitud de cooperación bastante polémica, hasta que rompe toda relación en torno a 1929. Los partidos dinásticos del turno, liberales y conservadores, criticaban la excesiva duración de la dictadura y llegaron a participar en conspiraciones militares. Los republicanos crearon Acción Republicana, que aglutinaba a casi todos los grupos republicanos. Los intelectuales protagonizaron momentos brillantes en su enfrentamiento con la dictadura, especialmente Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez y Menéndez Pidal. Los anarquistas se aglutinaron en torno a la CNT. Los más radicales fundaron la FAI (Federación Anarquista Ibérica), partidaria de la insurrección popular. La cuestión catalana se convirtió también en un conflicto. Primo de Rivera, enemigo declarado del catalanismo, liquidó la Mancomunidad en 1925, prohibió el uso de la lengua catalana y el baile de la sardana, además de clausurar el campo del F.C. Barcelona.




Hacia el final de la Dictadura.
La oposición era cada vez mayor y Primo de Rivera se vio incapaz de hacer frente a la situación. Además, el rey Alfonso XIII, temeroso de que el desprestigio creciente de la Dictadura afectase a su propia imagen pública como monarca, optó por retirar la confianza a Primo de Rivera. Este dimite en 1930.
Los años 1930 y 1931 fueron muy intensos políticamente. El rey buscó militares de transición para retornar gradualmente a la legalidad constitucional tal y como estaba planteada en el sistema de la Restauración. Pero los grupos de oposición, que consideraban esto insuficiente, deseaban llegar más lejos. Los generales Berenguer y Aznar intentaron la vuelta a la constitución de 1876 como si nada hubiera sucedido, pero Alfonso XIII se había comprometido demasiado con la dictadura.
Los partidos de oposición comenzaron a organizarse. Republicanos, socialistas y catalanistas de izquierda se comprometieron en el llamado Pacto de San Sebastián (agosto de 1930). Deseaban proporcionar una alternativa a la monarquía. Constituyeron un comité revolucionario (auténtico gobierno en la sombra) que sería el futuro ejecutivo provisional de la República.
En diciembre de 1930 se produjo el pronunciamiento militar de Jaca. Algunos capitanes proclamaron la República. Los capitanes Galán y García Hernández fueron sometidos a un consejo de guerra y fusilados. Esta pena desmesurada les convirtió en los grandes héroes de la futura República.
El almirante Aznar, como paso previo a la normalización política, decidió con apoyo del rey convocar elecciones municipales para abril de 1931. Esas elecciones se convertirían en un plebiscito contra la monarquía y traerían la República.





14.2 LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA

14.2.1 LA SEGUNDA REPÚBLICA: LA CONSTITUCIÓN DE 1931 Y EL BIENIO REFORMISTA.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, dieron un claro vuelco a la situación política del país. Con la victoria de los republicanos en las grandes ciudades, el día 14 de madrugada se proclamó la República en Éibar. A lo largo de todo el día, en todas las grandes capitales continuaron las proclamaciones y la población salía a la calle para celebrar el nuevo régimen. Alfonso XIII suspendió la potestad real (no abdicó) abandonó el país partiendo hacia el exilio.
En Madrid, los miembros del Comité revolucionario republicano, que se encontraban encarcelados, fueron liberados y se dirigieron a la Puerta del Sol, donde tomaron posesión del gobierno y proclamaron la República en medio del entusiasmo popular.



El gobierno provisional, compuesto por la derecha liberal republicana (Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura), republicanos de izquierda (Manuel Azaña y Marcelino Domingo), republicanos radicales (Alejandro Lerroux y Diego Martínez Barrios) y socialistas (Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos) y nacionalistas catalanes, siguió lo acordado previamente en el Pacto de San Sebastián.
En primer lugar se convocaron elecciones a Cortes constituyentes para el día 28 de junio. Por otro lado se aprobaron una serie de decretos ministeriales considerados urgentes y relativos al proyecto de reforma agraria, la reforma del ejército y las negociaciones autonómicas.
La nueva República tuvo que enfrentarse pronto a una serie de conflictos sociales: huelgas de trabajadores y ocupación de tierras por parte de jornaleros impacientes, animadversión de empresarios y terratenientes y la oposición clara de la jerarquía eclesiástica. Desde el comienzo, los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica, encabezados por el arzobispo de Toledo, cardenal Segura, manifestaron abiertamente su oposición al nuevo régimen. Los días 11 y 12 de mayo resurge el viejo anticlericalismo y varios edificios religiosos fueron incendiados en varias ciudades.

LA CONSTITUCIÓN DE 1931
Las elecciones a Cortes constituyentes dieron la victoria a la coalición republicano-socialista y supuso una aplastante victoria de las fuerzas de izquierda. El PSOE se convierte en el partido más votado, seguido del Partido Radical. Por primera vez se fueron configurando partidos con una afiliación real y capaces de movilizar a sus seguidores. Una Comisión constitucional elaboró un proyecto de constitución, que fue aprobado en diciembre de 1931, después de tres meses de intensos debates.

























La coyuntura económica no iba a acompañar a la República. La Dictadura de Primo de Rivera dejaba un enorme déficit y la grave crisis mundial de 1929, empezó a sentirse en España a partir de 1933, con una fuerte caída de las exportaciones.

BIENIO REFORMISTA
Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió un gobierno integrado mayoritariamente por republicanos de izquierda y PSOE. Este gobierno impulsó una serio de reformas.
a) Reforma del ejército. Azaña fue el gran impulsor de una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático, para lo cual era necesario reducir los efectivos militares y acabar con la macrocefalia. Se puso fin a la jurisdicción especial de los militares. La “ley de retiro de la oficialidad” les concedía la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro. Todos los militares en activo debían jurar su adhesión al régimen. Se cerró la Academia Militar de Zaragoza. Algunos militares, dirigidos por Sanjurjo, protagonizaron una rebelión contra la República en 1932, pero fracasaron.
b) La cuestión religiosa. Con la aprobación de la Constitución y otras leyes, el gobierno se proponía limitar la tradicional influencia de la Iglesia en la educación y crear un estado laico. La orden de los jesuitas fue disuelta, cuyo voto de obediencia al Papa les dejaba fuera de la constitución. La “Ley de Congregaciones” limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas. Buena parte de la jerarquía eclesiástica manifestó su antagonismo hacia la República. El cardenal Segura fue expulsado del territorio nacional.
c) La reforma agraria. Era el proyecto de mayor envergadura de la República. En el sur de España más del 50 % de las tierras pertenecían a un reducido núcleo de terratenientes. El gobierno comenzó aprobando una serie de decretos para proteger a los campesinos. Fijaron la jornada laboral del campo en ocho horas y salarios mínimos. La Ley de Reforma Agraria se aprobó en septiembre de 1932. A través del Instituto de Reforma Agraria se podrían expropiar los latifundios más extensos, previa indemnización. En esas zonas serían asentados los campesinos sin tierra. A pesar de la que la ley no fue ni mucho menos radical, provocó numerosas tensiones en el campo. Los resultados fueron limitados por dificultados burocráticas, falta de presupuesto y bloqueo de los propietarios que recurrieron a todo tipo de trucos para evitar la expropiación. Los campesinos quedaron decepcionados y comenzaron ocupaciones violentas de tierras.
d) La reforma del Estado central. Las autonomías. Si Cataluña fue la primera que se apresuró a proclamar la República Catalana el 14 de abril de 1931, posteriormente se aceptaron negociaciones en torno al proyecto de estatuto (Estatuto de Nuria), que fue aprobado en referéndum popular. Se reconoció el gobierno de la Generalitat. En las primeras elecciones autonómicas venció E.R.C. frente a la LLiga. El País Vasco, a pesar de tener también un proyecto elaborado por el P.N.V., tuvo que esperar hasta 1936, debido a las reticencias de un gobierno de izquierdas frente a un gobierno autónomo previsiblemente gobernado por la derecha nacionalista.
e) Reformas sociales. El ministro de Trabajo (Largo Caballero) propició leyes para mejorar las condiciones laborales (negociación colectiva, arbitraje, semana laboral de 40 horas, aumento de salarios, seguros sociales, etc.).
f) La reforma educativa convirtió a España en uno de los países más avanzados de Europa en este aspecto. Se crearon 10.000 nuevas escuelas y el presupuesto se aumentó un
50 %. Se proponía un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. Se crearon Misiones Pedagógicas, con el objetivo de llevar la cultura al campo.

Mientras se realizaban estas reformas, creció la tensión social. La derecha, que quedó desarticulada tras la victoria de 1931, empezó a organizarse. La C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas) se convierte en el aglutinante de monárquicos y críticos contra la República. Por otro lado aparecen organizaciones de extrema derecha, influidas por el fascismo italiano y el nazismo (Falange, J.O.N.S.). A la extrema izquierda, C.N.T. aumenta su afiliación, U.G.T. se radicaliza y el P.C.E crece, todo ello motivado por la lentitud y fracaso de muchas reformas. La muerte de campesinos en sublevaciones anarquistas (Casas Viejas, Castilblanco) provocó la crisis en el gobierno y el abandono de los socialistas. Azaña dimitió y el presidente de la República convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.
















14.2.2. LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL BIENIO RADICAL-CEDISTA. LA REVOLUCIÓN DE 1934. LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR.

LAS ELECCIONES DE 1933
En noviembre de 1933, el desgaste del gobierno, la falta de alianza de las izquierdas, el abstencionismo anarquista y la pérdida de apoyo en las clases medias provocó la victoria de la derecha. La CEDA, aglutinador de la derecha católica y liderado por José María Gil Robles, experimentó un notable avance y se convirtió en el partido más votado. El Partido Radical de Alejandro Lerroux, ahora muy escorado hacia el conservadurismo, se convirtió en la llave para formar el gobierno. El PSOE perdió la mitad de sus escaños y los partidos republicanos de izquierdas obtuvieron un escasísimo resultado. El PCE obtuvo su primer escaño, y la Falange Española otro.

EL GOBIERNO RADICAL-CEDISTA
Alejandro Lerroux, se convirtió en presidente de un gobierno conservador con apoyo parlamentario de la C.E.D.A. El gobierno inició todo un programa legislativo para frenar el proyecto reformista del primer bienio. Se paralizó la reforma agraria y se devolvieron las tierras, además de concederse la total libertad de contratación de jornaleros. Esto generó un ambiente de enorme tensión en Andalucía. Se eliminaron las leyes laborales aprobadas. Se volvió a instaurar el presupuesto del clero y se buscó un acuerdo con el Vaticano. También se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932. La reforma educativa siguió adelante, pero se redujo notablemente el presupuesto.
La cuestión agraria enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña, que seguía en manos de ERC. El gobierno catalán promulgó la Ley de Contratos de Cultivo. Esta ley permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas acceder a la propiedad de la tierra que trabajaban, pagando a los dueños un precio tasado. Los propietarios catalanes protestaron en Madrid. El Tribunal de Garantías Constitucionales, declaró la ley inconstitucional, pero el gobierno catalán continuó su aplicación. También el PNV vio rechazada de nuevo su propuesta de estatuto de autonomía.
El viraje conservador y la actitud “contrarreformista” acabó radicalizando a la izquierda. Anarquistas, comunistas y una parte de los socialistas solicitaban una respuesta contundente por medio de huelgas y la conflictividad social creció notablemente. La proliferación de huelgas y conflictos llevaron a la CEDA a endurecer su posición y reclamar más mano dura en materia de orden público, exigiendo participar en el gobierno (ya que eran la fuerza mayoritaria). Lerroux accedió a sus peticiones y nombró tres ministros de la CEDA en octubre de 1934.

Uno de los principales temores de la izquierda era el acceso de miembros de la CEDA al gobierno. Este partido no había escondido nunca cierta aversión a la República y sus simpatías por los sistemas fascistas europeos. En octubre de 1934, cuando la CEDA entró en el gobierno, la izquierda lo consideró el camino hacia una dictadura fascista y se lanzó a la calle.

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934
La llamada Revolución de Octubre tuvo diversos focos. Las huelgas generales se extendieron por las grandes ciudades, por iniciativa de la UGT y escasa participación de la CNT. Lo consideraban el único medio para defender la democracia republicana (que consideraban en peligro) y reformismo social del primer bienio. Fracasó por la falta de coordinación del movimiento y la contundencia del gobierno que decretó el estado de guerra.
En Asturias, los mineros protagonizaron una auténtica revolución social, ya que se logró el acuerdo de anarquistas, socialistas y comunistas. Columnas de mineros armados, ocuparon los pueblos de la cuenca minera y sitiaron Oviedo. El gobierno envió allí a la Legión africana para reprimir el levantamiento. La resistencia asturiana se prolongó diez días, pero finalmente fue derrotada. El balance del conflicto fue muy cruento (más de 1000 muertos, 2000 heridos y 5000 detenidos). Los generales ordenaron numerosas ejecuciones sumarias.
En Cataluña se vivía el conflicto con el gobierno central, que había suprimido su Ley de Contratos de Cultivo. El gobierno de la Generalitat proclamó nuevamente la República Catalana en medio de una huelga general. El gobierno central intervino, encarcelando al gobierno de Companys y suspendiendo la autonomía. Azaña, que se encontraba en Barcelona por casualidad, fue detenido y encarcelado


LA CRISIS DEL GOBIERNO
La principal consecuencia de la revolución de octubre fue el aumento considerable de la influencia de la CEDA sobre el gobierno. Gil Robles fue nombrado ministro de la guerra. La CEDA, desde el gobierno, propuso un endurecimiento del orden público y la supresión de las reformas. Se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña, se devolvieron propiedades a los jesuitas y se nombró a Francisco Franco (que había aplastado la insurrección asturiana) jefe del Estado Mayor del Ejército. La CEDA presentó también un anteproyecto para modificar la Constitución. En este proyecto se eliminaban las autonomías, se abolía el divorcio y se negaba la posibilidad de expropiar bienes para reformas agrarias.
Pero los escándalos que afectaron al Partido Radical de Lerroux (como el del “estraperlo” o la malversación de fondos públicos) llevaron al presidente de la República (Alcalá Zamora) a convocar nuevas elecciones para febrero de 1936

LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR
Fueron estas elecciones, las más polarizadas de la Segunda República. Tanto las izquierdas como las derechas, sabían que su victoria dependía de la formación de amplias alianzas.
Ante el panorama electoral, las izquierdas logran presentar una candidatura común, el llamado Frente Popular, semejante al que ya había triunfado en Francia. Se trataba de una alianza entre partidos de izquierda obreros y burgueses, para frenar candidaturas de extrema derecha. Participaron los republicanos de izquierdas unidos (Izquierda Republicana), el PSOE, el PCE, ERC, y otros pequeños partidos. Los anarquistas no llamaron a la abstención. El programa del Frente Popular tenía como principales reivindicaciones la vuelta de las reformas paralizadas por la derecha y la amnistía de los miles de presos encarcelados por la revolución de octubre.
Mientras tanto, las derechas formaron diversas coaliciones, entre las que destaca el Bloque Nacional encabezado por la CEDA, pero no lograron confeccionar una coalición única, lo que les costó la derrota.
El resultado fue muy ajustado : 48 % para las izquierdas y 46,5% para las derechas. El PSOE vuelve a ser el partido con más escaños, seguido de la CEDA. El Partido Radical de Lerroux se hunde.
El nuevo gobierno fue formado exclusivamente por republicanos de izquierdas, ya que los socialistas no quisieron participar en él. Manuel Azaña se convierte en presidente de la República y Casares Quiroga en presidente del gobierno. El programa mínimo pactado por el Frente Popular se puso en funcionamiento. Se decretó una amnistía para los presos de la Revolución de Octubre, que alcanzó a más de 30.000 presos políticos. Se devolvió a Cataluña su autonomía y se iniciaron negociaciones con el PNV y los gallegos para nuevos proyectos autonómicos. Se reinició la reforma agraria, reanudando el asentamiento de campesinos. Los sectores más conservadores de la sociedad reaccionaron negativamente a los proyectos reformadores. Muchos propietarios de tierras se opusieron a los repartos y algunos empresarios cerraron sus fábricas y expatriaron capitales. Ante el rumor de un posible golpe de estado, el gobierno apartó del poder a los generales más conflictivos y los trasladó a destinos lejanos (Franco a Canarias, Mola a Navarra...).

Los militares, apoyados por terratenientes y empresarios adinerados, comenzaron desde la derrota electoral, la conspiración para realizar un golpe de estado. Algunas organizaciones de extrema derecha, como Falange Española, fomentaron un clima de enfrentamiento civil. El desorden y la violencia callejera se extendieron por buena parte de España, propiciado por las milicias derechistas. Se pretendía identificar República con desorden y justificar un posible golpe de estado. Los asesinatos del teniente de asalto Castillo, militante del PSOE, y del líder conservador Calvo Sotelo, tensaron más el ambiente previo a la sublevación militar, que comenzó el 17 de Julio de 1936 en Marruecos, y el 18 en la Península.





14.3 LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

14.3.1. LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO: ETAPAS Y EVOLUCIÓN EN LAS DOS ZONAS.

LA SUBLEVACIÓN MILITAR
Fue calculada meses antes de manera muy concienzuda. Los contactos se iniciaron justo después de la victoria electoral del Frente Popular. El general Emilio Mola (desde Navarra) se convierte en el “director” de la conspiración secreta. Se contó con el apoyo de la UME, las milicias falangistas y carlistas, y grupos monárquicos como la CEDA. Los protagonistas militares serían el propio Mola, Goded en Baleares, Franco en Canarias y Sanjurjo (exiliado en Portugal).
Desde un principio los objetivos no estaban claros, debido a la heterogeneidad de los conspiradores. Algunos militares solo buscaban una “república controlada” por medio de una dictadura militar. La CEDA deseaba el regreso de la monarquía. Los falangistas querían un estado fascista y los carlistas una “monarquía tradicional”. La sublevación se produjo el día 17 en África y el 18 en la Península, pero fracasó en su intento de derribar el gobierno. Había empezado la Guerra Civil.
La geografía del levantamiento depende de numerosos factores. El pronunciamiento triunfó en Castilla, León y Galicia, donde predominaban pequeños campesinos propietarios muy conservadores. También en Navarra (presencia de Goded y de carlistas), las ciudades andaluzas (poder de los terratenientes y la Guardia Civil) y en Canarias y África (dominio de los militares africanistas). La Iglesia y los empresarios apoyaron el levantamiento. Fracasó en todas las grandes ciudades, donde los obreros organizados y las clases medias republicanas lo recibieron con hostilidad y se acabó repartiendo armas a la población. También en el campo andaluz y extremeño con fuerte presencia anarquista, en Asturias donde existía un movimiento obrero muy organizado, y en Cataluña y País Vasco por la oposición de obreros y clases medias nacionalistas. Por tanto el bando republicano partía con la ventaja de poseer todas las grandes ciudades y zonas industriales. Esto solo se entiende como un suceso que culmina la historia española del siglo XIX: enfrentamiento de grupos sociales reformistas (clases medias urbanas, obreros, jornaleros...) frente a los viejos grupos dominantes que no deseaban cambios (militares, nobleza, terratenientes, Iglesia, empresarios...)

El desarrollo de la Guerra Civil (1936-1939).
Se pueden establecer varias etapas a lo largo del conflicto.
1. Avance rebelde hacia Madrid y resistencia de la capital (julio a diciembre de 1936).
Esta etapa es conocida también como “Guerra de Columnas” o “Guerra de los enlaces”, por el rápido avance de los sublevados, que necesitaban comunicar a sus tropas dispersas por toda la Península. La primera prioridad fue el traslado de tropas desde África a la Península. La República intentó bloquear el Estrecho de Gibraltar, pero miles de tropas fueron trasladadas en un “puente aéreo” realizado por aviones cedidos por Hitler (que simpatizaba con los sublevados). Las tropas africanas de Franco enlazaron con las de Sevilla (Queipo de Llano). El general Yagüe avanzó sobre Extremadura y encontró una fuerte resistencia en Badajoz (donde se realizó una enorme represión). La toma de Talavera de la Reina y de Toledo (liberación del Alcázar sitiado), abrió las puertas de Madrid.
En Madrid se prepararon para la defensa. Se decretó la movilización general y se construyeron fortificaciones y zanjas. La propaganda se movilizó con consignas como “No pasarán” y “Madrid será la tumba del fascismo”. El gobierno republicano se trasladó a Valencia. Madrid quedó en manos de una Junta de Defensa, dirigida por los militares Miaja y Vicente Rojo. Los constantes bombardeos provocaron miles de muertos. Los sublevados lograron tomar los arrabales de la ciudad (Carabanchel, Villaverde, Ciudad Universitaria...) pero no consiguieron entrar. Fueron frenados por la llegada de las Brigadas Internacionales y voluntarios anarquistas catalanes dirigidos por Durruti.
2. Batallas para aislar Madrid. Ocupación del Norte (enero a noviembre de 1937).
Ante la imposibilidad de tomar la capital, los sublevados decidieron realizar maniobras envolventes para aislarla. Su objetivo era cortar la carretera de Valencia para asfixiar a la ciudad. Ambos ejércitos caminaban hacia la profesionalización (Ejercito Popular Republicano, eliminación de milicias falangistas y carlistas en el bando sublevado). Las dos principales batallas en torno a Madrid no lograron su objetivo. La batalla del Jarama no logró cortar la carretera. La batalla de Guadalajara fue una sonora derrota de las tropas enviadas por Mussolini.
Asturias, Santander y el País Vasco, fieles a la República, habían quedado aisladas en el norte. El ataque a Bilbao (que se había fortificado) se inició con el bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937), realizado por la Legión Cóndor alemana. Este suceso provocó un notable escándalo internacional por ser un objetivo civil. Los republicanos realizaron maniobras de distracción en Madrid y Aragón (Brunete y Belchite) pero no lograron evitar la caída de todo el Norte.
3. Avance hacia el Mediterráneo (diciembre de 1937 a julio de 1938).
La República inició una ofensiva sobre la ciudad de Teruel y logró tomarla. Los sublevados respondieron con una gran ofensiva en todo el frente aragonés. Recuperaron Teruel, conquistaron el Maestrazgo y llegaron al Mediterráneo (toma de Vinaroz). La República quedó dividida y Cataluña aislada.

4. La Batalla del Ebro y el fin de la guerra (julio de 1938 a abril de 1939).
La famosa batalla del Ebro fue un intento del bando republicano para evitar la toma de Valencia. Los republicanos cruzaron el Ebro en la provincia de Tarragona y llegaron hasta Gandesa. La intervención de la aviación alemana e italiana truncó la ofensiva. A principios de 1939 Cataluña estaba perdida. Los sublevados tomaron Barcelona. Francia abrió su frontera y huyeron miles de refugiados. También se exiliaron los gobiernos central, catalán y vasco. A la República solo le quedaba la llamada “Zona Centro”, con Madrid a la cabeza. El gobierno republicano esperaba un inminente estallido de una guerra europea que pudiera salvarle. Pero la guerra no llegó todavía, y Gran Bretaña y Francia reconocieron al gobierno franquista. El presidente de la República (Manuel Azaña) presentó su dimisión. En marzo se produjo una nueva sublevación militar en Madrid, dirigida por el coronel Casado, que pretendía rendirse y pactar con Franco, pero fracasó. El político socialista Julián Besteiro buscó una “paz honrosa” que evitara represalias, pero no lo logró. El 27 de marzo las tropas sublevadas entraron en Madrid. El 1 de abril, Franco emitió el último parte de guerra. Los pocos resistentes se refugiaron en zonas montañosas, dando lugar a los futuros “maquis”.


Evolución política de las dos zonas durante la Guerra Civil.
En la ZONA REPUBLICANA, se produjo una auténtica revolución social, que tuvo un carácter principalmente anarquista. CNT-FAI (a veces en colaboración con UGT), colectivizó industrias, explotaciones agrícolas y servicios de transporte (especialmente en Cataluña).
El gobierno republicano sufrió una notable evolución a medida que avanzaba la contienda. Casares Quiroga dimitió y se hizo cargo el socialista Largo Caballero, que formó un gobierno que reunía a todas las fuerzas en lucha (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas...). El gobierno se trasladó a Valencia. Los milicianos fueron progresivamente sustituidos por el Ejército Popular de la República, como nuevo ejército profesional del Estado. Las milicias de la CNT y el POUM se negaron a desarmarse, lo que provocó los graves sucesos de Mayo en Barcelona.
En 1937 otro socialista, Juan Negrín, tomó el relevo del gobierno, creando un nuevo gabinete solo con partidos y sin sindicatos. La influencia comunista creció, debido a la dependencia de los suministros de la Unión Soviética. Negrín hizo públicos los famosos 13 puntos, que buscaban la base para la unidad de todas las fuerzas y la victoria. Negrín esperó en vano una guerra europea que no acabó de llegar a tiempo.
La represión en el bando republicano se dirigió principalmente hacia los religiosos, terratenientes y empresarios cercanos a los sublevados. Fue realizada por milicias incontroladas (sobre todo anarquistas) y en muchos casos denunciada por el mismo gobierno.
En la ZONA SUBLEVADA, el ejército se convirtió en la columna vertebral del régimen. Después de la muerte de Sanjurjo en un accidente aéreo, Franco fue nombrado Jefe de Estado y Generalísimo de todos los ejércitos. La Iglesia católica mostró su apoyo abierto al bando sublevado. El gobierno provisional se instaló en la ciudad de Burgos. La búsqueda de un partido único (al estilo fascista) desembocó en el Decreto de Unificación de 1937, por el que nacía la Falange Española Tradicionalista de las JONS, cuyo jefe era Franco y reunía a falangistas y carlistas. Se prohibieron todos los partidos políticos y sindicatos. Fuero abolidos los decretos aprobados por el gobierno republicano.
La represión en el bando sublevado fue alentada por las mismas autoridades. Hubo enormes matanzas en ciudades como Badajoz y Málaga. Políticos, sindicalistas, maestros y trabajadores fueron las principales víctimas.



14.3.2 LA GUERRA CIVIL: LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

La Guerra Civil (1936-1939) fue conocida en el extranjero como la “Guerra Española”. Acaparó las portadas de todos los periódicos del mundo durante años. Fue considerada en otros países como una lucha más entre la democracia y el fascismo, por tanto un prolegómeno de la que se temía en el ámbito mundial.
En torno al conflicto se generó una inmensa cantidad de escritos y material gráfico. Periodistas, escritores, artistas, fotógrafos, todos pasaron por España (Hemmingway, Frank Cappa, Einstein, George Orwell...) Muchos intelectuales se involucraron claramente, con el bando republicano.
Las simpatías internacionales se dividieron entre los dos contendientes.
De parte republicana se alineó la mayor parte de la opinión pública democrática del mundo. Sin embargo esto no se plasmó en una ayuda real. Francia, gobernada por un Frente Popular semejante al español, mantuvo una actitud de notable prudencia, ya que temía un alejamiento de Gran Bretaña si intervenía. Gran Bretaña, gobernada por los conservadores, siempre vio con desconfianza al gobierno del Frente Popular. Consideraban la República un caos, mientras que (en su opinión) Franco podía garantizar un freno al comunismo. Fue el gobierno británico el que bloqueó finalmente cualquier ayuda a gran escala que los países democráticos pudieran otorgar al gobierno republicano. Existía un enorme temor de que se desencadenara un conflicto con la Alemania Nazi que llevara a una guerra europea (“política de apaciguamiento”). EEUU mantuvo una postura semejante a la inglesa. El Partido Demócrata simpatizaba con el bando republicano, pero el gobierno del Partido Republicano estadounidense apoyó la política inglesa. Solo la Unión Soviética, temerosa de un régimen fascista que impidiera su navegación por el Estrecho de Gibraltar, se volcó en su ayuda a los republicanos españoles. Los partidos obreros de todo el mundo (socialistas y comunistas) se implicaron en la defensa de la República Española, logrando reunir miles de voluntarios en multitud de países que se alistaron para luchar (Brigadas Internacionales).
De parte de los sublevados se alinearon rápidamente las potencias fascistas. La Alemania Nazi y la Italia de Mussolini veían con simpatías el bando franquista. Sin embargo, Hitler no deseaba hacer demasiado patente su presencia, ya que esto podría adelantar un conflicto armado internacional que rompiera sus preparativos. Además sus intereses estratégicos pasaban más por la intervención en Europa Central y del Este. Mussolini sí apoyó masivamente a los sublevados con armas, asesores y tropas. El dictador italiano consideraba que el Mediterráneo era su zona de influencia. La dictadura fascista portuguesa de Oliveira Salazar, permitió el paso de las tropas sublevadas por la frontera. El Papa Pío XII se pronunció sin ninguna duda a favor de los sublevados.

La tensión internacional provocada por la intervención de las potencias fascistas en la Guerra Española, llevó a la reunión del COMITÉ DE NO INTERVENCIÓN. Se inauguró en Londres en 1936, con la presencia de 27 países. En el se aprobó la prohibición de ayuda a cualquiera de los dos bandos, para fomentar el final rápido del conflicto. Este comité acabó siendo una reunión hipócrita, ya que las potencias democráticas sabían que Italia y Alemania seguían ayudando a Franco, igual que la URSS suministraba armas a la República. El más perjudicado fue el bando republicano, que como país soberano y reconocido no podía adquirir armas, mientras el bando sublevado era ampliamente abastecido secretamente por Alemania e Italia.
Toda la ayuda internacional de tipo militar que llegó a España (excepto las tropas voluntarias) tuvo que ser pagada de una u otra manera en los dos bandos. El gobierno de la República Española trasladó sus reservas de oro del Banco de España a Moscú, como pago por la llegada de tanques y aviones soviéticos. Alemania e Italia prestaron ayuda militar a los sublevados. Hitler envió aviadores de élite (Legión Cóndor). Mussolini se comprometió muchísimo más enviando miles de soldados bajo apariencia de voluntarios (CTV: Cuerpo de Tropas Voluntarias). A cambio de toda esta ayuda, Franco tuvo que ceder bases militares a los italianos en Mallorca, y entregar grandes cantidades de minerales a los alemanes.
Durante la guerra, las potencias extranjeras (especialmente Alemania) ensayaron en España sus nuevas y mortíferas armas que luego utilizarían en la Segunda Guerra Mundial.

Intervención militar. Algunos de los sucesos de la contienda provocaron un enorme escándalo internacional, que violaban claramente las normas del Comité de No Intervención, que había prohibido inmiscuirse directamente en el conflicto. Al final los miembros del Comité decidieron mirar para otro lado.
Durante la Defensa de Madrid (invierno de 1936), la ciudad fue bombardeada masivamente. Murieron miles de personas. Algunas de las imágenes más famosas (como los cadáveres de los niños en una escuela bombardeada) dieron la vuelta al mundo. El gobierno republicano denunció que las bombas y aviones eran de fabricación italiana. El cielo de Madrid acabó convirtiéndose en un campo de batalla entre cazas rusos e italianos, ante la pasividad del Comité de No Intervención.
El Bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937) constituyó un nuevo escándalo. La pequeña ciudad vasca no era un objetivo militar. Sin embargo fue arrasada y su población ametrallada mientras huía. Las bombas encontradas eran de fabricación alemana. Se acusó a la Legión Cóndor de la matanza. Ante la tensión internacional, Alemania negó su participación y los sublevados llegaron a acusar a los propios republicanos de haber incendiado la ciudad para culparles. El pintor Pablo Picasso, realizó un célebre cuadro sobre el suceso, que se expuso en el pabellón español de la Exposición Internacional de París.
Durante las batallas de Guadalajara y Málaga, las tropas italianas se hicieron claramente visibles y tomaron la iniciativa.
Las tropas marroquíes traídas por Franco desde el Protectorado de Marruecos, tuvieron un papel sustancial en la contienda.
Las Brigadas Internacionales, estaban formadas por miles de voluntarios de hasta treinta nacionalidades. Habían sido reclutados por partidos de izquierda (comunistas y socialistas). Vinieron a España con unos ideales muy claros: ayudar a la República frente al fascismo, que en muchos casos ya estaba en el poder en sus propios países. Destacaba principalmente la presencia de alemanes, italianos, franceses, británicos, belgas y norteamericanos. Tuvieron una enorme importancia en la defensa de Madrid y las batallas del Jarama y Guadalajara. Miles de ellos murieron en el frente. En el bando sublevado, los auténticos voluntarios fueron muy escasos, pero procedían generalmente de países católicos que venían a luchar contra una “izquierda atea”. Destacan polacos e irlandeses.

En 1939, ante el derrumbe de la República, los gobiernos de Francia y Gran Bretaña reconocieron al gobierno franquista de Burgos. Para evitar una catástrofe humanitaria, en febrero de 1939, el gobierno francés abrió la frontera para facilitar el exilio de 500.000 personas, temerosas de represalias. La mayor parte de ellos acabaron en campos de refugiados improvisados en las playas francesas, en condiciones pésimas. Los países que más refugiados acogieron fueron Francia, URSS y México.
LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.
1. Consecuencias económicas. España acabó en una situación económica y humanitaria muy grave. La mayor parte de las industrias fueron destruidas, así como los transportes. En nuevo estado franquista carecía de fondos financieros. La población vivía una situación de extrema necesidad alimentaria. España había retrocedido económicamente al siglo XIX.
2. Consecuencias demográficas. Se calcula que murieron entre 600.000 y 800.000 personas. 500.000 refugiados se exiliaron por la frontera francesa. 10.000 “niños de la guerra” fueron acogidos en otros estados (sobre todo Francia y URSS). 500.000 exiliados cruzaron la frontera francesa. 16.000 murieron en campos de concentración nazis.
3. Consecuencias políticas. Se instauró una dictadura militar de corte fascista, acompañada de una enorme represión. Miles de personas fueron encarceladas o fusiladas. Todos los partidos políticos y sindicatos fueron ilegalizados. España pierde de golpe toda la herencia liberal del siglo XIX.
4. En el ámbito internacional, la España de Franco no ocultó sus simpatías por las potencias fascistas. Por esta causa, tras la guerra mundial se convirtió en un régimen aislado. No fue invitada a la fundación de la ONU y además fue condenada por este organismo. Se retiraron casi todos los embajadores.

























15.LA DICTADURA FRANQUISTA

15.1. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES. EVOLUCIÓN POLÍTICA Y COYUNTURA EXTERIOR. DEL AISLAMIENTO AL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL.

FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES. EL NUEVO ESTADO FRANQUISTA.
Al concluir la Guerra Civil, Franco no quiso establecer una dictadura militar transitoria como había sido la primitiva idea del general Mola, organizador de la rebelión. Su intención fue la de crear un nuevo estado que desterrara toda idea de liberalismo, democracia e ideologías obreras.
El nuevo modelo de Estado era muy difícil de definir de forma estricta, pues era una mezcla de dictadura militar, Estado fascista y monarquía absoluta sin rey. Sus raíces ideológicas hay que buscarlas en el conservadurismo tradicional español, el catolicismo y la concepción unitaria del Estado. Se estableció como un sistema totalitario, sin Constitución y sin libertades democráticas. Todos los poderes se concentraban en la figura del General Franco, Caudillo, Jefe del Estado, Jefe de Gobierno y Generalísimo de los ejércitos. Se organizó un partido único, la Falange Española Tradicionalista de las JONS, que procedía del Decreto de Unificación aprobado durante la Guerra Civil. El sistema se inspiraba en los Estados fascistas: Alemania e Italia. Aunque a partir de 1945, tras la derrota de estas potencias en la Segunda Guerra Mundial, las instituciones fueron borrando los rastros fascistas, aunque conservando el carácter totalitario.
La voluntad dictatorial quedó bien patente por el desmantelamiento de todas las instituciones republicanas. La Constitución de 1931 fue suprimida. Fueron abolidos los estatutos de autonomía de Cataluña y País Vasco, y se limitó el uso de sus lenguas. Los partidos políticos y sindicatos fueron prohibidos.
La construcción del nuevo estado, exigía una reestructuración general de las leyes e instituciones, a través de Leyes Fundamentales, ya que nunca existió nada semejante a una Constitución.

• Fuero del Trabajo (1938) que inaugura los sindicatos verticales.
• Ley Constitutiva de las Cortes (1942) que crean las Cortes Orgánicas
• Fuero de los Españoles (1945) que pretendía parecer una constitución.
• Ley del Referéndum Nacional (1945)
• Ley de Sucesión (1947) que otorga a Franco la capacidad de escoger sucesor.
• Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) que establece los principios fundamentales del régimen franquista, que se autodefine como monarquía.

La estructura política y la doctrina que sustentaban el estado franquista fueron llamadas, el Movimiento Nacional.
Las Cortes no tenían nada que ver con una verdadera representación democrática. Los representantes en Cortes o procuradores, eran designados por el poder y entre ellos se encontraban los principales dirigentes de FET de las JONS y de la Organización Sindical, alcaldes de las principales ciudades (también designados), rectores de las universidades y la jerarquía eclesiástica. En el régimen se denominó a este sistema democracia orgánica.
La justicia desapareció como poder independiente, y los jueces eran nombrados por el poder y estaban subordinados a las decisiones del gobierno.
En el plano territorial, se vuelve a la vieja institución de los Gobernadores Civiles de cada provincia, que ahora, además, eran Jefes Provinciales del Movimiento. En cada provincia se escogió también un Gobernador militar con amplísimos poderes.
Desde el punto de vista de la organización sindical, los viejos sindicatos predominantes que habían sido prohibidos (UGT, CNT), pasaron a la clandestinidad. Los sindicatos verticales , llamados Organización Sindical, se basaban en la doctrina fascista del corporativismo, e integraban en un mismo sindicato a patronos y obreros. El estado controlaba todo el sistema.
Respecto al sustento social e ideológico del régimen, Franco nunca se apoyó en un solo grupo. El poder se manifestó siempre en tres vertientes: civil, militar y eclesiástica. Eran las tres “autoridades” reconocidas. La diversidad de apoyos provocó la aparición de diversas “familias” o grupos de influencia. La Iglesia fue uno de los grupos más influyentes, y el estado se definía como “nacional-católico”. Se convirtió en un verdadero poder interno que gozaba de enorme influencia y privilegios económicos. Además impuso el puritanismo en las costumbres y una rígida censura. La Falange fue otro de los grandes pilares. Sus miembros nutrían el aparato burocrático del régimen. El ejército siguió siendo la columna vertebral del sistema, con una fidelidad total a Franco. A cambio recibieron numerosos altos cargos en la Administración Civil y las empresas públicas. Los monárquicos, en cambio, aunque apoyaron el alzamiento militar se fueron distanciando. Esto se debe a la poca intención por parte de Franco de restablecer la monarquía. Debido a esto, las relaciones entre Franco y el heredero a la corona (Juan de Borbón) fueron muy difíciles.

EVOLUCIÓN POLÍTICA Y COYUNTURA EXTERIOR
Al desencadenarse la Segunda Guerra Mundial en 1939, España declaró su neutralidad. Franco sabía que el país no estaba en condiciones de afrontar una nueva guerra. Sin embargo, las afinidades con los regímenes fascistas nunca se ocultaron, y se barajó la posibilidad de apoyarles. En 1940, Franco se entrevistó con Hitler en Hendaya. Y en 1941 lo hizo con Mussolini en Bordighera. Por parte de España, se planteaba la posibilidad de recuperar Gibraltar y crear un gran imperio colonial africano a costa de Francia. Sin embargo, los dictadores fascistas pensaron que la ayuda necesaria para incorporar a la España a la guerra, era demasiado grande.
En 1941, España pasó de la neutralidad a la no beligerancia. Esto significaba que Franco podía intervenir en el conflicto mundial con ayudas puntuales, aunque sin declarar la guerra. Tropas españolas ocuparon Tánger y en 1941 se envió una división de voluntarios (División Azul) para combatir junto a los alemanes en la Unión Soviética.
En 1943, las potencias fascistas comenzaron a perder la guerra y replegarse. El gobierno franquista decidió cambiar de actitud y abandonó la no beligerancia para volver a la neutralidad. La propaganda en favor de Alemania desapareció de la prensa española y se intensificaron los contactos con los aliados.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, empezaron los peores tiempos del régimen franquista. España fue aislada diplomáticamente. La nueva Organización de Naciones Unidas (ONU) condenó el régimen español. Casi todos los embajadores fueron retirados de Madrid. Tampoco fue admitida en la OTAN ni se benefició del Plan Marshall. El régimen consideró esta actitud como fruto de una conspiración internacional “judeo-masónica-marxista”, y convocó grandes manifestaciones en la Plaza de Oriente de Madrid para apoyar el franquismo. Juan de Borbón emitió el Manifiesto de Lausana (1945), donde pedía la restauración de la monarquía.
A partir de 1947, el inicio de la Guerra Fría convirtió a España en una pieza estratégica en el tablero internacional, dentro de la pugna entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El papel de Franco como “anticomunista” comenzó a resultar interesante para los gobiernos americano y británico. Desde 1950, España comenzó a ser admitida en organismos internacionales. En 1953 se firman los primeros tratados militares con Estados Unidos, por los que España cedía bases militares en su territorio a cambio de ayuda económica. También se firmó un nuevo Concordato con la Santa Sede. Fue admitida en la ONU en 1955.

EVOLUCIÓN ECONÓMICA
Tras la Guerra Civil, España estaba sumida en la miseria. El objetivo principal del franquismo en los primeros momentos, fue conseguir la autosuficiencia económica (autarquía), motivada también por el aislamiento exterior. La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero era la total intervención del Estado en la economía, que regulaba el comercio exterior, el mercado interior, la regulación de la peseta y cualquier actividad económica. Esto provocó un encarecimiento muy rápido de los productos de primera necesidad. El segundo eje se basaba en el fomento de la industria, principalmente de bienes de equipo. La red de ferrocarril fue nacionalizada (RENFE) y se creó el INI (Instituto Nacional de Industria) que agrupaba todas las empresas de control público (Iberia, Endesa...).
El Estado controlaba directamente el mercado y los productores debían venderle toda su producción a precios fijados. La tasación de los alimentos por debajo del valor, provocó que muchos escondieran su producción y la vendieran en el mercado negro (estraperlo). Este tipo de mercado negro extendió la corrupción entre los funcionarios y autoridades franquistas que percibían comisiones.
La falta de alimentos provocó un régimen de racionamiento (cartillas de racionamiento).

REPRESIÓN
Concluida la guerra, aún quedaban en las cárceles franquistas en torno a 200.000 presos políticos. Más de 400.000 personas se habían exiliado por temor a represalias, aunque muchos de ellos regresaron. Las colonias más estables de exiliados, se asentaron en México y Francia. En 1939 se había aprobado la Ley de Responsabilidades Políticas y en 1940 la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Se ignora el número exacto de personas que fueron fusiladas en la posguerra, pero podría rondar las 50.000. Todos los cuerpos administrativos y académicos fueron depurados de personas sospechosas de no apoyar el régimen. Algunos excombatientes republicanos se refugiaron en las montañas (maquis) e iniciaron una lucha de guerrillas que duró hasta los años cincuenta.




15.2_LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN. LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS:DE LA AUTARQUÍA AL DESARROLLISMO. LOS CAMBIOS SOCIALES.

Desde finales de la década de los años cincuenta, la economía española comenzó a crecer de manera espectacular. Este crecimiento coincidió con el fin de la autarquía, el final del aislamiento internacional del régimen franquista y los planes para el desarrollo industrial (desarrollismo). Estos cambios económicos vinieron acompañados de fuertes cambios sociales, en un país que seguía sin democracia y con represión política.


TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. EL FIN DE LA AUTARQUÍA Y LA LLEGADA DEL DESARROLLISMO.
A finales de los años cincuenta, el régimen de autarquía había fracasado estrepitosamente. El sueño de crecer de espaldas al resto del mundo se abandona. El punto de partida de la política conocida como “desarrollismo franquista” fue el Plan de Estabilización de 1959. Este plan enterraba la autarquía y buscaba el desarrollo de la economía española en contacto con el extranjero. La falta de divisas era importante, se hacía necesario importar productos del exterior y levantar un nuevo tejido industrial. El capital necesario para iniciar el proceso procedía de un triple origen: los préstamos del Fondo Monetario Internacional y EEUU, las remesas enviadas por los emigrantes españoles y las divisas traídas por el incipiente turismo.
INDUSTRIA. Desde principios de los años sesenta, el gobierno puso en marcha los Planes de Desarrollo Económico y Social, inspirados en el modelo francés. En total fueron tres, de vigencia cuatrienal y apoyados en la iniciativa privada. El Estado redujo su intervencionismo en la economía y permitió la libertad de actividades económicas. La planificación centró su interés en el sector industrial. Se promovieron acciones estructurales (fomento de la competitividad por medio de leyes) y polos de desarrollo (nuevas industrias en zonas de escasa industrialización). Los Planes de Desarrollo no consiguieron los objetivos propuestos. Pero lo más importante era la apertura a la iniciativa privada de sectores como las infraestructuras, industrias y minería.
El resultado fue un intenso desarrollo económico durante los años sesenta. A pesar de que España seguía muy retrasado respecto al resto de Europa Occidental, el crecimiento del PIB fue muy superior a la media europea, y la renta por habitante creció un 40%. La importación de tecnología extranjera ayudó a mejorar la productividad, y la mejora de la productividad permitió la bajada de los precios y el aumento de las exportaciones, que se multiplicaron por seis. Se produjo un aumento progresivo de los salarios, lo que provocó una mayor demanda de bienes de consumo. Fueron los años del televisor, la lavadora y el seiscientos, pagados a plazos.
AGRICULTURA. En el año 1960, el 40% de la población vivía de la agricultura. Los años del desarrollismo afectaron también de una manera muy profunda al campo. Las mejores oportunidades de trabajo en la ciudad, provocaron un éxodo rural de considerables dimensiones. El descenso de la población rural alivió el histórico problema de los jornaleros, y aumentó los salarios agrícolas.
Alimentos como el trigo, dejaron de tener un gran peso, debido al aumento del nivel de vida. La población demandaba una mayor cantidad de productos y esto diversificó la producción. Se inició un proceso de mecanización, acompañado del uso de abonos químicos. Aunque en la época franquista no existió nada parecido a una reforma agraria, sí que se fomentó el establecimiento de campesinos en nuevas tierras, dedicadas sobre todo al regadío. El más famoso de estos proyectos fue el Plan Badajoz.
EMIGRACIÓN. La mecanización del campo y de la industria, limitó la creación de empleo. A pesar de que los inmigrantes procedentes del campo no paraban de llegar a las ciudades, no existía empleo necesario para todos. Esto dio lugar durante los años sesenta a una intensa emigración. Mas de un millón de españoles se trasladó a otros países de Europa en busca de empleo, destacando Francia y Alemania. La permanencia en España de esta población, hubiera bloqueado el proceso de crecimiento por un alto desempleo. Por tanto el gobierno, permitió y fomentó esta emigración. El dinero enviado por los emigrantes se convirtió en divisas para la economía española.
TURISMO. El alto nivel de vida y bienestar de los trabajadores europeos, generó un movimiento turístico masivo hacia el sur, en busca de playas y clima cálido. Esto dio lugar al “boom turístico” de los años sesenta. El turismo aportaba numerosas divisas que contribuían a reequilibrar la balanza de pagos.

LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN
Durante este periodo, el franquismo trató de modernizarse de cara al exterior, pero no dejó de ser una dictadura. Con el fin de lograr un mejor funcionamiento, se dotó de nuevas instituciones y leyes.
En el interior del gobierno franquista, persistía la división y enfrentamiento entre las diferentes “familias” del régimen, destacando los falangistas, los católicos y los tecnócratas. Los tecnócratas estaban ligados al Opus Dei, y reforzaron sus posiciones de manera notable. Carrero Blanco era su valedor y López Rodó su figura más destacada. Situaban el crecimiento económico como el eje básico de la política. No se consideraban ideólogos (como los falangistas) sino técnicos, aunque nunca discutieron la represión del régimen. Apostaban por la continuidad del régimen a través de la monarquía autoritaria. Los falangistas vieron con recelo el ascenso de los tecnócratas.
Entre los cambios principales hay que destacar la Ley de Prensa (1966), impulsada por Manuel Fraga Iribarne. Esta ley suprimía la censura previa, pero establecía un sistema de multas y suspensiones. La Ley Orgánica del Estado (1967), que fue aprobada por referéndum, concretó las funciones de los órganos del Estado y creó la figura del presidente del gobierno. En 1969 Franco designó como sucesor a Juan Carlos de Borbón, hijo de Juan de Borbón que se había educado en España.
A pesar de los cambios, el régimen no podía evolucionar más sin provocar fisuras en su estructura. Las disensiones entre falangistas y tecnócratas se hicieron públicas a raíz del Caso Matesa (1969), caso de corrupción que salpicó a varios ministros.
La conflictividad social fue en aumento. Amplios sectores de oposición estaban organizados en la clandestinidad. Destacaban el Partido Comunista de España y los sindicatos UGT y el recién fundado Comisiones Obreras. Durante los años sesenta reaparecieron las huelgas. Los partidos de oposición se reunieron en el Congreso del Movimiento Federal Europeo (1962), donde se habló por primera vez de una posible transición a la democracia. El régimen calificó esta reunión como “Contubernio de Munich” y encarceló o desterró a varios de los asistentes que regresaron a España. El PSOE y los partidos nacionalistas (PNV y la nueva Convergencia Democrática de Cataluña) también se organizaron en la clandestinidad. La contestación más violenta contra el régimen, fue la irrupción del terrorismo de ETA. En el famoso Proceso de Burgos (1970), se condenó a muerte a varios de sus componentes, lo que provocó la protesta internacional.

CAMBIOS SOCIALES
Los dos rasgos destacables del cambio demográfico español en la década de los sesenta, fueron el aumento de la población urbana y el crecimiento de la natalidad. También se produjo una notable disminución de la mortalidad. Desde el punto de vista de la composición socio-profesional, se produce un notable aumento de las clases medias (asalariados, funcionarios, profesiones liberales, ejecutivos de empresas). El desarrollismo trajo también un crecimiento de la masa de obreros industriales, que darían lugar al movimiento sindical en la clandestinidad. El número de agricultores disminuyó notablemente y los jornaleros solo persistían en Extremadura y Andalucía.
La Ley General de Educación (1970) reformó todo el sistema desde primaria hasta la universidad. El analfabetismo disminuyó drásticamente y aumentó el número de universitarios. Empezaron a entrar en España, de forma clandestina, multitud de publicaciones prohibidas. Aunque la familia también experimentó cambios, la incorporación de la mujer a la vida laboral fue muy débil. Los hogares se llenaron de nuevos electrodomésticos y se generalizó el automóvil. La llegada de turistas influyó en un relajamiento de las costumbres tradicionales. La censura siguió existiendo, pero desde el Concilio Vaticano II (1962-1965) la nueva Iglesia modernizada comenzó a alejarse progresivamente del régimen franquista.


15.3_ELEMENTOS DE CAMBIO EN LA ETAPA FINAL DEL FRANQUISMO. LA OPOSICIÓN AL RÉGIMEN. EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES. LA CULTURA.

Las profundas transformaciones económicas de los años sesenta comportaron un aumento de la conflictividad social. En España se vivía una incongruencia entre una sociedad industrializada y en vías de modernización, y una dictadura anclada en el pasado. La crisis del petróleo de 1973, también comenzó a afectar a España, y el fin de la emigración provocó el aumento del paro. La oposición al régimen se hizo mucho más fuerte y organizada. España era ya un país industrial, pero mucho más atrasado que el resto de los países de Europa Occidental y sin democracia.

ELEMENTOS DE CAMBIO. OPOSICIÓN AL RÉGIMEN
Desde principios de los años setenta la incapacidad del régimen para reformarse y adaptarse a las demandas sociales, así como el contexto internacional, precipitaron al régimen franquista a una lenta agonía, que culminó con la muerte de Franco en 1975.
El momento decisivo de esta crisis final del régimen se abrió con la desaparición de vicepresidente del gobierno, el almirante Carrero Blanco, que murió víctima de un atentado de ETA, el 20 de diciembre de 1973. Carrero Blanco era un personaje clave en el mantenimiento del equilibrio entre las familias franquistas. Además, gozaba de toda la confianza del Caudillo y era clave para garantizar la continuidad. La agonía del régimen franquista provocó la división de la clase política del régimen en dos grupos muy diferenciados:
• Los inmovilistas (apodados como “búnker”), eran partidarios de mantener las esencias del régimen franquista. No deseaban ningún tipo de reforma que pusiera en peligro la dictadura franquista. En este sector abundaban los altos mandos militares, los dirigentes de la Falange y los sectores más reaccionarios de la clase política.
• Los aperturistas o reformistas, también procedían del aparato franquista. Sin embargo, eran conscientes de la imposibilidad de mantener el régimen sin realizar determinadas reformas de apertura.
Tras la muerte de Carrero Blanco, se formó un nuevo gobierno en enero de 1974. Estaba presidido por Carlos Arias Navarro. El nuevo presidente anunció en su primer discurso en las Cortes (12 de febrero de 1974), la posibilidad de una reforma limitada del régimen. Sus palabras fueron interpretadas como una posibilidad de apertura del sistema franquista hacia un mayor pluralismo político. Prometió la posibilidad de escoger a los alcaldes y diputaciones provinciales, así como una nueva ley sobre los sindicatos y asociaciones políticas. Este discurso fue conocido como “espíritu de febrero”, pero acabó siendo un fracaso. Las reformas prometidas no se concretaron y fueron una simple propuesta sin contenido real. Estaba claro que el sistema franquista era incapaz de democratizarse por sí mismo. Estas escasas propuestas irritaron a los sectores inmovilistas. Con Franco gravemente enfermo, Arias Navarro no realizó ninguna reforma , y se decantó por el inmovilismo.
Lo oposición política y sindical al régimen, estaba cada vez mejor organizada y era más combativa. La revuelta estudiantil en las universidades, era cada vez más amplia. Se convocaron las primeras manifestaciones y las huelgas eran constantes. El Partido Comunista de España había sido siempre la fuerza hegemónica en la clandestinidad. Estaba dirigido por Santiago Carrillo, y era el principal referente antifranquista . El PCE impulsó una alianza denominada Junta Democrática (1974), que englobaba a comunistas, CCOO, algunos socialistas, monárquicos, carlistas y multitud de movimientos de izquierdas. Proponía la formación de un gobierno provisional que implantase la democracia, decretara la amnistía y legalizara los partidos. El siguiente paso sería la convocatoria de elecciones para Cortes Constituyentes. Por otro lado, estaba el PSOE, cuya implantación en la clandestinidad fue mucho más débil que la del PCE. En el PSOE existía un fuerte enfrentamiento entre los exiliados y las nuevas generaciones que vivían en España. Durante el Congreso de Suresnes (octubre de 1974), el sector más joven, encabezado por Felipe González, había logrado la dirección del partido. La oposición democristiana estaba fuertemente dividida. El PSOE impulsó la Plataforma de Convergencia Democrática (julio de 1975), en la que colaboraban socialistas, UGT, PNV y democristianos. Las propuestas de ambas plataformas eran muy parecidas, y acabaron colaborando en Coordinación Democrática, la apodada “platajunta”. El aperturismo de la Iglesia, fruto del Concilio Vaticano II, provocó un definitivo distanciamiento entre Iglesia y régimen franquista. Esta actitud fue vista por los franquistas como una traición.
A lo largo de los años 1974 y 1975, la enfermedad de Franco se agravó y pasaba largas temporadas hospitalizado. Durante su ausencia, el heredero oficial (Juan Carlos de Borbón) tuvo que hacerse cargo de las riendas del poder. Fue la primera vez que asumía esta función. Cuando el régimen parecía más débil y a punto de desaparecer, la represión se tornó más fuerte. En 1975 se aprobó una nueva Ley Antiterrorista y se intensificaron las condenas a muerte. Esto provocó la ultima gran oleada de protestas internacionales contra el régimen de Franco.
La situación internacional no ayudaba nada a la pervivencia del régimen. En 1974 la democracia volvió a Grecia, después de la caída de la Dictadura de los Coroneles. El 25 de abril de 1975, había estallado en Portugal la Revolución de los Claveles. Esta rebelión cívica y pacífica, había derribado la dictadura portuguesa. El clima internacional no estaba tan crispado como en los inicios de la Guerra Fría. La nueva Comunidad Económica Europea, veía con malos ojos la dictadura en España y había rechazado su petición de entrada. La relación con Marruecos, era también muy complicada. En la colonia del Sahara Occidental, había aparecido el Frente Polisario, formación nacionalista que propugnaba la independencia. España acabó negociando con este grupo la posibilidad de un referéndum de autodeterminación. Para evitarlo, el rey Hassan II de Marruecos (con apoyo de Estados Unidos) organizó la llamada Marcha Verde, invasión del territorio por civiles cuyo único objetivo era la anexión. España optó por claudicar y en el Acuerdo de Madrid (14 de noviembre de 1975) entrego la antigua colonia a Marruecos y Mauritania.
El 20 de noviembre de 1975, Franco falleció a los 83 años de edad. Dejaba un régimen anacrónico y en profunda crisis. La situación de incertidumbre respecto al futuro político era muy grande.

EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES Y CULTURA

La transformación de costumbres y mentalidades que se inició durante el desarrollismo de los años sesenta, culmina durante la última etapa del franquismo. Aunque España seguía estando muy lejos del clima de libertades democráticas que se vivía en Europa, y además pervivía el puritanismo religioso en las costumbres, es evidente que la sociedad había cambiado radicalmente. La nueva sociedad industrial reclamaba una renovación de las costumbres al estilo europeo. La llegada de la minifalda, la televisión y la música pop, no podían esconder lo atrasado de las costumbres sociales. La mujer seguía en inferioridad legal frente al hombre, todo lo relativo a la sexualidad era un tabú, solo se aceptaban los matrimonios religiosos, no existía ninguna posibilidad de divorcio y el estado solo aceptaba la familia en el marco legal tradicional. Todavía se mantenía la censura sobre el cine, teatro y publicaciones. Los últimos años del franquismo significaron el inicio clandestino de movimientos asociativos como el feminismo, que reclamaban el cambio de las leyes hacia un modelo europeo.
Respecto al ocio, los cambios fueron sustanciales. La televisión ya formaba parte de todos los hogares, convirtiéndose en un elemento sustancial. El fútbol se había convertido en la diversión nacional por excelencia, superando a los toros.
Desde el punto de vista cultural, una vez superada la miseria cultural de los años cuarenta y cincuenta, la renovación de los años sesenta y setenta significaron una tímida apertura. Una buena parte de la intelectualidad española comienza a separarse abiertamente del régimen. Novelistas como Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Camilo José Cela son algunos de los nombres de esta nueva generación. En el cine, algunos cineastas rompieron con los tópicos del cine español: Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem y Carlos Saura. También se produjo una clara ruptura en el mundo del arte, con la aparición de pintores y escultores vanguardistas como Chillida, Antonio Saura, Antoni Tapies y el Equipo Crónica.

















16. LA ESPAÑA ACTUAL

16.1 LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA. LA CONSTITUCIÓN DE 1978. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES Y DESARROLLO INSTITUCIONAL. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS Y SU EVOLUCIÓN.

LA TRANSICIÓN POLÍTICA
Se denomina transición política al proceso de desmantelamiento de la dictadura que se desencadenó a la muerte de Franco y que culminó con el establecimiento de un régimen democrático. La Constitución de 1978 es la expresión jurídica de ese cambio político.
El 22 de noviembre de 1975 se hizo efectiva la designación de Juan Carlos I como Jefe de Estado, a título de rey. Arias Navarro (típico político del régimen) fue confirmado como presidente del gobierno. El nuevo gobierno se mostró pronto incapaz de llevar a cabo cualquier reforma democrática.
La oposición democrática empieza a movilizarse, reivindicando lo que dio en llamarse la ruptura democrática, es decir, la alternativa unitaria de todas las fuerzas antifranquistas para cambiar el régimen, incapaz de cambiarse a sí mismo. La oposición había estado agrupada alrededor de la Junta Democrática (en torno al PCE) y la Plataforma de Convergencia Democrática (en torno al PSOE). De estas dos alianzas nació Coordinación Democrática, que fue apodada como la “Platajunta”. Su propuesta de “ruptura democrática” se basaba en un procedimiento constituyente que, a través de un gobierno provisional y unas elecciones generales, pusiera las bases del nuevo sistema político.
Mientras, las movilizaciones populares continuaban en la calle. Tuvieron una doble vertiente, laboral y política. Las manifestaciones de trabajadores, estudiantes y militantes políticos aumentan. Las principales reivindicaciones fueron las libertades políticas, la amnistía para los presos franquistas y la autonomía de las nacionalidades históricas.
Ante la situación en la calle, se produjo una clara escisión entre los herederos del régimen. Los inmovilistas no aceptaban ningún cambio y su única estrategia era la represión en la calle. Los reformistas, con el visto bueno de la propia monarquía, buscaban desplazar a los inmovilistas e iniciar las reformas. En junio de 1976 dimite Arias Navarro, en buena parte forzado por el rey. Le sustituye un joven político procedente de los sectores reformistas del Movimiento Nacional, Adolfo Suárez. Se inician los contactos con las fuerzas políticas de oposición y se decreta una tímida amnistía.
El paso más importante fue la audaz LEY DE REFORMA POLÍTICA. Era un texto corto que proclamaba la democracia como organización política propia del Estado español y reclamaba la soberanía popular. Pretendía transformar las Cortes Orgánicas franquistas en un Congreso y un Senado elegidos por sufragio universal. También anunciaba futuras elecciones con la participación de partidos políticos. Representaba pues el inicio del desmantelamiento del franquismo. El trámite de esta ley fue un proceso complejo, lleno de negociaciones con las familias franquistas para aislar a los inmovilistas. Finalmente las Cortes franquistas aprobaron una ley que significaba un suicidio político, a cambio de promesas (como mantener la ilegalización del partido comunista) que no se cumplieron.
Ante la aprobación de esta ley en referéndum, la oposición comenzó a replantearse una parte de su estrategia, como el rechazo a la monarquía.
En el año 1977 hubo una progresiva legalización de partidos y sindicatos. Se desmantelan organizaciones franquistas (Movimiento Nacional). Esto provocó violencia de grupos de ultraderecha, como el desgraciado asesinato de los abogados laboralistas de Atocha, perpetrado por ultraderechistas. El punto más delicado era la legalización del partido comunista. Finalmente el PCE fue legalizado durante la semana santa de 1977, aprovechando el periodo vacacional.
El propio Adolfo Suárez funda la UCD (Unión de Centro Democrático) con el objetivo de presentarse a las elecciones. La derecha de origen franquista funda Alianza Popular (AP), antecedente del futuro PP y dirigido por Manuel Fraga. El PSOE se agrupa en torno al grupo sevillano de Felipe González y Alfonso Guerra. El PCE presenta sus dirigentes históricos ( Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo).
Las elecciones del 15 de junio de 1977, las primeras democráticas en más de cuarenta años, dieron la victoria a la UCD. El PSOE se convierte en la segunda fuerza política.
LA CONSTITUCIÓN DE 1978
La elaboración de una nueva constitución no era una prioridad para Adolfo Suárez, pero la importante representación de la izquierda en el Congreso, impulsaron el proceso constituyente. Se optó por un texto muy pactista y de consenso. En la ponencia constitucional estuvieron presentes miembros de UCD, PSOE, PCE, AP y nacionalismo catalán. Se excluyó al nacionalismo vasco.
El resultado fue una constitución progresista, pero moderada por muchas ambigüedades.





















Esta constitución es la culminación de toda la historia constitucional española. Se considera una constitución democrática de consenso, y tiene notables influencias de la republicana de 1931, especialmente en el apartado dedicado a las autonomías.

Todo el proceso de Transición Política se realizó en medio de una delicada situación económica. La crisis de 1973, provocada por el aumento del precio del petróleo, repercute duramente en todas las economías mundiales, y también en la española. La inflación se dispara y el paro aumenta. La crisis industrial no tarda en aparecer y cada vez se hace más necesaria una reconversión industrial. En esta situación, para evitar una conflictividad social que podía poner en peligro el proceso de transición, se firman los Pactos de la Moncloa en octubre de 1977. Gobierno, partidos y sindicatos acuerdan medidas para afrontar la crisis que repartan esta equitativamente entre todas las clases sociales.
EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
El camino hacia las autonomías tuvo varias etapas y también varios caminos. Durante el año 1977 el gobierno permite las llamadas preautonomías a las nacionalidades históricas.
La primera fue la de Cataluña. El viejo político republicano Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio, se hace cargo del poder. En el caso del País Vasco, la existencia del grupo terrorista ETA, empañó todo el proceso. La preautonomía se planteó en enero de 1978. Pocos meses después lo hace Galicia.
El sistema constitucional preveía la aprobación de Estatutos de Autonomía en las regiones para convertirse en Comunidades Autónomas. En ellas habían de conformarse Parlamentos autónomos elegidos por sufragio universal y gobiernos autónomos que tendrían competencias negociadas por el estado.
Sin embargo, el resultado fue la existencia de dos grados de autonomía que posteriormente fueron definidas como Comunidades de “vía rápida” y las de “vía lenta”.
Las de “vía rápida” basaban su existencia en el artículo 151, que permitía el acceso al autogobierno a las nacionalidades históricas que ya poseían preautonomía (Cataluña, País Vasco y Galicia) y a las comunidades que superaran unas complicadas fórmulas de pronunciamiento de entidades locales y lo aprobaran en referéndum. Solo lo logra Andalucía, que se incorpora a las tres anteriores.
El resto de las comunidades, las llamadas de “vía lenta”, se rigen por el artículo 143, y hubieron de pasar por un proceso más lento que abarcó los años 1981, 1982 y 1983.
La aprobación de todos estos estatutos (más los de Ceuta y Melilla en 1995) significó el final del Estado centralista en España. Hoy siguen pendientes negociaciones de competencias y reforma de estatutos.

LOS GOBIERNOS DE LA UCD
El triunfo de la UCD en las elecciones de 1979, fue muy ajustado. El PSOE volvió a ser la segunda fuerza más votada.
Todavía quedaban muchas reformas legislativas pendientes. En 1979 se aprueba el Estatuto de los Trabajadores, para garantizar los derechos de los asalariados en un estado democrático.
En las sucesivas elecciones (municipales 1979, autonómicas 1980), la UCD sufre un constante desgaste que le lleva a perder la mitad de los votos conseguidos en 1979. Las divisiones dentro de la UCD se acentuaron. Existían discrepancias entre sectores centristas y derechistas por la aprobación de la Ley del Divorcio y el Estatuto de Centros Docentes.
Adolfo Suárez se mostró más eficaz en el desmantelamiento de franquismo que en el liderazgo de la UCD. La parálisis del gobierno era casi total y el terrorismo de ETA añadía una notable tensión al panorama político. El 29 de enero de 1981 Suarez anuncia su dimisión como presidente del gobierno.
La tensión por la violencia de ETA y la incertidumbre política era muy alta. Una de las incógnitas y preocupaciones básicas era el comportamiento de los militares, que habían sido la columna vertebral del régimen franquista. Los rumores de un posible golpe de estado auspiciado por los sectores más reaccionarios del ejército, fueron constantes. Finalmente, el golpe se produjo el 23 de febrero de 1981. Después de la dimisión de Adolfo Suárez, durante la discusión de la investidura de su sucesor Leopoldo Calvo Sotelo, la Guardia Civil ocupó el Congreso de los Diputados y se produjeron movimientos de tropas en Valencia. Finalmente el golpe fracasó, gracias a la división interna de los militares y la intervención del rey. Al año siguiente, el PSOE ganó las elecciones generales con mayoría absoluta y Felipe González se convirtió en presidente del gobierno.













16.2. LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS. LOS DESAFÍOS DEL GOLPISMO Y EL TERRORISMO. CAMBIOS POLÍTICOS, SOCIALES Y ECONÓMICOS. CULTURA Y MENTALIDADES.

DESAFÍOS DEL GOLPISMO Y EL TERRORISMO.
Durante la transición, la amenaza al sistema democrático provenía fundamentalmente de la reacción militar, de contenido ultra y corporativo. Una parte del ejército era franquista y decididamente hostil al proceso democrático. El primer plan de golpe de Estado, denominado Operación Galaxia, fue descubierto y desactivado por el gobierno de Adolfo Suarez en 1978. El golpe definitivo, se preparó para 1981. El 29 de enero de 1981, el presidente Adolfo Suárez había dimitido. El 23 de febrero, cuando se celebraba la discusión para la investidura de Calvo Sotelo, el teniente coronel Antonio Tejero entraba en el Congreso junto a la Guardia Civil y mantenía como rehenes a los diputados. El Capitán General de Valencia, Milans del Bosch, sacó las tropas a la calle. Hasta que el rey no compareció por televisión, de madrugada, y descalificó a los sublevados, no hubo seguridad del fracaso del golpe de Estado.
Durante toda la transición, la banda terrorista ETA siguió realizando atentados y provocando víctimas (especialmente en el ejército y la policía), junto a otros grupos como el GRAPO. Esta violencia generó un clima de tensión que contribuyó notablemente a la posibilidad de un golpe de Estado militar. Tras el definitivo asentamiento del proceso democrático, desparecieron varios grupos terroristas, pero ETA siguió asesinando. En total ha matado a cerca de mil personas.

PRIMERA ETAPA SOCIALISTA (1982-1996)
En 1982, el PSOE ganó las elecciones por mayoría absoluta y Felipe González se convirtió en presidente del gobierno. La UCD se hundió electoralmente, y Alianza Popular se convirtió en el primer partido de la oposición. Los partidos nacionalistas PNV y CIU se consolidaron. El hundimiento del PCE, desembocó en la formación de una coalición de izquierdas, denominada Izquierda Unida. El PSOE volvería a ganar por mayoría absoluta en 1986. En las elecciones generales de 1989 y 1993, los socialistas perdieron la mayoría absoluta y acabaron gobernando con los nacionalistas (PNV y CIU).
La victoria de los socialistas y la llegada del primer gobierno de izquierdas desde la Segunda República, fue considerado como el fin de la transición. El nuevo gobierno debía recoger las aspiraciones de cambio de la mayoría de la población, un amplio abanico de votantes que incluía desde la burguesía liberal urbana, a la base obrera tradicional del partido. El nuevo gobierno inició un intenso programa de reformas, cuyos objetivos básicos eran la lucha contra la crisis económica, la reconversión industrial, el asentamiento del sistema autonómico, el avance hacia el Estado del Bienestar y la integración en Europa. Esta política fue acompañada de numerosos pactos con la Iglesia, Ejército y grupos económicos, para huir de la confrontación.
En economía, el nuevo gobierno se encontró un país con un alto paro y una enorme inflación, fruto de la crisis de 1973. Se inició una dura política de reconversión industrial, ya que muchos sectores estaban claramente obsoletos (minería, astilleros, siderurgia). Esta reconversión tuvo fuertes consecuencias sociales y provocó numerosas huelgas. El periodo de crecimiento durante la década de los ochenta fue considerable. España llegó a crecer a un ritmo del 6% del PIB y se creó toda una red de autopistas , autovías y una línea de alta velocidad. A partir de 1992, volvió la crisis económica.
En política social, la construcción un Estado del bienestar, que nunca llegó a la prosperidad europea, fue uno de los objetivos prioritarios. Se extendió el sistema de pensiones, se universalizó la sanidad y educación gratuitos, y aumentó la protección para los desempleados. Se realizó una reforma educativa en profundidad, a través de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) en 1983 y la Ley Orgánica General de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE) en 1990, que prolongaba la educación obligatoria hasta los 16 años. También se despenalizó el aborto en determinados supuestos.
En política exterior, todos los esfuerzos se dirigieron a integrar España en el contexto internacional. España hizo efectiva su incorporación a la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986. Sin embargo, no existió la misma unanimidad en el tema de la incorporación de España en la OTAN. Aunque el PSOE se había opuesto, acabó convocando un referéndum donde se aprobó la entrada en la alianza.
Las políticas del PSOE acabaron provocando una enorme fractura social. Los sindicatos predominantes, UGT y CCOO, reivindicaban la revisión de la política económica del gobierno. El 14 de diciembre de 1988 se produjo una huelga general que paralizó el país.
El declive socialista, vino provocado por el aumento de los casos de corrupción y el escándalo del GAL, que acusaba a miembros del gobierno de generar un grupo terrorista paralelo para acabar con ETA.

ETAPA DEL PARTIDO POPULAR (1996-2004)
En 1996, el Partido Popular (heredero de la antigua Alianza Popular) ganó las elecciones generales por mayoría simple. Este partido se definía como de centro-derecha y estaba liderado por José María Aznar, que se convirtió en el nuevo presidente del gobierno. Para gobernar, tuvo que pactar con los nacionalistas de PNV y CIU. En el año 2000, el Partido Popular ganó las elecciones con mayoría absoluta.
La nueva coyuntura económica positiva desde 1997, favoreció al nuevo gobierno. España recibió numerosas inversiones de la UE en fondos de cohesión y el paro disminuyó. El nuevo gobierno realizó una política de privatización de empresas públicas (Telefónica, Endesa, Argentaria, Tabacalera, Gas Natural) que pasaron al sector privado. Sin embargo el precio de la vivienda aumentó un 25%, y la liberalización del suelo propuesta por el gobierno contribuyó a la creación de una gran burbuja inmobiliaria. El gran éxito del gobierno popular, fue lograr la incorporación de España a la nueva moneda única europea, el euro, tras lograr cumplir los criterios de convergencia económicos.
Desde el punto de vista internacional, España firmó el Protocolo de Kioto (1998) para la lucha contra el cambio climático, y participó como miembro pleno de la Unión Europea y la OTAN. Pero la política internacional muy ligada a EEUU, especialmente durante la Guerra de Irak (2003), en contra de las decisiones de la ONU, acabaron desgastando la figura del presidente del gobierno.
Además de las protestas por el apoyo a la Guerra de Irak, el gobierno del PP se fue desgastando por una serie de escándalos. El desastre ecológico del Prestige (2002), petrolero hundido frente a las costas gallegas, provocó una gran marea negra con graves consecuencias medioambientales. El gobierno fue acusado de no haber actuado con rapidez y de manera correcta. El año 2003, un avión militar Yak-42 sufre un accidente en Turquía. Transportaba tropas españolas procedentes de Afganistán. Todos los militares perecieron. La deficiencia de infraestructura para el transporte y los fallos en la identificación de los cadáveres, provocaron un nuevo escándalo. El 11 de marzo de 2004, se produce en Madrid el atentado terrorista más grave de la historia de España. 191 personas, fallecen en diversas explosiones en trenes de cercanías de Madrid. El gobierno fue acusado de esconder la autoría de extremistas islámicos y acusar a ETA de la matanza.
En las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, el PSOE vence con mayoría simple. José Luis Rodríguez Zapatero se convierte en el nuevo presidente del gobierno.

CULTURA Y MENTALIDADES
En estos últimos años de gobiernos democráticos, España ha mostrado un gran dinamismo cultural y un cambio notable en las costumbres y usos sociales. El modelo de familia español ha cambiado notablemente. España tiene una de las tasas de divorcio más altas de Europa, y aumentan los nuevos modelos de familia, como la familia monoparental. El aumento del nivel educativo y la reducción del analfabetismo a cifras mínimas, ha sido un gran logro en un país muy atrasado en este aspecto. A pesar de la oposición de la Iglesia a numerosos cambios, hay proceso de laicización creciente. Entre los movimientos que mayor auge han tomado en los últimos años, destacan el movimiento ecologistas, el movimiento para la defensa de los derechos de los homosexuales y el feminismo. El fuerte apoyo social a la objeción de conciencia, desembocó en la abolición del servicio militar obligatorio durante el gobierno del PP.
Durante estos años, la cultura española ha triunfado ampliamente en el extranjero. Se ha producido un tránsito a la cultura de masas, gracias a los medios de comunicación. Directores de cine como Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar o José Luis Garci, han conseguido premios en certámenes extranjeros. La literatura española es ampliamente conocida en otros países, destacando escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Francisco Umbral, Carmen Martín Gaite y Antonio Muñoz Molina. La literatura en lengua vasca y catalana se ha consolidado. En artes plásticas, destacan artistas consolidados a nivel internacional como Miquel Barceló.



16.3 LA INTEGRACIÓN DE ESPAÑA EN EUROPA. ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA. EL PAPEL DE ESPAÑA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial (1945), España se convirtió en un estado aislado en el escenario internacional. Su excesiva afinidad con las potencias fascistas que habían perdido la contienda, provocaron la condena de España por parte de la naciente ONU. España no pudo incorporarse a la OTAN ni recibió las ayudas del Plan Marshall.
La Guerra Fría atenuó el aislamiento del régimen franquista, ya que la situación estratégica de España en el mundo y el anticomunismo del régimen, favorecía un acercamiento. Estados Unidos firmó varios tratados con España en 1953, en los que se establecía la cesión de bases militares (Rota, Morón, Torrejón) a cambio de reconocimiento y ayuda económica. España fue admitida en la ONU en 1955. Sin embargo, las democracias europeas occidentales no vieron nunca con buenos ojos al régimen franquista, y las relaciones eran mínimas.

LA COMUNIDADES EUROPEAS. LA UNIÓN EUROPEA.
Los países de Europa Occidental habían empezado su proceso de integración desde 1950. La Europa destrozada por la guerra, ya no tenía la importancia política de otros tiempos. Estados Unidos y la Unión Soviética eran las grandes potencias. Para lograr mantener una cierta preponderancia europea, se empieza a barajar la necesidad de colaboración entre los estados europeos. En 1951 se funda la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), primer paso para la integración europea. El impulso de mayor importancia, llegó en 1957, con la firma del Tratado de Roma, que significaba el surgimiento de la CEE (Comunidad Económica Europea). Este proceso de integración se aceleró en los años 60, con la creación de la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo.
España, que ya había ingresado en la ONU, solicitó oficialmente en 1962 la apertura de negociaciones con la CEE, con el objetivo de adherirse a la organización. Su propuesta fue rechazada. Las razones estaban muy claras. La CEE pretendía ser algo más que una unión aduanera, con objetivos claramente políticos. Por tanto, no se podía admitir una dictadura como miembro. Hay que recordar que la oposición democrática era ampliamente apoyada por los europeos, como quedó patente en el llamado Contubernio de Múnich (1962). Además España no cumplía ninguno de los requisitos legislativos, económicos y administrativos para ser miembro, ya que estaba mucho menos desarrollado que el resto de Europa Occidental. Por las mismas causas, las peticiones de Marruecos, Portugal, Grecia y Turquía fueron rechazadas igualmente.
El gran triunfo del régimen franquista, fue lograr la firma de pactos de colaboración con la CEE. El más importante fue el Acuerdo Preferencial de Luxemburgo (1970), que reducía los aranceles a los productos españoles y convertía a la CEE en el principal comprador de las exportaciones españolas. Sin embargo, la puerta seguía cerrada por cuestiones políticas.
Con la muerte de Franco y el inicio de la transición a la democracia, el gobierno de Adolfo Suarez solicita nuevamente, de manera formal, las negociaciones con la CEE (1977). Estas negociaciones se iniciaron formalmente en 1979. En primer lugar, España tuvo que ratificar todos los tratados internacionales relativos a derechos civiles y culturales. El gobierno español ingresó en el Consejo de Europa y firmó el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos.
A pesar de que ningún estado de la CEE se oponía a la adhesión española, las negociaciones fueron duras, y se alargaron durante más de seis años. Los primeros negociadores fueron Calvo-Sotelo y Marcelino Oreja, ambos miembros del gobierno de Adolfo Suárez. En relación a la negociación económica, la producción agrícola española suponía incrementar un tercio la producción Comunitaria, con grandes excedentes de vino, frutas y leche, que competían con la producción de Francia e Italia. El sector industrial, con décadas de proteccionismo, debía negociarse producto a producto. No todas las industrias eran competitivas y muchas dependían de las subvenciones estatales.
Tras el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, se aceleraron las negociaciones, ya que se pretendía apoyar la nueva democracia española.
Fue el gobierno socialista de Felipe González, que venció por mayoría absoluta las elecciones de 1982, el que finalizó las negociaciones. Se exigió una dura reconversión industrial en España, especialmente en los sectores siderúrgico y naval. Francia también exigía negociar cuidadosamente la Política Agraria Común, por el temor a la competencia de la agricultura española. Finalmente, Felipe González firmó la adhesión de España a la CEE el 12 de junio de 1985, durante una solemne ceremonia en el Palacio Real de Madrid.
La entrada en las comunidades europeas, Unión Europea desde 1993, ha propiciado el periodo de mayor crecimiento económico de la historia española. España ha crecido a un ritmo superior al del resto de los países, acortando distancias en la renta per cápita. Este crecimiento ha venido fomentado por los Fondos de Cohesión, grandes sumas de dinero aportadas por la Unión para fomentar el desarrollo en las zonas más atrasadas. España ha incrementado y modernizado su red de transportes (autovías, Tren de Alta Velocidad AVE, aeropuertos...) y la logrado cumplir los criterios de convergencia para adoptar la moneda común, el euro, como se requería en el Tratado de Maastricht (1992). Hoy España, por su peso demográfico, económico y político es uno de los países más influyentes de la Unión Europea.

LA OTAN
El ingreso de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no gozó de la misma unanimidad que el ingreso en las instituciones europeas. Se trataba de una alianza militar, que violaba la histórica neutralidad Española durante el siglo XX.
Durante la Dictadura Franquista se realizó la primera petición de entrada, pero fue denegada. Con la llegada de la transición democrática, el gobierno de Adolfo Suárez (UCD) realizó las negociaciones con la CEE y la OTAN de manera simultánea. La adhesión a la alianza militar llegó antes y es muy probable que influyera favorablemente en la negociación con la CEE. La oposición de izquierdas (PSOE y PCE) mantenían una actitud contraria al ingreso. El gobierno de Calvo Sotelo (UCD) formalizó la entrada en 1981. En 1982, tras la victoria del PSOE con Felipe González, los socialistas cambiaron de opinión. Convocaron un referéndum sobre la permanencia en la OTAN el 12 de marzo de 1986, con resultado positivo.

EL PAPEL DE ESPAÑA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
Tras el fin de la dictadura franquista, la entrada en la OTAN y la adhesión a la Unión Europea, España ha vivido en los últimos treinta años un aumento considerable de su papel internacional. La diversidad histórica y cultural de España ha favorecido unas relaciones privilegiadas con Iberoamérica y los países árabes. Las Cumbres Iberoamericanas, celebradas anualmente, mantienen los lazos políticos y económicos con Iberoamérica y Portugal. Madrid fue escogida como sede para albergar la Conferencia de Paz Árabe-Israelí en el año 1991. Las relaciones con EEUU han sido siempre complicadas, debido a los diversos desacuerdos históricos y las diferentes posturas de los gobiernos españoles. Hoy España colabora en numerosas misiones internacionales de la OTAN y la ONU ( Haití, Líbano, Afganistán, Bosnia-Herzegovina y Chad). Las relaciones con Marruecos también han sido complicadas, debido a los derechos de pesca, la inmigración y las reclamaciones territoriales marroquíes sobre Ceuta y Melilla.

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