jueves, 2 de junio de 2011

poemas guerra civil

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Antonio Machado

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
MIGUEL HERNÁNDEZ, El hombre acecha, (1938-39)


AÑOS TRIUNFALES

Media España ocupaba España entera
con la vulgaridad, con el desprecio
total de que es capaz, frente al vencido,
un intratable pueblo de cabreros.

Barcelona y Madrid eran algo humillado.
Como una casa sucia, donde la gente es vieja,
la ciudad parecía más oscura
y los Metros olían a miseria.

Con la luz de atardecer, sobresaltada y triste,
se salía a las calles de un invierno
poblado de infelices gabardinas
a la deriva bajo el viento.

Y pasaban figuras mal vestidas
de mujeres, cruzando como sombras,
solitarias mujeres adiestradas
-viudas, hijas o esposas-

en los modos peores de ganar la vida
y suplir a sus hombres. Por la noche,
las más hermosas sonreían
a los más insolentes de los vencedores

Gil de Bidema Las personas del verbo.

textos fundamentalismo islámico

La fe y la justicia islámica exigen la erradicación, en el mundo musulmán, de los gobiernos anti islámicos o de aquellos que no se adapten enteramente a las leyes islámicas. La instauración de un orden político laico debe ser considerada como un escollo a la
progresión del orden islámico. Todo poder laico, sin importar la forma en que se manifieste, es forzosamente un poder ateo, obra de Satanás. Nuestro deber consiste en luchar contra él y sus efectos. El poder satánico no puede engendrar más que la corrupción sobre la Tierra, mal supremo que debe ser implacablemente combatido, erradicado. Para ello no hay otra solución que derrocar todos los gobiernos cuyas bases no se asienten en los más puros principios islámicos y que, por lo tanto, son corrompidos y corruptores. Desmantelar los sistemas administrativos traidores, corrompidos, tiránicos e injustos y a sus servidores es deber de todo musulmán, tanto en Irán como en el resto de los países musulmanes del mundo (…).

Principios políticos y religiosos del ayatolá Jomeini, 1979.